Por: Redacción/

En los últimos cien días, los hábitos de millones de mexicanos se han modificado por la voluntad del Presidente de la República; existe una afectación a la vida institucional, fragilidad en el Estado de Derecho, está sembrada la semilla del pesimismo en la economía y los negocios, y la nueva relación con la sociedad, basada en el clientelismo, ha dejado más dudas que certezas en el cambio que muchos anhelaban.

Así lo expresó el Coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional, Juan Carlos Romero Hicks, al hacer un balance de los cien días de la nueva administración federal, en donde destacó el desenfrenado activismo del Presidente para descalificar a los adversarios, minimizar los tropiezos de su gobierno y regodearse en sus ocurrencias durante las conferencias de prensa de las mañanas y en sus mítines políticos.

“Como oposición no estamos en contra del estilo que ha impuesto el Presidente, eso no nos corresponde, pero nos preocupa el fondo: el saldo negativo dejado en los órganos constitucionales autónomos y en los actores políticos contrarios a su partido MORENA”, apuntó.

Romero Hicks hizo un recuento durante los primeros cien días de este gobierno. Al inicio de la administración el Presidente López Obrador puso en la calle indiscriminadamente a miles de servidores públicos, sin revisar su historial laboral y sin considerar su calificación para el trabajo, exhibiéndolos y socavando sus mínimos derechos como trabajadores.

Romero Hicks dijo que habido una intromisión al Poder Judicial de la Federación, utilizando un elemento contra lo que no hay defensa: los altos sueldos de sus integrantes. Después actuó por debajo de la mesa en la elección del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo que ha desembocado en una constante comunicación e insana coincidencia política entre los dos poderes.

Destacó en este recuento, la renuncia de Janine Otálara a la Presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, (TEPJF), descalificada por MORENA después de las resoluciones que emitió por las elecciones para Gobernador de Puebla y que no le fueron favorables al partido del Presidente de la República.

“Debilitar o capturar los espacios de poder es una de las características del Presidente López Obrador, Sin pudor alguno ignoró las críticas y apoyó a un nuevo Presidente del TEPJF, desapareciendo a Janine Otálora del mapa político”.

Romero Hicks continuó: “Y utilizó estrategia de debilitar o capturar a los organismos autónomos cuando propuso a uno de sus cercanos para ocupar la recién inaugurada Fiscalía General del República, borrando de un plumazo cualquier intento de autonomía de este organismo del Estado Mexicano”. El coordinador de los legisladores panistas destacó que las propuestas de candidatos a ocupar cargos institucionales han dejado mudo a más de uno, pues no cuentan ni con los conocimientos, ni la preparación para ocupar los puestos vacantes en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Comisión Reguladora de Energía, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano y otros organismos de comunicación.

El lenguaje bravucón que exhibe el Presidente cada mañana, descalificando los órganos autónomos, es la gran barrera que levanta para eludir sus responsabilidades como Jefe de Gobierno; de otra forma, es inexplicable que no haya hecho eco a la llamada de atención del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI) que, por la reducción presupuestal, no podrá realizar en este año 14 encuestas vitales para la toma de decisiones en materia de política económica y social en el país.

“Acción Nacional no le ha escatimado al Presidente el más común de los sentidos’: ‘el sentido común’ y le hicimos ver que su propuesta de Guardia Nacional no caminaba con el diseño original, le dijimos que era necesario escuchar a la Sociedad Civil y a final de cuentas, con él trabajo organizado de la oposición, le dimos a México el cuerpo que deberá hacer frente a la prioridad que reclaman los mexicanos: la seguridad en sus hogares y negocios”, indicó.

El dirigente parlamentario considera que hay focos rojos encendidos en la gestión económica de la administración pública por errores de conocimiento de los problemas, de experiencia, de pericia e inclusive hasta de generosidad política. Un botón de muestra fue el desabasto de gasolina que sufrió el país a inicios del año, acompañado del silencioso incremento al precio de los combustibles, en sentido contrario a lo ofrecido por López Obrador en campaña.

Ha habido bloqueos a las vías del tren en Michoacán y paralización de mercancías que vienen por mar a México; hay huelgas de trabajadores en las maquiladoras del norte del país, también en las Universidades de Chapingo y la Autónoma Metropolitana; hay malos augurios económicos por la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; las calificadoras internacionales han bajado el grado de inversión a la principal empresa del Estado, PEMEX, y a la Comisión Federal de Electricidad. La cereza del pastel en todo esto es el claro desprecio del Presidente de la República a los ciudadanos de la sociedad civil, a quienes les ha llamado conservadores y corruptos, exhibiéndolos ante la Nación sin darles el derecho a ser escuchados. Y lo mismo ocurrió con su decisión unilateral de cancelar la Reforma Educativa y eliminar el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE).

Punto y aparte merece la cancelación del Programa de Estancias Infantiles y los Refugios para Mujeres Maltratadas y sus hijos, lo que provocó la reacción de los diputados del PAN que presentaron innumerables amparos a fin proteger a los miles de niños y niñas para mantener a salvo su derecho humano al bienestar, el cual les ha negado el Presidente, con el argumento de transparentar la entrega de recursos, sin detenerse a ver las implicaciones de su decisión.

Romero Hicks aseguró que esta estrategia desnuda el clientelismo del gobierno en su afán de construir una base de solicitantes de los apoyos gubernamentales, a los que usará llegado su momento para sus fines electorales. En política internacional, el gobierno del Presidente López Obrador ha sido un fiel seguidor del dictador venezolano Nicolás Maduro, a quien invitó a ingresar en suelo mexicano el día de su toma de posesión.

Por lo demás, no ha habido política exterior que valga la pena instrumentar para este gobierno, que piensa que el mundo acaba hasta donde llegan las fronteras y los puertos mexicanos.