Por: Redacción/

El doctor Atar dirige el único hospital operativo del Estado del Alto Nilo en la ciudad de Bunj, situada al noreste del país africano, y a más de 600 Kilómetros de la capital del país, Yuba.

El centro sanitario donde Atar pasa consulta tiene como objetivo atender a más de 200.000 personas, 144.000 refugiados del estado del Nilo Azul en Sudán y a los 53.000 habitantes del condado sudsudanés de Maban.

Su equipo realiza una media de 58 operaciones semanales con graves limitaciones de suministros y equipamiento médico, como la falta de anestesia general, un solo quirófano iluminado únicamente con una bombilla y la dependencia energética de generadores que a menudo dejan de funcionar.

“Estamos aquí para salvar vidas, no para estar sentados”, afirma, y añade que “en este quirófano no hay lugar para la holgazanería. Todos somos iguales. Somos un equipo”, dijo.

Atar puede llegar a trabajar hasta 48 horas seguidas y en todo momento está de guardia. Vive en una tienda de campaña cercana al hospital, separado de su familia que se encuentra en Nairobi, Kenia, y a la que visita unas tres veces al año para recuperarse de su agotador trabajo como médico.

El galeno se mostró satisfecho por recibir el galardón que tiene una dotación en metálico de 150.000 dólares.

“El premio es bueno para nosotros, para el hospital y para nuestro entorno y nos permitirá tener recursos adicionales y continuar salvando vidas en esta área aislada donde no hay casi nada (…) He dividido las necesidades en tres apartados: estructuras, equipamiento y la formación del personal”.

Un acto de heroísmo y dedicación en medio de la tragedia

Esta delicada situación se produce en el contexto de una guerra civil de cinco años de duración que ha provocado una gigantesca crisis humanitaria que Naciones Unidas considera como la tercera mayor crisis de refugiados a nivel mundial.

De hecho, según las cifras de ACNUR el país cuenta con casi dos millones de desplazados internos a los que se le ha de añadir otros dos millones y medio refugiados en países vecinos.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, destaca las catastróficas consecuencias del conflicto al firmar que “ha tenido un impacto devastador en millones de personas forzadas a huir de sus hogares, o cuyas vidas han quedado destrozadas por el conflicto, la violencia y la inseguridad alimentaria”.

“Sin embargo, incluso en medio de la tragedia, surgen actos de heroísmo y dedicación a los demás”, dijo sobre el doctor Atar a quien considera “un brillante ejemplo de profunda humanidad y altruismo” que ha conseguido evitar la muerte de miles de personas.

Una vida dedicada a atender a los pacientes de situaciones de conflicto

Tras dirigir durante doce años un hospital situado en el Estado sudanés del Nilo Azul, afectado por un grave conflicto armado, “cuando llegué, el hospital era como un enorme retrete, lo único que quedaba era una mesa de quirófano”, se trasladó con su equipo médico al condado sudsudanés de Maban el año 2011.

A su llegada a Bunj instaló un quirófano en un centro de salud abandonado y, desde entonces, se ha dedicado a consolidar la financiación del hospital y a la formación de jóvenes.

El año pasado un 71% de sus pacientes quirúrgicos fueron refugiados, pero Atar mantiene el compromiso de atender a cualquier persona que precise tratamiento, independientemente de su origen, una situación que le ha servido para obtener el respeto tanto de los refugiados como de las comunidades locales.

El doctor Atar recibirá este lunes el galardón en Ginebra, en una ceremonia donde la embajadora de buena voluntad de ACNUR y actriz Cate Blanchett, dará el discurso inaugural, y que será presentada por la actriz sudafricana y promotora de la campaña LuQuLuQu de ACNUR, Nomzamo Mbatha.

La presentadora de radio y televisión británica Anita Rani será la encargada de transmitir la ceremonia en directo desde la página de Facebook de ACNUR.