• El miedo paraliza, pero una vez solventado el riesgo no dudemos de que Donald Trump volverá a la escena pública como un duro opositor, alegando un supuesto fraude y poniendo en entredicho cualquier acción del presidente Biden.

Por: María Manuela de la Rosa A./

Después de cuatro años de exabruptos, la institucionalidad parece que se restablecerá en la Casa Blanca y el mundo tendrá un interlocutor serio que será garante de certidumbre, a través de una relación respetuosa, madura y confiable, pero que también hará valer el poder norteamericano para defender sus intereses hegemónicos.

Luego de la toma del Capitolio, se espera que no haya otro intento por evitar la toma de posesión de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, porque además  15,000 efectivos de la Guardia Nacional han tomado ya la sede del Congreso y zonas aledañas para blindar el lugar, además de que el FBI toma medidas para evitar posibles revueltas en las diversas capitales de los 50 estados de la unión americana. En tanto, ya se está procediendo legalmente contra los responsables de la invasión a la sede legislativa, en donde por lo pronto no figura el principal incitador y actual inquilino de la Casa Blanca.

Al parecer Donald Trump ha quedado neutralizado, sobre todo ante la posibilidad muy real de ser sometido a juicio político. Y puede que esta actitud sea la respuesta a la reunión que recientemente tuvo Trump con el vicepresidente Mike Pence, quien luego de esto manifestó su desacuerdo con el juicio, de lo que se deduce que pudiera haber negociado su posición; sin embargo, el vicepresidente dejó muy claro que respetaría su juramento de defender la constitucionalidad.

El miedo paraliza, pero una vez solventado el riesgo no dudemos de que Donald Trump volverá a la escena pública como un duro opositor, alegando un supuesto fraude y poniendo en entredicho cualquier acción del presidente Biden. Veremos si es así. Porque de hecho ya anunció el inicio del trumpismo.

Es muy probable que el cambio se hará notar desde este miércoles 20, ya que se espera que Joe Biden no sólo está dispuesto a retomar el liderazgo mundial, sino que comenzará su gestión con órdenes ejecutivas para tomar las riendas de las crisis que enfrenta el país. En primer lugar, para enfrentar la pandemia, que se ha salido de las manos, como ya lo prometió en su campaña; así que designará un grupo especial de científicos que diseñen estrategias urgentes, en donde seguramente participará el Doctor Anthony Fauci, quien ha estado trabajando con Trump, aunque sin ser escuchado.

Biden señaló que dispondrá la obligatoriedad del uso de cubre bocas en todo el país; ampliará al máximo las pruebas diagnósticas para Covid-19;  impulsará la producción de  material y equipo médico; y establecerá la gratuidad y universalidad de las vacunas, para que también sean incluidas las personas que no cuenten con seguro médico. De ser así, no sólo habrá tomado una decisión contundente contra los contagios, sino que reactivará la economía, porque estas acciones implican fuentes de empleo.

Asimismo reincorporará a Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud, de la que Trump se deslindó.

Otra de sus prioridades es abrir la economía, para lo cual echará mano de su experiencia legislativa y como negociador, a fin de lograr consenso entre los legisladores para que apoyen un paquete de estímulos para enfrentar las consecuencias de la pandemia que han afectado a muchas familias y a pequeños empresarios. Por lo cual propuso desde su campaña un plan para generar empleos por 700 millones de dólares, aunque el costo lo asumirán las grandes corporaciones y los más ricos, a quienes pretende incrementar el gravamen.

Biden es un hombre comprometido con el medio ambiente, por lo que tiene proyectado grandes inversiones en el sector de energías renovables, contrariamente a los planes del gobierno mexicano, que ha apostado por los hidrocarburos. Y por ello ratificará el Acuerdo de París, pacto que abandonó Trump en el 2017. Y como para su gobierno será una prioridad impostergable, es muy probable que una vez solventada la crisis de la pandemia, organice una cumbre con las principales industrias contaminantes del planeta a fin de llegar a acuerdos que limiten las emisiones de efecto invernadero.

Biden no improvisa, como su antecesor, pues tiene preparado un plan de dos billones de dólares contra el cambio climático, para transformar la industria en energías limpias, que busca una economía de cero emisiones a mediano plazo, a más tardar para el 2050. Y esto incluye regulaciones y la implementación de estándares ambientales, en donde México tendrá que alinearse.

Sin duda el proyecto de Biden es muy ambicioso y genera esperanza en muchos sectores progresistas del mundo, puesto que también quiere hacer una reforma judicial, en donde destaca, además de cambios estructurales en el poder judicial,  cambios sustanciales en la justicia criminal, consciente de que la pena corporal de cárcel ha resultado infructuosa muchas veces, sobre todo tratándose de delincuentes motivados por las adicciones, por lo que pretende atacar el mal de raíz, apoyando a los adictos y dando un trato más humano a los convictos y ex convictos para una exitosa reinserción social.

En el tema migratorio promete mayor tolerancia y ya anunció que enviará al Congreso un plan encaminado a la ciudadanía para más de 11 millones de indocumentados. Y quiere que unos 700 mil Dreamers puedan quedarse legalmente en el país, para que, posteriormente adquieran la nacionalidad estadounidense.

Estados Unidos muy probablemente marcará la pauta en el mundo desde la llegada de Joe Biden, que se verá reflejado en cambios en la geopolítica.