• Leticia Hidalgo, quien busca a su hijo Roy Rivera Hidalgo desde enero de 2011, externó que a lo largo de 11 años ha imaginado el cuerpo de su hijo atravesar el umbral de su casa, su hogar, su cuerpo liminal.

Por: Redacción/

La tarea incansable y dolorosa de madres y familiares para encontrar a sus seres queridos desaparecidos en México es retratada en el libro Cuerpos liminales. La performatividad de la búsqueda, de la doctora Ileana Diéguez Caballero, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) e integrante de la Red de Investigación sobre Violencias.

En la presentación de la obra -publicada por ediciones Documenta/Escénicas-, “que no es resultado de un proyecto de indagación o de un trabajo de campo, sino de tratar de entender y de aportar mi escritura y mi lápiz”, la autora agradeció a las mujeres y varones que han desafiado lo inimaginable para buscar a aquellos que aman.

“Aunque he tejido pensamientos y tecleado palabras, son mayormente los testimonios, las experiencias, los saberes y el afecto de las personas que buscan, a quienes sostiene la presencia de la ausencia, las que dan sentido a este libro”, reconoció la profesora del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa.

“Cuando escribimos un libro o una tesis no estamos acompañando a nadie, hay una zona del acompañamiento a la que no podemos llegar, por lo cual la academia debe reconocer su incapacidad y sus límites ante un proceso que sigue sucediendo, pues el saber de la violencia no está en la academia, se localiza extramuros, más allá de la universidad”, añadió.

Leticia Hidalgo, integrante de las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL), quien busca a su hijo Roy Rivera Hidalgo desde enero de 2011, externó que a lo largo de 11 años ha imaginado el cuerpo de su hijo atravesar el umbral de su casa, su hogar, su cuerpo liminal.

Frente a ello “quisiera abrazarlo mucho para nunca más soltarlo, para que nadie más se lo lleve, porque nadie desaparece por sí solo, sino que se los llevan del regazo de su familia, de la protección del hogar y de las garantías que un verdadero Estado debe proveernos”, planteó la madre buscadora.

Hidalgo, cuyo hijo fue secuestrado y desaparecido cuando tenía 18 años por un grupo de personas que vestían chalecos de policías, conoció a Diéguez Caballero, “cuando me sentía vencida por la impunidad, por la injusticia y la corrupción que he ido descubriendo cada día más”.

Cuando había leído la mitad del libro “expresé a la autora que me sentía amada y animada por las descripciones precisas aportadas de quienes buscamos y excavamos, de los trabajos forenses que realizamos; Ileana nos ve por dentro y así lo describe en la obra”, admitió durante el acto moderado por la doctora Raquel Güereca Torres, docente de la Unidad Lerma e Integrante de la Red sobre Violencias.

Rubén Chababo, profesor de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, especialista en memoria y derechos humanos, postuló que el texto tiene un fuerte cuño latinoamericano, “lugar elegido por Diéguez Caballero para poner su mirada y es una voz atada a otra lengua la que inaugura su texto y que viene del siglo pasado, que aúlla casi como un animal herido frente a lo injusto”, misma voz de la poetisa rusa Anna Ajmátova quien padeció la arrogancia del poder.

“Este libro de dolor y resistencia del amor se adentra en el corazón de la tragedia mexicana y la lectura en los mismos días en que comenzaron a caer las bombas sobre Ucrania dividía mi atención entre constatar la capacidad infinita de resistencia de la sociedad civil y ver cómo ciudades y cuerpos de la escena europea se iban pulverizando”, añadió.

El investigador señaló que los cuerpos liminales, con algunos rasgos diferenciales, suceden en México, pasando por Guatemala, Perú, Venezuela y Argentina, frente al poder estatal en la producción no sólo de muertos sino de ausentes.

“Hace años, es mi adolescencia, México era para mí la región más transparente, yo me acunaba en los poemas de Paz, en los versos de Tablada y Valverde y dialogaba con los muertos de Rulfo en Comala, pero esa región transparente ya no existe, el cielo se ha ensombrecido y la casa refugio de tantos se ha convertido en el sitio de la gran matanza. Sin embargo, frente a tanta desazón es posible encontrar zonas de luz y transparencia que se construyen en la lucha contra el poder”, enfatizó.

Darwin Franco, profesor de la Universidad de Guadalajara, destacó que los desaparecidos son un asunto que se tiene que hablar en plural y “el texto es una apuesta a la memoria desde el amor y es altamente valioso que se escriba a partir de un conocimiento horizontal, donde las familias explican de forma específica que nos permite conocer el amor y esa esperanza que se leen a partir de los testimonios, pues las buscadoras nos han cambiado la vida”.