• Emilio Sacristán Rock, investigador de la UAM, habló sobre este trabajo en el ciclo Lunes en la Ciencia.

Por: Redacción/

Con tecnología creada en México para el mundo, el doctor Emilio Sacristán Rock –académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– trabaja en disminuir los accidentes cerebro vasculares –que constituyen una de las principales causas de muerte en el orbe– con el desarrollo de un dispositivo médico sin precedente para atender este problema.

El fundador y director del Centro Nacional de Investigación en Imagenología e Instrumentación Médica de la Unidad Iztapalapa ha impulsado en la última década un tratamiento para combatir el infarto cerebral por medio de la estimulación magnética del nervio facial.

El acreedor en 2017 al Premio Nacional de Ciencias y Artes explicó en el Ciclo: Lunes en la Ciencia que más de 16 millones de personas padecen este mal y cerca de 5.7 millones fallecen.

Este tipo de ataque ocurre cuando un coágulo impide el adecuado flujo sanguíneo hasta el cerebro, ocasionando que éste empiece a morir por falta de oxigenación e irrigación de sangre y menos de cinco por ciento de quienes lo padecen logra detener a tiempo su irreversible efecto, debido a que se requiere de resonancia e imagenología para ubicar la obstrucción.

Hasta ahora el tratamiento de trombolíticos que se emplea se dirige a restaurar el flujo sanguíneo lo antes posible, pero sólo es positivo si se aplica en las primeras seis horas posteriores al suceso y, si la arteria está tapada, el trombolítico no llega al coágulo, lo que lleva al paciente a la muerte o a discapacidades motoras o del habla, obligándolo a rehabilitaciones que duran años.

Ante esto, se propone un procedimiento más efectivo y fácil de usar basado en la estimulación magnética del nervio facial y que además pueda desplegarse en las unidades de urgencia y ambulancias, como se logró con el desfibrilador, con la finalidad de que el enfermo sea tratado incluso antes de llegar al hospital.

Este mecanismo funciona a través de una antena alineada al canal auditivo que manda pulsos electromagnéticos para estimular el nervio facial en el ganglio geniculado, una estructura nerviosa ubicada entre el sistema vestibular y la cóclea en el oído interno.

Ese nervio facial –que entre otras cosas permite sonreír o sentir el paladar– regula la apertura y la clausura de las arterias cerebrales y, al ser estimulado, se provocan vasodilataciones, ocasionando el flujo sanguíneo al cerebro. Hasta ahora, se habría tenido que abrir el paladar o la mejilla para llegar al nervio y mandar impulsos, por lo que esta innovación tecnológica nace de la idea de enviar señales electromagnéticas.

A la fecha se han realizado más de 120 pruebas en animales que han confirmado que la estimulación es posible y consigue un fuerte incremento en el flujo sanguíneo hacia el cerebro hasta duplicarlo y también se ha creado un sistema clínico completo para ambos lados de la cara, lográndose la patente de este invento en 16 países.

Esta tecnología innovadora requerirá mucha indagación para demostrar que funciona y ser aprobada por las autoridades sanitarias, con el fin de que se autorice su uso clínico, por lo que fue diseñado un spin off a través de Enervive, una empresa surgida de la UAM, con el fin de elaborar el producto comercial, cuyo primer prototipo costó al menos dos millones de dólares.

El estimulador tiene dos antenas –una a cada lado de la cabeza del paciente– que genera una secuencia que dura dos minutos y detona la vasodilatación de todas las arterias cerebrales, por lo que es necesaria una antena especial de campo asimétrico que no incite todo el cerebro –ya que podría causar epilepsia– sino sólo el nervio facial.

Existen tres prototipos fabricados, el primero de ellos está en la UAM y dos más en Estados Unidos para ser probados en clínica; el más reciente de éstos será portátil para uso en ambulancias y servicios de urgencia.

Un fondo de investigación es patrocinado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, con un financiamiento de 3.5 millones de dólares, y próximamente se llevará a cabo una serie de pruebas clínicas para certificar la efectividad clínica en pacientes, señaló el doctor Sacristán Rock.

El Ciclo Lunes en la Ciencia es organizado por la Unidad Iztapalapa a través de la Coordinación de Extensión Universitaria y de su Oficina de Enlaces y Eventos Universitarios, en colaboración con el Programa Domingos en la Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias y transmitido por los canales YouTube Lunes en la Ciencia UAMI & AMC y Facebook Lunes en la Ciencia UAMI & AMC.