Por: Redacción/

Un diálogo estético entre el arte y la historia de México –que pasa por la mitología indígena y abre una ventana a la conflictiva diversidad del México contemporáneo– propone la exposición itinerante Aguipiente y Serguila, un México para armar, del artista plástico mexicano Rafael Perea de la Cabada (Ciudad de México 1961), reinaugurada hoy.

La muestra que inició su recorrido en septiembre de 2019 en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana –en el marco de las celebraciones por el 45 aniversario de la Casa abierta al tiempo– fue reabierta en la Sala Leopoldo Méndez de la Unidad Xochimilco, en un acto encabezado por los doctores Eduardo Peñalosa Castro y Fernando de León González, rector general de la UAM y rector de esa sede académica, respectivamente.

La propuesta busca “descolocar –al espectador– de la vida universitaria, deleitar los sentidos, y acaso, moverlos a una reflexión” sobre la tarea de “armar con confianza y conciencia un México auténticamente justo, libre, democrático y progresista”, señala el curador Jorge Isaac Egurrola.

Aguipiente y Serguila despliega tres momentos: en el centro del recinto queda emplazada La nueva mexicanidad, una escultura de luz en técnica mixta –fierro forjado y soldado, vidriera en técnica copper foil con incrustaciones de acero y madera ensamblada y tallada a mano– en la que “la realidad diversa y fracturada de México actual representa retos, oportunidades y aspiraciones”.

En el entorno de la multicolor escultura, una serie de cuadros en técnica mixta sobre papel y una más pequeña escultura “que revelan nuestro contradictorio proceso de cambio, donde la lucidez, la voluntad y la fuerza espiritual de los mexicanos siempre habrá de imponerse”, afirma el maestro Egurrola.

Hay un segundo componente cuyo título convoca a no olvidar a Los que nos faltan, en alusión a los 43 jóvenes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, “esas 43 huellas, esos 43 rastros aún extraviados que nos gritan ¡que nadie falte! Porque cada ausencia nos sepulta, nos vacía”. Se trata de una instalación de 20 pinturas en técnica mixta sobre papel; 20 esculturas de cerámica horneada que corresponden a cada pintura, y una más en forma de plato con una huella.

El tercer elemento lo conforman dos cuadros de gran formato La victoria –que no se exhibió en su presentación en la sede de Iztapalapa– y México para armar, en la que la mujer ocupa un papel protagónico. En la primera, erguida tras el triunfo en la batalla, levantando a los guerreros, y en la segunda, “como una madre generosa y recia, dispuesta a dar vida a la nación”.

El doctor Peñalosa Castro dijo que la UAM tiene la encomienda de brindar educación y generar conocimiento, pero también de difundir las distintas expresiones artísticas y construir un acervo gráfico, escultórico, pictórico y arquitectónico, con el propósito de preservarlo y compartirlo con la comunidad y ofrecerlo a la sociedad en su conjunto.

Esto resulta fundamental en un momento histórico que “nos exige entablar diálogos, buscando reconciliar nuestra historia con nuestro presente”. Aguipiente y Serguila propone justamente eso: una ventana para reconocer “nuestra identidad como miembros de una comunidad que enaltece la inclusión y el respeto, en medio de la gran diversidad de ideas, cosmovisiones, posturas e ideologías que caben en nuestra Institución”.

El doctor Fernando de León González observó que la serie de cuadros de la muestra “nos recuerda esa idea de que los mexicanos estamos heridos en nuestra alma a partir de una violencia que parece no detenerse y que sufrimos día con día, tanto en nuestra casa educativa, como en nuestros hogares”.

La exposición brinda la oportunidad, en ese sentido, para que la comunidad universitaria reflexione sobre la necesidad de “pacificarnos desde la universidad y de que la institución sea también factor de pacificación”, en una sociedad que requiere sanar, reconfigurarse y replantearse su futuro, a partir del hecho de que “los no violentos somos la mayoría de la población mexicana”.

El maestro Rafael Perea de la Cabada, a quien no le fue posible asistir a esta ceremonia, es avecindado desde hace más de 30 años en Santa Bárbara, California. Ha desplegado una fructífera trayectoria como artista plástico, destacando en numerosas expresiones artísticas como pintura, grabado, escultura e instalación, escenografía teatral, arte público y curaduría.

En esta exposición, en palabras del maestro Egurrola, el artista ofrece una colección inspirada en el relato fundacional que une y confronta al águila y la serpiente, así como una interpretación desde la desgarrada realidad del México contemporáneo, repleta de anomias que al mismo tiempo impulsan y frenan su transformación; desde este país que reclama un acoplamiento nuevo para reconstruirse y ganar su futuro.

Entre los asistentes a la ceremonia inaugural estuvieron las doctoras Claudia Mónica Salazar Villava, secretaria de la Unidad Xochimilco; Beatriz Araceli García Fernández, coordinadora de Docencia; Dolly Espínola Frausto, directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, y Elsa Muñiz García, coordinadora de Extensión Universitaria de ese campus.