Por: Redacción/

Ciudad Universitaria es un sitio donde se conjuga lo masivo de la piedra volcánica con lo sutil del arte; considerada una de las grandes obras arquitectónicas del México moderno, es única por su belleza y por retomar la visión de nuestros antepasados prehispánicos de relacionar la arquitectura con el espacio abierto, con el paisaje. El 28 de junio el campus central cumple 12 años de haber sido inscrito dentro de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Desde 2007, se unió al selecto grupo de cinco universidades del mundo que cuentan con esa distinción, y en una de las dos que corresponden al modernismo del siglo XX.

Aquí “se integran el urbanismo, la arquitectura, la ingeniería, el paisajismo y las bellas artes, asociando todos estos elementos con referencias a las tradiciones locales. El conjunto encarna valores sociales y culturales de trascendencia universal y ha llegado a ser uno de los símbolos más importantes de la modernidad en América Latina”, estableció el organismo internacional.

Para lograr la declaratoria se cumplieron tres criterios determinados por la UNESCO, entre ellos representar una obra maestra del genio creativo humano.

CU forma parte de la documentación del México moderno, de esta idea de un país que es producto de su historia, con un futuro promisorio basado en la educación y la formación integral de los estudiantes. “Ése es el proyecto que finalmente materializa el campus”, afirmó Marcos Mazari Hiriart, director de la Facultad de Arquitectura (FA).

Felipe Leal Fernández, exdirector de la misma entidad y entonces encargado de Proyectos Especiales de la Rectoría, señaló que para la UNAM, Ciudad Universitaria es un elemento de identidad. “En el imaginario colectivo, cuando se piensa en la Universidad, automáticamente se asocia al campus central y sus edificios, como la Biblioteca Central. Es un sello que, además, le da enorme dignidad porque es un conjunto extraordinario”.

La característica fundamental es la conjunción entre el arte, las ciencias y las humanidades. Está presente el México antiguo, pero también el moderno, las tradiciones plásticas y la arquitectura a cielo abierto, los espacios públicos. Aquí se integran la naturaleza, el paisaje y el muralismo, añadió el experto.

En Christchurch, Nueva Zelanda, donde en aquel entonces se realizó la 31º Asamblea del Comité del Patrimonio Mundial del organismo, Leal destacó el hecho de que la excepcionalidad de CU radica en que logró amalgamar la tradición con la vanguardia del momento, lo local con lo universal. “El paisaje es determinante en su estructuración: la armónica disposición de sus edificios hace que se aprecie como un todo y no como la suma de elementos aislados”.

Mazari explicó que el campus original, declarado Patrimonio Mundial, incluye más de 50 edificios en una superficie de 176.5 hectáreas. Tiene como límite, hacia el poniente, al Estadio Olímpico; al sur, los Frontones y la Zona Deportiva; al oriente, la Facultad de Medicina; y al norte, los edificios de las facultades de Filosofía y Letras, Derecho, Economía y Odontología.

El camino

Felipe Leal recordó que lograr esa categoría para CU conllevó un largo camino y el cumplimiento de una serie de requisitos. “Lo primero era obtener un decreto presidencial que declarara a CU Monumento Artístico de la Nación”, que se logró el 18 de julio de 2005.

Aunque desde antes se pretendía alcanzar ambos reconocimientos, no se habían encontrado el cauce ni el momento adecuado. “Se consideró que no era viable porque se creía que al tener una declaratoria no se podrían hacer modificaciones u obras dentro de CU”.

No obstante, en el año 2000 se inició un proceso de regeneración. “Necesitábamos tener una reafirmación y un reposicionamiento de la importancia de la Universidad en la sociedad mexicana, y al mismo tiempo enaltecer y aumentar la autoestima de los universitarios”. En 2004, ya con mayor estabilidad, se lanzó la iniciativa.

Se comenzó a armar el expediente para presentarlo ante la UNESCO. “Se hacen revisiones y comentarios, y después el organismo envía expertos y árbitros internacionales para constatar que lo planteado se cumpla”.

En paralelo se armó un plan integral para atender algunos rezagos y problemas, como el colapso de vialidades; así surgió el programa Pumabús y el sistema Bicipuma, alternativas de movilidad. También se iluminaron los murales, que de noche pasaban inadvertidos.

Cuando llegó la declaratoria esos inconvenientes ya estaban resueltos. “Tuve el honor de presentar a CU ante el pleno de la 31º Asamblea del Comité del Patrimonio Mundial y fue maravilloso. El aplauso fue generalizado y me sorprendió que representantes de países remotos conocieran nuestro campus”, compartió Felipe Leal.

“La Ciudad Universitaria es un lugar de paso en el que uno desearía quedarse. Habla con rotundidad, pero sin levantar la voz. Se adapta en lugar de imponerse. Encierra una lección de la naturaleza. Habla al mañana desde el ayer. En ocasiones lo nuevo puede adivinarse eterno”, fueron algunas de las palabras que Leal expuso en Nueva Zelanda.

Compromisos

Con la declaratoria, explicó Mazari, se adquirió una enorme responsabilidad, que es la conservación del campus y contribuir a que siga como referente. “CU es un patrimonio vivo. A diferencia de otros espacios deshabitados que también tienen la declaratoria, en este habitamos los universitarios”.

Cuando se construyó, entre 1948 y 1954, se creía que el acero, el concreto o las piedras naturales son eternos, pero “a 65 años de su construcción sabemos que requiere mantenimiento, cuidado y renovación constantes”.

Ejemplo de ello son los murales, que resienten las condiciones de la intemperie, o la actualización del equipamiento eléctrico y de las redes de comunicación, fundamentales para el desarrollo actual de la Universidad. “Todas las acciones deben ir encaminadas a la conservación y, al mismo tiempo, a la modernización que se requiere para que la institución siga cumpliendo sus funciones”.

En abril de 2016 se creó el Comité de Análisis para las Intervenciones Urbanas, Arquitectónicas y de las Ingenierías en el Campus CU y los otros campus de la UNAM. Dentro de él, una comisión se encarga del Campus Central Patrimonio Mundial.

Esa instancia da seguimiento a los proyectos que se puedan desarrollar; “analizamos desde un cambio de ventana hasta una ampliación, los requerimientos y los espacios originales”, indicó Mazari.

Para el director de la FA, cada aniversario de la declaratoria es una oportunidad para recordar la importancia de CU, como campus universitario y como “cara” de México ante el mundo. Es fundamental que revaloremos la conservación del patrimonio del que somos parte; “es algo que nos corresponde a todos, como universitarios y mexicanos”.