• “Esta pieza mezcla el arte y la antropología de manera simplemente formidable”, señaló Rodrigo Parrini, investigador de la UAM.

Por: Redacción/

En este país de carnavales taparse una vez al año el rostro con máscaras es una manera extraordinaria de olvidarse del dolor, de ahí que la puesta en escena Danzantes del Alba reúna el gozo del baile con las rutinas del trabajo, a través de una multitud de imágenes que convergen tanto en un jolgorio fantasmal como en la confección de trajes festivos elaborados con retazos de materiales afectivos, políticos, narrativos e inconscientes, señaló el doctor Rodrigo Parrini Roses, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El académico del Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad Xochimilco ha trabajado de la mano de Teatro Línea de Sombra para juntos montar esta obra que cuenta con un equipo de colaboradores compuesto por artistas escénicos y visuales, músicos, pedagogos, investigadores, actores y profesionales de artes visuales, sociología y antropología, entre otras disciplinas.

La pieza posee un fuerte acento reflexivo sobre la invasión maquiladora que se dio a partir de los años 60 del siglo pasado en la frontera entre México y Estados Unidos, la cual devino en procesos de desregulación económica y pauperización de los derechos laborales y que se ha ido extendiendo de manera sistemática hacia Centroamérica, donde se ofrece trabajo mal pagado y agotador con largas jornadas de producción incesante.

Danzantes de Alba acumula capas de procesos provenientes de la compañía teatral y de la investigación etnográfica realizada por Parrini Roses, en simbiosis con los trajes únicos hechos con retazos de maquila diseñados por la artista plástica argentina Yanina Pelle, todo ello bajo la dirección de escena de Jorge A. Vargas.

Trajes únicos cuya exploración contemporánea cuestiona el modo de producción en el ocaso del neoliberalismo; vestidos que intentan condensar los procesos migratorios, la celebración, la fiesta, el gozo, el trabajo y la explotación; ropas pensadas en la energía de las maquiladoras, las mercancías y el tráfico incesante de los bienes, en una dramaturgia del capital en presencia acechante de los fetiches que son objetos animados por fuerzas desconocidas.

Al participar en el Jueves de Artes Escénicas –organizado por la Coordinación General de Difusión de la UAM– el doctor en antropología Parrini Roses explicó que desde hace casi 30 años, Línea de Sombra realiza rutas migrantes llevando piezas escénicas a diferentes puntos neurálgicos del acontecimiento migratorio; en 2013 llegaron al municipio de Tenosique, en la frontera con Guatemala, donde coincidieron en sinergia para más tarde materializar el mutuo esfuerzo en esta obra que mezcla el arte y la antropología de manera simplemente formidable.

En el corazón de la puesta en escena había un elemento que quizá en la pieza misma no estaba tan reflejado –dijo Parrini Roses– y que tiene que ver con el sentido de los fantasmas de la esclavitud que rondan el carnaval y los procesos migratorios, pensando que Guatemala y Honduras son países que tuvieron poblaciones de este tipo que trabajaron en haciendas, en la agricultura o en las tiendas de raya, por lo que hay algo ahí que surca la memoria del vasallaje africano que se extiende por los territorios fronterizos de México con Centroamérica.

Teatro Línea de Sombra tiene la particularidad de mantener una permanente deconstrucción para desplazarse del lugar tradicional hacia escenografías participativas de acción social.

Una trayectoria ininterrumpida de casi 30 años le ha valido ser hoy en día uno de los principales colectivos escénicos del país, a partir de un estilo que podría considerarse documental, pero que intercepta recursos artísticos, estéticos, narrativos, dramáticos y visuales para hacer un montaje con singularidades investigativas y artísticas a través de herramientas que surgen de las ciencias sociales para crear una visualidad, textualidad y objetualidad en sus piezas.

Además está conectado con procesos sociales históricos, y no es tanto un teatro de texto sino más bien de prácticas escénicas que utiliza además herramientas o elementos muy heterogéneos que pueden ser documentos e imágenes u objetos.