• De un líder prepotente, soberbio e ignorante, a uno amable, empático y preparado. Así es Joe Biden, el presidente electo de los Estados Unidos, quien obtuvo 290 votos electorales de los 270 para ganar.

Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/

De un líder prepotente, soberbio e ignorante, a uno amable, empático y preparado. Así es Joe Biden, el presidente electo de los Estados Unidos, quien obtuvo 290 votos electorales de los 270 para ganar, mientras que Donald Trump logró únicamente 232, muy lejos del triunfo. Y aún así lanzó a su equipo de abogados a impugnar el conteo.

Jueces de Georgia, Arizona y Michigan desestimaron las demandas interpuestas por Trump, al considerarlas insubsistentes; en Pensilvania ganó una apelación, sin embargo de nada le sirvió, ya que en el recuento el triunfo se le ratificó a Biden. Y otra estrategia fue la de movilizar a sus seguidores, lo cual hicieron, pero sin resultados. Y después de varios días de inconformidad, al fin parece que el presidente Trump ya se resignó ante la derrota.

Y a prácticamente dos meses de dejar la Casa Blanca, Trump despidió al jefe del Pentágono, Mark Esper, Secretario de Defensa, quien se opuso a enviar tropa a las calles para sofocar las manifestaciones contra el racismo. Y a él le siguieron las renuncias de los subsecretarios de Política y de Inteligencia y Seguridad, así como la jefa de Gabinete de esa secretaría.

En su lugar, Trump ha puesto a incondicionales, que harán lo que él les indique sin titubear, lo cual es un riesgo dado que se trata de posiciones muy sensibles para la seguridad nacional. Y ya ha habido reacciones, como la del general Barry McCaffrey, ex zar de antidrogas en la administración de Bill Cinton, quien señaló que se está viviendo un lento golpe de Estado para desafiar la elección de Joe Biden; en tanto que el exsecretario de Defensa William Cohen, consideró que la conducta de Trump es más parecida a una dictadura que a una democracia.

Joe Biden llegará a la Casa Blanca con una gran legitimación, pero también para enfrentar grandes desafíos, como la pandemia del Covid-19, para lo que propone test gratuitos y la contratación de 100 mil personas como rastreadores, con al menos 10 centros de pruebas en cada Estado; la elaboración de una guía elaborada por expertos y el uso generalizado de cubrebocas.

Y por lo pronto ya ha lanzado su convocatoria para que todo el mundo use el cubrebocas, porque los contagios siguen aumentando, ya se acumulan más de 11 millones, con 246 mil muertos y tan sólo del sábado al domingo se registraron 159 mil casos nuevos. Por eso Biden ha pedido se use el cubrebocas, pero a diferencia del que será su antecesor, imploró al pueblo norteamericano. Una muestra de humildad del virtual presidente del país más poderoso del mundo.

Y llama la atención que Vladimir Putin se niegue a felicitar a Biden, pues si bien hay una rivalidad histórica entre Rusia y Estados Unidos, a los dos líderes los une una misma fe. Putin es un ferviente católico ortodoxo y Biden será el segundo presidente católico en la historia de los Estados Unidos, tan devoto que se dice que diariamente reza el Santo Rosario, e incluso lleva uno en su muñeca.

Pero Putin no olvida, porque tiene muy buena memoria y en el 2011, cuando Joe Biden era vicepresidente, advirtió que Putin no debería reelegirse, en sutil amenaza para reducir su arsenal nuclear, por lo que la llegada de Biden puede suponer mayor presión y sanciones, sobre todo porque en febrero expira el tratado bilateral de armas nucleares.

A diferencia de Trump, con Biden habrá mayores posibilidades de lograr una buena negociación, además de la certidumbre que no hubo con Trump en la política exterior. Por otra parte, queda pendiente el asunto de la presunta injerencia del Klemlin en las elecciones del 2016, que llevaron a Trump a la Casa Blanca.

Debido a su religiosidad y a su historia personal, no es raro que Biden esté dispuesto a la reconciliación y a la unidad. Y contrario de Trump, trabajará por un sistema de salud pública muy similar al de Obama, así como para que exista educación universitaria gratuita, que prácticamente en todos los países de la Unión Europea existe.

Ha prometido también una tasa cero a los impuestos en préstamos estudiantiles y establecer un plan de pagos a 20 años de los actualmente vigentes, que son uno de los principales problemas para la educación superior, ya que al final resultan prácticamente impagables. Biden pretende eliminar los préstamos estudiantiles y por ello se inclina por la educación gratuita.

Asimismo se espera que introduzca un programa de trabajos financiados por el gobierno para 16 millones de norteamericanos que perdieron su empleo durante la pandemia.

Respecto a la economía, tratará de estimularla, dando prioridad a la solución de la gran desigualdad social que las políticas de Trump han generado, sobre todo debido a la pandemia, para la que no se han tomado medidas realmente consistentes, así que ha anunciado un plan de inversión por unos 700,000 millones de dólares para reactivar la economía, de los cuales piensa destinar 400,000 millones en equipo para modernizar la infraestructura industrial, así como de seguridad; y otros 300,000 millones para investigación y desarrollo, una decisión que ha llevado a China a ser la gran potencia tecnológica.

Y como ya lo ha anunciado, una de sus prioridades será el cuidado al medio ambiente, por lo que dentro de esos 400,000 millones, destinará unos 2,000 millones para llegar en el 2035 al 100% de electricidad limpia; y está considerado crear 10 millones de puestos de trabajo.

Sin embargo, las grandes compañías no han recibido con mucho beneplácito la noticia de que Biden pretenda aumentar la tasa corporativa del 21% al 28% y disminuir la carga tributaria a quienes ganen menos de 400,000 dólares al año. Además ha dicho que impondrá una multa del 10% a quienes recurran a la subcontratación, que es una práctica que afecta los derechos laborales.

Joe Biden ha reiterado desde su campaña que quiere reconstruir al país, pero desde su espíritu, para unir a una sociedad que ha sido dividida por el odio y los prejuicios raciales; ha propuesto una sociedad de justicia, que vele por la dignidad humana. Ha reconocido sus errores con una humildad poco frecuente en un político, como el hecho de haber pretendido penalizar a la víctimas de las adicciones, cuando el camino es la rehabilitación, atacando de raíz el problema.

Muchos son los proyectos que se ha propuesto, ambiciosos y esperanzadores, no sólo para los Estados Unidos, sino para el mundo entero, porque la política internacional posiblemente de un giro hacia la civilidad y la concertación. Pero no olvidemos que los grandes intereses que se oponen a tan nobles causas están ahí; los negocios más redituables tienen mucho que ver con el crimen organizado, como la venta ilegal de armas, el narcotráfico, la piratería, el tráfico de personas, la pornografía. Sin duda un desafío muy grande para el futuro presidente norteamericano y para el planeta.