• La cuatroté ya no tiene en el Congreso de la Unión a quien poner al frente de una discusión relevante para el Presidente.

Por: Israel Mendoza Pérez-@imendozape/

La reforma político-electoral viene empaquetada dentro de un féretro. Fue la polarización —desde la Ley Barttlet— que se trastocó el juego democrático entres las fuerzas políticas. Lo que viene es la violencia política y el riesgo de instaurar la parálisis institucional.

Además, en el Congreso de la Unión, el presidente Andrés Manuel López Obrador, carece de operadores políticos de altura para llevar a cabo una serie de acciones y cabildeos para enfilar a sus intereses la reforma impulsada. Ignacio Mier, coordinador de los diputados en San Lázaro, no es confiable para negociar con la oposición una ley. Le sobra adoctrinamiento y le falta tacto político. El resultado fue que la Reforma Eléctrica entrampó y dividió al Congreso. El resultado no pasó.

Ahora para rematar el cuadro, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, carece de visión y de comprensión del sistema político actual. Él tiene demandados a través del jurídico del órgano legislativo al consejero presidente Lorenzo Córdova y los consejeros electorales Ciro Murayama, Dania Paola Ravel, Jaime Rivera, José Roberto Ruiz y Beatriz Zavala Pérez; así como al secretario ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina.

En este contexto, la cuatroté ya no tiene en el Congreso de la Unión a quien poner al frente de una discusión relevante para el Presidente. Sin interlocutores y con propuestas manejadas por el revanchismo, la reforma político electoral será una propuesta sin avances. Si se suma la denuncia penal no hay diálogo con los interesados en esta reforma. Aunque exista parlamento abierto, Morena se encargó de polarizar el tema desde antes de ver la luz.

Y es que desde 2006, Andrés Manuel López Obrador tomó en tono personal, el resultado de las elecciones en las que acusó de fraude a las autoridades del entonces Instituto Federal Electoral y que además costó el cierre de avenida Reforma. Desde entonces su filia es el árbitro electoral. Aunque en 2018 no tuvo problemas porque el resultado lo favoreció fue la figura de Félix Salgado Macedonio y su polémica gubernatura Guerrero lo que volvió a agitar el avispero contra los consejeros electorales.

Lo que viene con la reforma político electoral es enfrentar a personajes particulares, ya sean consejeros del INE o el mismo Presidente de la República. En términos técnicos es una propuesta limitada en términos de alcances democráticos. Es una de sus grandes carencias, no se puede pensar en una reforma electoral particularizada para un personaje.

La iniciativa oficial plantea no solo modificar la estructura del INE, sino también el cambio de todos los consejeros electorales actuales, con dedicatoria especial al consejero presidente Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, con quienes el primer mandatario y su partido mantienen una confrontación directa pese a que están a exactamente un año de dejar su cargo. Son puntos que tocan los linderos de lo absurdo de la revancha y el encono.