• Ante la pandemia por COVID-19 existe un contexto adverso que ha agravado la violencia doméstica, los problemas económicos y el desempleo, lo cual ha generado el aumento del estrés.

Por: Redacción/

El fomento de conductas prosociales permite una mejor convivencia que se puede aplicar al interior de las familias, consideró la doctora Marisol Pérez Ramos, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La académica del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa expuso que dichas conductas pueden promoverse mediante la generación de un ambiente estable en casa, el establecimiento de estilos de crianza positivos y el impulso de valores sociales.

Al dictar la conferencia La dificultad de ser prosocial en contextos adversos. Una explicación desde la fisiología, el comportamiento y la expectativa cultural como parte del Ciclo de conferencias Miércoles en las Ciencias Sociales y Humanidades, dijo que también resulta importante regular el estrés, detectar y controlar la ira; fomentar la asertividad conductual; mantener el contacto social, y construir un lugar seguro desde donde conectar.

De acuerdo con la doctora Pérez Ramos los comportamientos prosociales son los intentos de satisfacer la necesidad de apoyo físico y emocional de otra persona y son conductas voluntarias que se adoptan para cuidar, asistir, confortar y ayudar a otros, por lo tanto, implica el fomento de conductas como el ofrecimiento de apoyo, la solidaridad, la tolerancia y la cooperación.

“Para que este comportamiento sea parte de nuestras habilidades sociales complejas tiene que haber una educación en edades tempranas y una de las condiciones para generarla es la existencia de estabilidad en el ambiente y en el contexto en donde el individuo se desarrolle”.

La investigadora indicó que cuando se habla de conducta prosocial aparece el término de empatía que significa comprender y valorar las emociones de los demás.

Ante la pandemia por COVID-19 existe un contexto adverso que ha agravado la violencia doméstica, los problemas económicos y el desempleo, lo cual ha generado el aumento del estrés.

“En México hasta finales de 2020 había una tasa estimada de 11.7 por ciento de desempleo de la población económicamente activa, lo que equivaldría a alrededor de seis millones de personas y 44 por ciento de la población ocupada se enfrenta al riesgo de sufrir afectaciones como reducción de horas o salarios.

“Durante la pandemia la ocupación informal descendió hasta un 47.7 por ciento, lo que supone una baja histórica causada no por la formalización, sino por una importante pérdida de empleos de trabajo informales, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo”, detalló.

El ser prosocial a nivel comunitario –dijo la doctora Pérez Ramos– es un proceso muy complejo, multinivel y multisistémico que depende de diversos factores y “nos permite estar mejor dentro del caos que se vive en la actualidad”.

La docente hizo hincapié en no estar aislados, mantener el contacto colectivo, hablar con los amigos y familia, así como expresar las emociones que se experimentan en momentos como éstos en los que predomina la incertidumbre.

Aun cuando el estrés está presente en nuestra vida y es parte de la motivación para realizar cosas, es necesario regularlo, por lo que una de las estrategias puede ser mediante la Teoría Polivagal, la cual explica que se cuenta con tres sistemas de reacción en el organismo, el más saludable es el que reacciona a la interacción humana, generando empatía.

La investigadora aseguró que todas estas ideas surgieron a partir del trabajo realizado con familias en sus casas y en comunidad que dieron como resultado el libro Planeación, desarrollo y una experiencia de investigación-intervención psicosocial con familias en comunidad, el cual conjunta tres años de estudios en regulación del estrés y emocional, expresión emocional y entrenamiento conductual.