• Rosa María Ramírez Zamora, manifestó que a la problemática de los sismos hay que añadir el cambio climático.

Por: Redacción/

A participar en el simulacro del próximo 19 de septiembre en que se conmemora el Día Nacional de la Protección Civil, porque ese día de 1985 marcó el comienzo de una nueva etapa de solidaridad en el país, cuando un grupo de ciudadanos voluntarios trabajaron coordinadamente en acciones de búsqueda y rescate de víctimas, invitó el jefe del Servicio Sismológico Nacional, Arturo Iglesias Mendoza, durante una entrevista a distancia.

“Si nos guiamos por la historia de los sismos importantes, nos daremos cuenta a una escala más amplia, que el mes con mayor frecuencia es diciembre”, y se recordará que los sismos fuertes recientes ocurrieron en febrero y junio, explicó.

Comentó que la región de Guerrero, epicentro del sismo del pasado 7 de septiembre, es una zona del país con gran potencial de movimientos telúricos y de tsunamis, por lo que hay que estar pendientes y preparados para un nuevo siniestro.

La directora del Instituto de Ingeniería (II), Rosa María Ramírez Zamora, manifestó que a la problemática de los sismos hay que añadir el cambio climático, que trae como consecuencia la ocurrencia de otros fenómenos de desastre, como son los huracanes que ocasionan inundaciones, pérdidas humanas y materiales en Hidalgo, Veracruz y el Estado de México.

Informó que el II de la UNAM trabaja de la mano con la Ciudad de México en un Observatorio Hidrológico para cuantificar la cantidad de lluvia, que es importante para el control de inundaciones en la metrópoli y puede ayudar también al Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), a fin de evitar pérdidas humanas.

En México no tiembla más en septiembre, es una percepción que desaparece si se miden los sismos a una escala mucho mayor que la humana, como muestran los registros del Servicio Sismológico Nacional (SSN), operado por la UNAM, realizados desde hace 111 años, aclaró el secretario académico del Instituto de Geofísica, Luis Quintanar Robles.

Refirió que la costa de Guerrero es la zona que contiene la famosa brecha sísmica, una zona donde no ha ocurrido un sismo grande desde 1911, entre Acapulco y Zihuatanejo, y el cual podría causar daños catastróficos a la Ciudad de México.

Por su parte, la investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, Xyoli Pérez Campos, informó que en México ocurren en promedio 60 sismos al día. En 2020 sucedieron 30 mil 110, en 2019 hubo 26 mil 418 y en 2018 fueron 30 mil 350.

Destacó que a 36 años del sismo del 19 de septiembre de 1985 (magnitud 8.1) y a cuatro del ocurrido en la misma fecha, pero de 2017 (magnitud 7.1), en el país existe mayor conciencia de que México es sísmico y contamos con un sistema de alerta nacional que nos permite tener unos segundos de ventaja para tomar alguna acción ante la ocurrencia de un evento.

La científica resaltó que en México se utiliza la misma tecnología que en países avanzados, en términos de telecomunicaciones, cómputo GPS, almacenaje y la tecnología de los sismómetros. Sin embargo, aclaró que vamos unos pasos atrás porque no existen tantos recursos humanos, por ejemplo, hay 76 sismólogos en el país, existen menos de 100 estudiantes y apenas 14 instituciones en donde se hace investigación en sismología.

En tanto, el investigador del II, Jorge Aguirre González, señaló que en esta entidad académica se registra los sismos de gran magnitud con acelerógrafos con los cuales es posible generar mapas de intensidad, que muestran la distribución espacial de los movimientos, es decir, qué tan fuerte se sintieron en diferentes lugares.

Explicó que durante el sismo del 7 de septiembre, un millón 113 mil personas lo sintieron de manera muy fuerte; alrededor de 22 millones 450 ciudadanos lo sintieron de manera moderada y 16 mil 516 de forma leve.

Detalló que en Guerrero 20 localidades sintieron el movimiento de manera fuerte, 14 de forma moderada y las demás leve. La aceleración más grande que se captó fue en una estación de Acapulco.