• La oposición es una caballada flaca. El camino para hacerle frente a Morena es tener un candidato emanado de las filas de la sociedad civil.

Por: Israel Mendoza Pérez-@imendozape/

Sumándose a la ola de destapes adelantados rumbo a 2024, entre el PRI y PAN ya tienen una baraja de, al menos, nueve nombres para enfrentar al partido en el poder y a la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador; el PRD, por adelantado, ya perdió camino y oportunidades. Ni tiene precandidatos o personalidades competitivas ni es un partido fuerte dentro de la Alianza va por México.

Para entrar en la dinámica que se marcó desde Palacio Nacional de tener aspirantes prematuros, el dirigente panista Marko Cortés Mendoza puso sobre la mesa el nombre de siete posibles candidatos, Mauricio Vila, gobernador de Yucatán; Ricardo Anaya; Mauricio Kuri, gobernador de Querétaro; Maru Campos de Chihuahua, Francisco Javier Cabeza de Vaca, Santiago Creel y Lilly Téllez también estuvieron en la lista.

Sin embargo, Cortés Mendoza se encamina al clásico error y mezquindad de los dirigentes partidistas unipersonales. Descartar a quienes no le hacen la corte. Tal es el caso de Damián Cepeda. Su cercanía con Ricardo Anaya es uno de los puntos negativos para no ser reconocido por Marko Cortés ni ser considerado en la terna de siete destapados.

El senador del blanquiazul apuesta por dejar de lado los métodos tradicionales de elección de candidato ya que entrar en una interna que defina a principios de 2024 al candidato será tarde frente al partido en el poder. Con él ya serán ocho los aspirantes, aunque no sea incluido en la lista “oficial” del dirigente partidista.

Y es que el PAN no aprende de sus errores. En 2018 tuvo encontronazos internos y ello doblegó a la estructura partidista. Eso le abrió paso al triunfo de Morena y Ricardo Anaya el desprestigio.

Casi al mismo tiempo de los destapes panistas, en el PRI Alejandro Moreno Cárdenas se volvió a autodestapar. Por el momento, es el priista que más poder ostenta. Dirigente nacional y diputado. Aunque las derrotas electorales de 2021 y el abandono de exgobernadores son una muestra de que el PRI tiene un desencanto natural. Pero muestra una cara, poco favorable, pero se encarta.

Con estos nueve candidatos, el PRI y PAN tienen una cartera de nombres para competirle a Morena. En último lugar de la alianza opositora se encuentra un desdibujado perredismo que, bajo las riendas de Jesús Zambrano, se achicó más en estructura a nivel nacional y sin personalidades para dar batalla electoral. Sin gobernadores y con minibancadas en congresos locales, el PRD es la pieza más débil de la alianza.

Incluso, carece de un posible precandidato a la presidencia. Ni los coordinadores parlamentarios en San Lázaro y el Senado, Luis Cházaro y Miguel Ángel Mancera, respectivamente suman a un perfil para contender en lo interno y luego al exterior con los otros dos partidos.

La oposición es una caballada flaca. El camino para hacerle frente a Morena es tener un candidato emanado de las filas de la sociedad civil. Ese es el verdadero rival. La oposición y los partidos deben ser sólo el instrumento para fomentar un candidato con posibilidades amplias y alejado del poder partidista.