Por: María Manuela de la Rosa/

El próximo 6 de noviembre es posible que se dé un cambio de rumbo en la política de los Estados Unidos y posiblemente esto se sepa con anticipación, ya que un 54% de votantes, en su mayoría a favor de los demócratas, han manifestado que votarán anticipadamente, enviando su voto por correo. Y de mantenerse como están las encuestas, es posible que Trump sufra una derrota, puesto que Joe Biden, el candidato demócrata, tiene el 49.4%  de las preferencias, en tanto que Donald Trump un 42.9%; esto hace una diferencia notable de 6.5 %, aunque diversos medios en sus encuestas le dan entre 8% y 9%.

Desde el inicio de esta administración, el presidente López Obrador no sólo ha mantenido la misma línea de complacencia que su antecesor, Enrique Peña Nieto, hacia el presidente norteamericano, sino de total obediencia a sus disposiciones, evidenciando la fragilidad de la soberanía, pero además soslayando a los demócratas, quienes en todo caso fueron los que tuvieron en sus manos la decisión de la ratificación del Tratado de Libre Comercio.

Aunque los políticos norteamericanos se caracterizan por su notable pragmatismo, es posible que la relación bilateral no sea lo tersa que ha sido hasta ahora, porque en política no hay olvido y los demócratas no son la excepción.

El trato por demás tolerante por parte de México hacia Donald Trump, que ha rebasado todas las líneas de la diplomacia con sus continuos alardes de poder, ha cruzado los límites de sumisión, que nada tienen que ver con la cortesía oficial que todos los países están obligados a llevar, pero ésta sin duda debe contar con la reciprocidad.

Los demócratas y sobre todo Biden, han llevado la diplomacia  con México, si bien más formal, también de mayor respeto; sin embargo no nos quede duda de que los intereses del vecino del norte privan por sobre cualquier consideración y les hemos dado motivo para cobrar la factura.

¿Qué se espera para América Latina? Seguramente pocos cambios en materia de migración, aunque sí una política exterior con mayor oficio y probablemente un reforzamiento de la política exterior con miras a mantener su hegemonía. Y al interior el enfoque social puede tener cierta relevancia, dado que se trata de políticos de oficio que intentarán recuperar la confianza y aceptación de los ciudadanos, algunos de los cuales definieron la elección a favor de Trump, esperando cambios radicales, que sin embargo nunca llegaron, sólo una gestión más mediática que de administración pública, más show y protagonismo megalómano que aplicación de políticas públicas, como está sucediendo ahora en México.

La esperanza más grande se finca en una mejor gestión de la pandemia y la atención a los añejos problemas de racismo y discriminación, que de no atenderse podrían derivar en problemas internos y escalarán, trayendo una crisis de seguridad pública que podría desbordarse.

Para Estados Unidos México representa un instrumento para los candidatos a la presidencia, ya que reditúa mucho electoralmente cualquier presión que pudiera ejercerse, no sólo porque abona en el pensamiento colectivo de poderío como potencia, sino que se fija como idea de seguridad y mejora económica. Y no olvidemos como Donald Trump utilizó muy hábilmente la promesa de la construcción del muro para ganar adeptos, así como las restricciones que impondría a los migrantes, generando una aversión mayor contra los mexicanos y claro, creando mayor división, al modo de cualquier dictador, ya que la polarización social es una estrategia que le ha aportado mucho a su campaña.

Por su parte los demócratas, que si bien adoptan una postura más tradicional y previsible, no podemos dejar de lado que la política norteamericana siempre se ha caracterizado por utilizar a México con presiones económicas y en temas de política migratoria para ganar en popularidad, Y ésta no será la excepción. Tal vez con mucha elegancia  y sutileza, Biden seguramente retomará los temas de importación y exportación para ofrecer una ventaja mayor a su industria y sobre todo a los productores del campo, que por otra parte, gozan de notables apoyos y estímulos fiscales.

El panorama para nuestro país no es muy alentador, pues por una parte con el presidente republicano seguirán los consabidos ataques y agresiones verbales de  que tanto gusta; y por la otra, continuar con la tradicional diplomacia de vecinos amistosos pero distantes, cordiales, pero dispares, soberanos, pero con la asimetría de la dependencia hacia el norte.

Las elecciones serán cruciales puesto que están en juego  435 escaños en la Cámara de Representantes y 35, más de un tercio de los cien asientos en el Senado, así como 36 gubernaturas estatales. Lo cual significa que podría darse un cambio  de rumbo en la política de los Estados Unidos. Y la pandemia podría ser el detonante de un cambio en el que se tome más en serio la seguridad social que habían venido impulsando los demócratas con Bill Clinton.

De acuerdo a las encuestas, los demócratas tienen un 84% de posibilidades de obtener el control de la Cámara de Representantes, en donde los republicanos hasta ahora son mayoría. Y de lograr esto, los demócratas posiblemente impulsen ahora sí con éxito el  impeachment contra Donald Trump, ya que encabezarían las comisiones parlamentarias, que podrían profundizar en las investigaciones sobre la presunta colusión con Rusia para influir en el resultado de las elecciones presidenciales del 2016. Aunque en el Senado tendrían sus dificultades, pues no se vislumbra que los demócratas puedan lograr la mayoría en la cámara.

Un tema importante y que seguramente van a capitalizar es el mal manejo de la pandemia, puesto que Estados Unidos se mantiene en el primer lugar de contagios por coronavirus, llegando a 6´789,299, con 199,148 defunciones.

En México la situación también es muy preocupante, pues ya son 697,663 contagiados y han muerto 73,493. De hecho México ocupa el 4º lugar en letalidad, por debajo de India, Brasil y Estados Unidos.

México también se encuentra en un importante momento electoral, puesto que en el 2021 se llevarán a cabo las elecciones más grandes de la historia, ya que se renovará completamente  la Cámara de Diputados, integrada con 500 legisladores, 15 gubernaturas y congresos locales y  presidencias municipales en 30 estados del país. Por lo que de facto ya ha comenzado la contienda, con tenuas propuestas y golpes bajos exhibiendo lo negro y oscuro de todos los contendientes, en donde no hay uno que  pueda argumentar con hechos la limpieza de su proceder. Y es lamentable que no haya propuestas sólidas, viables y estructuradas para sacar a México del caos en el que se encuentra, ante el desolador panorama económico, de seguridad y sanitario, principalmente, porque los intereses personales siguen privando, sin asomo de recato por parte de los políticos, que muestran no sólo su falta de sesibilidad y compromiso, sino una carencia ya crónica de sentido común, sensatez e inteligencia, pues el bien común es la premisa fundamental para el bienestar personal. Y ante eso sólo podemos ver ceguera e indiferencia.