Por: Redacción/

Días atrás fui entrevistado por unos jóvenes estudiantes sobre el tema violencia de género; mis respuestas fueron simples, lo más objetivas posible y creo que hasta diplomáticas sin embargo me quedé con un mal sabor de boca pues me di cuenta que cuando se habla de violencia de género en la mayoría de las veces se coloca como víctima a la mujer aun cuando el término “género” incluye ambos sexos. Me di cuenta que la sociedad crea, genera o tal vez inventa términos que más allá de ayudar a solucionar los fenómenos sociales los maximiza y me atrevo a decir que muchas veces los incita.

Como esta columna no tiene la intención de quedar bien con nadie, sino de expresar mi forma de pensar (esto debe quedar claro: “mi forma de pensar) quiero abordar este tema de la violencia como tal, pues violencia es violencia sin importar quién o contra quien se practique. Mi investigación sobre el tema me dejó un tanto preocupado pues me encontré con muchos artículos, investigaciones y hasta testimonios que hablan de la violencia haciendo divisiones absurdas de ésta.

Para apoyar aún más mi forma de abordar el tema me encontré pronto con un caso que parecía sacado de una de esas series de televisión abierta (sí, de esos en los que los problemas se resuelven con una rosa y un poco de aire), el cual voy a contarles omitiendo algunos detalles para ser respetuoso con los involucrados: Pues bien, resulta que un adolescente de secundaria se hizo novio de una chica que aun con lo sucedido me parece una chica muy lista que sin duda ha aprendido y en lo consecuente pensará más antes de actuar.

La chica en cuestión no compartió algunos puntos de vista con su novio lo que generó entre ellos un ambiente de tensión y molestia al límite, así que la novia decidió arreglar la situación de forma violenta atacando al chico, quien sorprendido por la reacción de su novia no atinó a reaccionar de ninguna forma, por lo que en estado de shock se dejó dañar (sino severamente) sí de forma importante, pues gracias a que la chica terminó por comprender lo que estaba haciendo este caso no pasó a mayores.

El tema logró solucionarse de manera relativamente sencilla pero a mí me quedó la pregunta ¿Y qué hubiera pasado si la situación hubiese sido al contrario? Es decir, que el chico fuera el violento y la chica la víctima; tal vez el caso hubiera trascendido más y la misma sociedad se indignaría mayormente y es que, repito, seguimos con la absurda idea de que la vida de una persona vale más o menos según su género, edad o hasta posición social.

Hace poco se habló en las noticias sobre una chica que apuñaló a su novio, lo que generó en la opinión pública una serie de burla (raro en México) y el tema pasó de ser un intento de homicidio a un chiste digno de memes, risas y un sin fin de bromas absurdas; pero insisto ¿Qué pasaría si la victimaria hubiera sido la víctima? Así es, la indignación sería general y el delito maximizado.

Sin duda la violencia hacia la mujer debe no solo preocuparnos sino ocuparnos, pero de igual forma debemos poner atención cuando se violenta a un hombre pues violencia es violencia; tenemos que dejar de ocuparnos de los términos absurdos que escandalizan mucho y solucionan nada.
Se le llama feminicidio al acto de asesinar a una mujer, por el hecho de ser mujer; pero tiene que quedar claro que es igual de preocupante el asesinato de una mujer como el de un hombre, pues en términos generales un ser humano representa una vida independientemente de su género, por lo que homicidio es homicidio así se cuente con un pene o con una vagina.
La educación en México tiene que dejar de ser una educación por moda, es decir por corrientes ideológicas e ideas creadas por sectores sociales que se sienten o muy intelectuales o muy marginados, pues con todo respeto para ambos grupos la educación es más sencilla pues se genera desde los hogares, se reafirma en los colegios y se mantiene por decisión personal y esto se ha basado, se fundamenta y siempre estará cimentado en principios y valores, los cuales son los mismos seas hombre o mujer, niño, joven o anciano, pobre o rico, con preparación académica o sin ella y mejor aún, por el simple hecho de que somos seres humanos.
“La educación es la vacuna contra la violencia”, Edward James Olmos