Por: Redacción/

El año que comienza será desafiante para todos los sectores del país y en el que estará a prueba nuestra capacidad para enfrentar y superar las crisis que vive México. Quizá la última llamada para rescatar un sexenio que, lejos de cumplir las altas expectativas que generó, hoy ya pareciera perdido.

A prueba estaremos todos: el sector público, la sociedad civil, los órganos autónomos, los poderes judicial y legislativo, los gobiernos de los Estados, los congresos locales y ayuntamientos, los partidos políticos, la iniciativa privada, los trabajadores, la gente del campo, los universitarios y artistas y una ciudadanía que tiene cita electoral el primer domingo de junio.

Así lo afirmó Juan Carlos Romero Hicks, coordinador del Grupo Parlamentario de Acción Nacional en San Lázaro y advirtió que el tamaño de las crisis es de tal magnitud que reclama respuestas efectivas, no ideologizadas y mucho menos electoreras toda vez que no sólo está en juego la urgencia de recuperar una auténtica normalidad sino el riesgo de que las cosas pueden complicarse aún más.

En este momento no hay quien pueda pronosticar con certeza el fin de la Pandemia, siquiera su aminoramiento, por lo que la colaboración decidida, generosa y solidaria de todos no puede regatearse.

Lejos de alentar la polarización y el enfrentamiento que únicamente complicarían el escenario, Romero Hicks subrayó que cada sector debe actuar con prontitud.

El gobierno tiene la obligación de responder con legalidad, austeridad, realismo y eficacia para poner en marcha las políticas adecuadas. Finalmente le llegó la hora de evaluar con seriedad si las inversiones absurdas en la refinería, el Tren Maya o el aeropuerto de Texcoco son las que hacen falta para la recuperación del país y justifican canalizar ahí millones de pesos que urgen en otras áreas.

Es tiempo de generar confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros que, sin su participación, México no saldrá adelante. El Estado de Derecho, la certidumbre en la apertura de sectores y desterrar de una vez por todas experimentos absurdos como la pretendida Ley del Banco de México, el aumento de fiscalización al contribuyente, la cancelación de proyectos con base en votaciones populistas, o privilegiar el manejo monopólico del Estado en el sector energético no pueden ser más la cristalización de las ocurrencias.

“El Ejecutivo no tendrá más alternativa que poner los pies en la tierra y hacer que sus datos se apeguen a la realidad y no más un proyecto ideológico de transformación que ya no podrá concretarse. Debe procurar la reactivación económica, la seguridad y el combate efectivo, no simulado, a la corrupción.”, expresó el diputado guanajuatense.

Y quizá la tentación mayor para el gobierno será respetar el proceso electoral de mitad de año, dar la garantía de imparcialidad y no participar activamente con todo el aparato que ha diseñado a través de sus apoyos clientelares a sectores necesitados o de los omnipotentes delegados federales en cada una de las entidades.

Por cuanto, a los poderes Legislativo y Judicial, manifestó que tendrán la responsabilidad de actuar como auténtico contrapeso de un poder central autoritario y velar por los intereses reales de una población urgida de salir de la peor crisis económica de los últimos 100 años.

Las leyes y la aplicación de las mismas tendrán que atender las múltiples carencias en materia educativa, sanitaria y de seguridad y ya no más experimentos facciosos que únicamente ahuyentan capitales y la creación de empleos.

El sector privado está obligado a ser lo más creativo posible para superar la crisis, mantener los empleos e invertir. Seguramente con respaldos oficiales deberá mantener la planta productiva y, al mismo tiempo, enfrentar el nuevo reto del Tratado Comercial con los Estados Unidos, ahora bajo la batuta de los demócratas, tradicionalmente reacios a la apertura.

El año que comienza es también la hora de los intelectuales y los científicos para marcar el rumbo que enfrente con éxito la Pandemia e identifique las alternativas por donde deberá transitar la sociedad mexicana el día que termine la actual pesadilla. Sobre todo, en el cuidado al tema educativo, teniendo las escuelas cerradas y al renglón diplomático en el mundo.

Los partidos políticos tienen el compromiso de acercarse a la gente, escucharla, interpretarla y ofrecerle soluciones reales, más allá de espejismos o quimeras populistas.

Y la sociedad deberá cumplir su cita con las urnas en el más grande proceso electoral en el país. Manifestar con el voto su sentir respecto al proyecto político en marcha y quiere profundizar aún más la transformación bajo una óptica centralista, autoritaria y de corte estatista como los que, sin éxito y a un altísimo costo que aún pagamos, ya ha padecido nuestro México.

En Acción Nacional los diputados federales refrendamos el compromiso de trabajar por el país y sentar las bases para una recuperación duradera que no será fácil, entrañará sacrificios y reclamará lo mejor de todos.