Por: Redacción/

Poco más de 100 años después de la “mal llamada gripe española”, cuando imperaba el consenso en favor del neoliberalismo y el optimismo en que las pandemias eran cosa del pasado gracias al progreso de las ciencias médicas, “el mundo enfrenta un momento inédito” con la propagación del COVID-19 que lo ha llevado a debatir la posibilidad de cambiar paradigmas, no sólo en el terreno de la salud, sino en los ámbitos económico y político.

En lo anterior coincidieron los historiadores Claudia Agostoni Urencio y Alejandro Estrella González, al participar en el primer foro académico Investigación UAM presente ante la pandemia, convocado por la Dirección de Apoyo a la Investigación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Catástrofe y crisis en la historia fue el tema abordado por la profesora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el docente del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa, al que también pertenece el doctor Carlos Illades Aguiar, quien moderó la reunión.

La peste negra en el siglo XIV en Europa; la viruela en la conquista española; el cólera, en el siglo XIX en México; la fiebre española de 1918-1919; el VIH a partir de 1981 y el coronavirus de 2019 han provocado catástrofes en distinto grado por las cuantiosas pérdidas de vidas humanas; las secuelas económicas; el impacto en los patrones de convivencia comunitaria; la gestión estatal; las políticas sanitarias y en la medicina misma, dijo el doctor Carlos Illades, miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia.

El profesor consideró que la dimensión geográfica de la gripe española de hace un siglo y el contexto de crisis en el cual ocurrió es un buen punto de partida para abordar los efectos del COVID-19.

Al referirse a la “mal llamada fiebre española” –una vez que algunos estudios establecen que comenzó en Estados Unidos– y los cambios que provocó en México, la doctora Agostoni Urencio señaló que la expansión duró cerca de seis meses, enfermó a casi un tercio de la población mundial –500 millones de habitantes– y causó la muerte de 50 millones de personas.

En su segunda ola, en el otoño de 1918 llegó a México, donde su manifestación fue desigual, ya que el país estaba inmerso en la fase armada de la Revolución Mexicana y la mayor parte de la población estaba debilitada por la guerra civil y el hambre. “Llegó en el peor momento” a una nación frágil en cuanto a la fortaleza de la gente y también económica, política y socialmente; estimaciones indican que causó más de 40 mil muertes.

Ante la fragilidad del sistema sanitario –había dos mil 500 médicos diplomados para 15 millones de habitantes– la autoridad respondió con cuarentenas, separar a sanos y enfermos y asilamiento forzoso, entre otras medidas, “pero no se pudo hacer gran cosa”.

Respecto de los cambios que pudieron sucederse a partir de esta experiencia en el sector salud, la autora de Médicos, campañas y vacunas. La viruela y la cultura de su prevención en México, 1870-1952, dijo que hoy existen estudios sobre los efectos de la crisis sanitaria, pero “durante décadas no se estudió y quedó por completo en el olvido”.

La contingencia “no resultó en cambios notables” o al menos no fue lo que alentó transformaciones. “Si se revisa la referencia de los programas sanitarios implementados al término de la Primera Guerra Mundial o de la revolución no hay alusión alguna al impacto de la influenza”, por eso algunos autores hablan de “la pandemia olvidada”, porque no quedó en el relato histórico.

El doctor Estrella González comentó que a nivel económico hay estimaciones generales, pero es difícil poder medir las secuelas, “lo que sí parece claro es que no hubo un efecto a largo plazo muy fuerte en ese ámbito”.

A finales de 1918 se ubica el momento de mayor caída en la economía, sin embargo, rápidamente creció y no hubo una consecuencia de la peste de larga duración. El motivo puede ser que el mundo estaba menos interconectado que ahora y después de la guerra esa conexión se tornó más intensa y más integrada. Esta fase temprana de finanzas globales es lo que quizás hizo que los resultados de la crisis sanitaria no fueran tan duros”.

La doctora Agostoni Urencio advirtió que durante el siglo pasado hubo una suerte de celebración de los progresos, una percepción de que las epidemias eran acontecimientos que ya habían quedado atrás gracias al progreso de las ciencias médicas, al aumento de la esperanza de vida, el conocimiento de las causas terapéuticas de múltiples padecimientos, operaciones menos invasivas y mejor manejo de emergencias.

“Partimos de un final de siglo XX en el que el optimismo y el sueño de la conquista de las enfermedades infecciosas prevalecían”, y por otra parte se dejó de lado la intervención en los determinantes sociales de la causa de múltiples padecimientos, en ese sentido frente a la actual pandemia “arrancamos con dos pies izquierdos: por una parte, la supuesta conquista de las enfermedades infecciosas y, por otra, la no inversión en infraestructura y promoción de la salud”.

Lo que está a la vista, en particular en el país, es un sistema público muy fragmentado, con carencias básicas que ya se observaban incluso antes de la crisis de influenza de 2009.

Desde entonces se propuso invertir en investigación y fortalecer los programas sanitarios, sin embargo, esto “no aconteció y hoy “estamos en un momento inédito en el que la circulación del virus es igual de rápida que la de las ideas, las noticias y las imágenes”.

Es necesario hacer un llamado de atención a la comunidad médica nacional e internacional para propiciar un cambio profundo en el impulso de la salud, así como la cooperación en investigación y en la preparación para próximos momentos de emergencia epidémica.

El doctor Estrella González expuso que hasta hace poco había consenso en favor del neoliberalismo y se daba por hecho, “como que sale el sol cada día”, pero el patógeno ha creado un efecto mucho mayor que cualquier tipo de ideología o de organización que “hayamos sido capaces de crear”.

El presupuesto del neoliberalismo –que concibe a las personas como individuos y votantes– queda en suspenso, en tanto que las políticas estatales han intervenido no pensando en los individuos, sino en la población y las instituciones sanitarias que la cuidan, es decir, “nos recluimos no para salvarnos cada uno de nosotros, sino para evitar que colapse el colectivo”, y esto “es muy importante” porque representa una ruptura con la idea del individuo egoísta que busca maximizar beneficios.

Ahora se habla de la necesidad de una mayor intervención del Estado para tener sistemas de salud fortalecidos y que ante otra emergencia éstos no colapsen, además de que debe intervenir para reorientar la economía hacia nuevos nichos.

Estos elementos no estaban sobre la mesa y el debate queda abierto sobre hasta dónde estas transformaciones se llevarían a cabo no, porque implican un cambio de paradigma y dar contenido depende de muchas variables, incluidas las diferentes capacidades de los estados para realizarlo.

Los foros La investigación UAM presente ante la pandemia tienen como objetivo constituirse como espacio de encuentro virtual entre profesores de la Casa abierta al tiempo, la comunidad universitaria y la sociedad para que mediante charlas en video los especialistas en diversos campos del conocimiento –humanístico, científico, tecnológico y artístico– analicen los complejos desafíos ante la contingencia y permitan difundir los trabajos de indagación y proyectos en curso.