Por: Redacción/

Bandas de delincuentes en Guerrero “son las manos ejecutoras” de transnacionales mineras para las que las comunidades no representan vida”, sino un obstáculo” a sus proyectos, denunció Evelia Bahena García, quien compartió su testimonio como activista en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En la presentación del libro Evelia, del cineasta y guionista Alejandro Pedregal, la luchadora social cuestionó que la mayoría de los medios de comunicación de México omita que gran parte de los desplazamientos de pobladores, los asesinatos y los desaparecidos en esa entidad es causa de grupos criminales que se enriquecen al garantizar un control en beneficio de las corporaciones mineras, ya que “son la mano ejecutora de las empresas”.

Pese al cambio de gobierno en diciembre de 2018, en Guerrero la situación persistirá mientras no se vayan las compañías, porque siguen ocasionando el desalojo de familias, así como el aumento de muertos y desaparecidos, pues “en ningún lado, en ninguna experiencia nacional e internacional, he visto que las mineras hayan impulsado el progreso y, al contrario, propician destrucción y pueblos enteros que ya no existen”.

Bahena García relató que fue acusada de ejercer la prostitución por trabajar con más de cien varones, “muchos de ellos machistas que golpeaban a sus mujeres y sólo su palabra valía”, pero también “me preguntaban: ¿ahora qué sigue doña Evelia?” y algunos dejaron de ser controladores “porque también querían luchar para vivir y hay un punto en el que por esa necesidad cambias usos, costumbres e ideología”.

La activista sostuvo: “a lo mejor fui sumisa, abnegada, callada y obediente, pero las veces que me intentaron matar en la montaña decía: ‘mejor morir aquí, defendiendo a la gente, que en las manos del sujeto que amaba’, pero hoy lucho y quiero vivir para que mis hijos tengan un futuro, aunque no uno así de desastroso, en un lugar contaminado y de muerte”, sino otro muy diferente en el que puedan salir adelante.

Pedregal, investigador del Departamento de Cine, Televisión y Escenografía de Aalto de Helsinki, dijo que conoció a Bahena García mientras estudiaba el caso de los dirigentes sociales Alberta Cariño y el finlandés Jyri Jaakkola, asesinados en 2010 y, al escucharla, “pensé que debía contar su vida”.

Al margen de su drama personal e historia vital que de por sí resulta “interesante para mi formación como narrador vinculado con el cine y la literatura de no ficción, así como investigador académico”, dos aspectos llaman la atención: la visión totalizadora que transmite del conflicto y la capacidad de abstracción para observar la connivencia entre tres entes que son las transnacionales mineras, el crimen organizado y las fuerzas coercitivas del Estado.

Eso “me impresionó desde el primer momento, porque además es algo que tantos expertos e investigadores pasan por alto y en los medios se suelen hacer relatos parcializados que evidentemente responden a intereses en algunos casos muy claros”, pero que no cuentan la dimensión social, histórica, político-económica y total del conflicto.

Su condición de mujer en este conflicto es también muy relevante, porque una persona que ha sufrido la violencia machista es capaz de vincularse a luchas colectivas que le permiten fortalecerse como persona y salir de ese drama personal.

En esa misma semblanza femenina hay algo que pone en cuestión algunos de los arquetipos asumidos incluso en la izquierda, como aquel del héroe masculino desentendido de sus vínculos más personales, pero que se enfrenta a la opresión por una causa mayor.

Hay algo en ellas que juegan un papel importante en la lucha contra las mineras y vinculado al rol –adjudicado por el patriarcado vinculado al capitalismo– en la reproducción social y la economía no productiva, pero como activista Bahena García transmite un vínculo con sus hijos, “el bienestar y el futuro de ellos, lo que la acerca más a una preocupación por su comunidad, la tierra, el aire y el agua, elementos esenciales para la vida”.

Evelia es una historia que “va más allá de un drama personal, se trata de algo que tiene que ver con una multitud de gente en el momento histórico que vive México y sus cifras de desplazados y asesinados”; por eso era algo que había que contar.