Por: Arnulfo Roque Huerta/

El nuevo hogar no pintaba para nada bien pues la familia del nuevo esposo de su mamá no era del todo amable; las veían como unas intrusas y nos les agradaba la idea de tener que aceptar como parte de su familia a una niña que no era de su sangre y quien jamás podría ser parte de su círculo familiar así fuera la mejor chica del mundo. Aun siendo ella tan pequeña entendía que no era para nada bienvenida en aquella extraña casa y con aquellas extrañas personas.

La madre comenzó a trabajar en la pequeña empresa de la familia de su esposo en la cual recibía maltrato laboral y un salario de risa, aun cuando se esforzaba y trabaja más que cualquiera nunca pudo ser apreciada y mucho menos respetada pues hiciera lo que hiciera nunca era suficiente para la exigente familia de aquel hombre al cual ella amaba, tal era el amor por el que aguantó durante mucho tiempo los maltratos y las vejaciones.

Pero todo tiene un límite y es que cualquiera aguanta muchas cosas por amor pero ver a su hija como la despreciada, la apartada, como la persona más insignificante de aquel lugar la llevaron a hablar con el marido y pedirle que pusiera remedio a esta lamentable situación, pues ella podía aguantar las humillaciones y los desprecios pero su pequeña no tenía culpa alguna y mucho menos tenía porque ser blanco de indirectas, maltratos y desprecios. El esposo atendió su petición pero al ver que la familia no respondía decidió irse con su nueva familia de aquel lugar.

Una hermana del esposo fue quien los recibió en su casa y sí, la chica maravilla volvió a cambiar de residencia en un periodo corto de tiempo; al principio le gustó el lugar ya que su habitación tenía ventana y podía apreciar la luna y platicar con ella pues en todo este tiempo y entre tantos cambios la luna era la única que la escuchaba y la hacía sentir valiosa e importante en este mundo donde los adultos solo se preocupan por estar bien ellos, por cambiar de casa cuantas veces crean necesario, por divorciarse y volverse a casar sin pedir la opinión de sus hijos y sin siquiera preguntarles cómo se sienten, pues por más pequeños que sean los chicos también tienen sentimientos y emociones.

Todo pintaba bien hasta que apareció “El fantasma”… solo un par de días logró conciliar el sueño como tenía que hacerlo una niña de su edad, pero aquellos ruidos por la noche comenzaron a atormentarla; el fantasma comenzó a asecharla, la chica maravilla sabía que venía tras ella pues aunque no podía verlo lo sentía a la distancia pues con cada noche que pasaba más cerca percibía sus pasos, los cuales no eran fuertes y ruidosos, sino al contrario se escuchaban suaves y sigilosos como aquel depredador que espera el momento preciso para atacar a su presa; lo que más le asustaba es que solo ella se había percatado de la existencia del fantasma.

Una ocasión lo platicó con los habitantes de la casa, quienes al escucharla sonrieron atribuyéndole a su basta imaginación la existencia de aquel extraño ser paranormal, ella no se decepcionó de la poco credibilidad que obtuvo del esposo de su madre, así como de los dueños de esa casa (la hermana del padrastro y el esposo de ésta) y aun de su propia madre, pues al final ella sabía que los adultos jamás escuchan a los pequeños por considerarlos poco confiables, fantasiosos y muchas veces hasta mentirosos.

Pero ella sabía que hablaba con la verdad y que solo la luna le creía pidiéndole que no se atemorizara, que fuera valiente y se mantuviera alerta para no ser sorprendida por el fantasma, el cual parecía estar esperando el momento preciso para espantarla sin saber que ya la tenía bastante asustada, pues es horrible saber que eres una presa fácil e indefensa por tener tan poca credibilidad; ahora dormía poco o nada por la noches, por ello gran parte del día se quedaba dormida aun mientras comía, jugaba poco y reía menos. El día le era propicio para descansar un poco pues al parecer al fantasma no le gustaba la luz del sol, sabía esto porque durante el día no sentía su presencia en la casa pero en cuanto el horizonte se tragaba al sol, cuando había que prender la luz artificial para alumbrar el hogar, el fantasma llegaba sin que nadie, solo ella se diera cuenta.

El fantasma era paciente, esperaba que todos se durmieran para asechar a la chica maravilla, ella podía escuchar su fantasmal respiración. ¿Pero cómo? ¡Si los fantasmas no respiran…! En realidad no sabía cómo, pero ella lo escuchaba respirar y hasta en algunas ocasiones lo escuchaba hablarle por su nombre (siempre le había gustado como sonaba su nombre) ¡Pero esa voz! Esa voz que no vienen de la garganta sino de algún remoto lugar del interior de un fantasma, esa voz hacía que su nombre le causara un miedo atroz, un miedo en el corazón, un miedo que causaba llanto, un llanto callado, un llanto profundo, un llanto de adentro, un llanto del alma…

CONTINUARÁ.