Por: César Cuervo

Mucho se ha hablado y se hablará de Peyton Manning en los siguientes días y no es para menos, el mariscal de campo de Denver está, seguramente, a unos días de vivir su último partido como profesional en la NFL.

Los números y estadísticas de Manning deberían ser suficientes para recordarlo como un gran atleta, como un ejemplo de constancia y superación personal, un gran líder,  una leyenda o  uno de los más grandes jugadores de la historia, sin embargo, la falta de campeonatos ha empañado mucho la discusión sobre si Peyton, es, en realidad, uno de los más grandes exponentes del americano en la historia.

Este tipo de discusiones en el deporte, en lo personal, siempre me han parecido tontas, concuerdo en que los títulos son parte importante en el currículum de cualquier deportista, pero en el caso de los deportes de conjunto (como lo es el Fútbol Americano) resulta inverosímil exigirle a un individuo que de los resultados que sus compañeros no pueden dar.

Ridículamente, las críticas contra Manning se dan a pesar de que él ya ganó un Super Bowl, pero pareciera que para sus críticos, esto no es suficiente, ya que su récord actual en este tipo de juegos es negativo (1-2 hasta ahora), incluso hay quien demerita lo hecho por Peyton por el simple hecho de que su hermano Eli ha ganado más anillos.

Si Manning (y los Broncos) ganan el Super Bowl 50, seguramente serán pocos los que se atrevan a cuestionar la carrera de Peyton, sin embargo,  ¿Qué sucederá si Carolina gana? ¿Qué ocurriría si los números de Manning, en su último partido son realmente bajos?

A Manning no sólo lo debemos recordar por lo que haga el domingo 7 de febrero, ni siquiera por lo hecho en la temporada 2015, a Peyton se le debe de recordar por 17 temporadas jugando al mejor nivel posible, por sus 14 selecciones al Pro Bowl, por aparecer siete veces en el All Pro Team, por sus cinco temporadas como MVP de la liga, logro que nadie ha ganado tantas veces, recordarle por aquel gran partido en contra de Chicago Bears en el Super Bowl XLI cuando enfrentó a una de las mejores defensivas de la liga y le pasó por encima para ganar su primer (y hasta ahora único) anillo de Super Bowl; juego en el que también fue nombrado Jugador Más Valioso.

Peyton es uno de esos deportistas a los que independientemente de cual sea nuestro equipo favorito, les debemos agradecer por la manera tan leal y competitiva en que ha encarado este bello deporte. Sus casi 72 mil yardas y 539 pases de anotación a lo largo de su carrera no solo son un récord en la NFL, son el ejemplo claro, de que su carrera está por encima del resto. A Manning se le debe de comparar con Joe Montana y Tom Brady, dos de los mariscales de campo más exitosos en la historia de la liga.

A Manning lo debemos de recordar como el jugador que a pesar de su poca movilidad en la bolsa de protección, normalmente supo a quién elegir y en qué momento pasar el balón, recordarlo como el mejor quarterback para leer defensivas rivales y sus múltiples ajustes antes de sacar la jugada. Su grito de ¡Omaha! al hacer el conteo, la velocidad con la que se deshacía del balón, su precisión al pasar, son solo algunas de las características del futuro miembro del Salón de la Fama.

En Indianápolis, equipo que lo seleccionó en el pick número 1 del Draft de 1998, se le recuerda con un inmenso cariño. Manning hizo de los Colts un equipo protagonista, algo que la franquicia no vivía desde la época de Johnny Unitas, una época que ya luce muy lejana en los recuerdos de un equipo que en ese entonces jugaba en Baltimore. Lastimosamente una lesión lo dejó  fuera de la campaña 2011, lo que el equipo aprovechó como una oportunidad para renovarse y lo dieron de baja, esa, debe ser recordada como la única ofensa que el deporte tuvo con Manning.

Sin embargo, pese a que todo el mundo del Fútbol Americano daba por terminada la carrera de Peyton, las ganas de demostrar grandeza y la voluntad de ganar, hicieron que Manning regresara. Lo hizo con Denver, quien le armó un equipo competitivo y Manning supo responder. En su primer año con Broncos fue elegido como el Regreso del Año y en su segundo año, como Most Valuable Player, llevó a su equipo al Super Bowl XLVIII que perdieron contra Seattle. Derrota que, de nueva cuenta, sirvió para que los más acérrimos críticos de Manning salieran de sus escondites y dijeran que Peyton no debería estar en la plática de los mejores de la historia.

Pero Peyton Manning nunca creyó todo lo que escuchaba sobre su persona, y al año siguiente llevó a los Broncos a otras finales de conferencia contra Tom Brady y los Patriots. Esta vez le tocó caer derrotado y las críticas volvieron, pero la mentalidad ganadora de Manning lo trajo de regreso a la NFL.

Hoy, Manning, a pesar de su temporada más difícil, de las lesiones, del tiempo que estuvo en la banca, de tener más intercepciones que pases de anotación, del reportaje de Al Jazeera y de miles de críticas llegadas por todos lados, está de nuevo en un juego de Super Bowl, en el llamado Super Bowl dorado, el de los 50 años, el del escenario ideal para despedir a uno de los más grandes de todos los tiempos.

Su espíritu, su voluntad de ganar, su excelencia, son cualidades que perdurarán por siempre, que enaltecerán su nombre, que dignificarán a sus rivales y hará que incluso estos sean más grandes gracias a él.

Si este deporte te premia o no con tu segundo anillo de Super Bowl deberá ser solo anecdótico, tu legado deberá ser recordado con gusto por mucho tiempo.

Adiós Peyton y gracias. Gracias por permitirnos disfrutar y admirar tu talento en los emparrillados, ha sido un honor.