Por:  Karina Peralta Garrido 

Título: Un rincón en el paraíso

Saga: Libro único

Autora: Chelsey Philpot

Editorial: Alfaguara (PRH)

Páginas: 374

Desde hace algunos años, en la oferta literaria contemporánea, los libros que tienen como público objetivo a los jóvenes han tomado una fuerza impresionante. Basta con entrar a una librería y ver “los estrenos” para notar que gran parte de las nuevas publicaciones pertenecen al género denominado YA (Young Adult).

Éstos suelen venderse con una rapidez tremenda, razón por la cual la crítica los aborrece. Muchos consideran que los autores de libros juveniles sacrifican el valor estético e intelectual con tal de conseguir mayor éxito. Sin embargo, rechazar a todos los YA sería tan incoherente como juzgar iguales a los habitantes de un país, sólo por vivir en el mismo territorio. La presente reseña es sobre la novela titulada Un rincón en el paraíso de la autora Chelsey Philpot, una pequeña joya que bien podría ser ejemplo de las virtudes de estos textos.

Se trata de la historia de Charlotte Ryder, una chica de clase media que, gracias a una beca, estudia en un internado particular y de prestigio. Su vida es más bien monótona hasta que una noche se le presenta una oportunidad única en la vida: la posibilidad de ayudar a Julia Buchanan. Esta última es una adolescente vivaz, impredecible, hermosa y, sobre todo, vulnerable.

Con el tiempo, Charlie (apodo de la protagonista) queda prendada del mundo deslumbrante en el que viven los Buchanan; familia que ha obtenido fortuna gracias a la política y que pasa sus días en un palacio moderno, bebiendo champaña, celebrando fiestas bajo cualquier pretexto y paseando en su playa privada. A pesar del encanto de éstos, es evidente que guardan un secreto que los tiene destrozados.

Ahora, en cuanto a la valoración del texto: los personajes en un principio parecen planos, las relaciones entre ellos se desarrollan tan rápido que incluso se pueden sentir forzadas. Pero, conforme la historia avanza y los conoces a fondo, cada línea cobra un sentido especial. No se trata de personas éticamente correctas, por el contrario, la mayoría son egoístas que se dejan guiar por sus aspiraciones personales. Y es éste precisamente uno de los puntos fuertes de la novela.

Charlie sabe que está tomando decisiones erróneas, los Buchanan le ocultan algo y ella no pertenece a ese mundo; pero la fascinación que siente por ellos es tan grande que no puede y no quiere salir de ese estado estupor. En mi caso, como lector, terminé exactamente en la misma situación. Sentía rechazo hacía Julia por su falta de sencillez, pero Philpot logró lo que se proponía; el personaje se volvió tan atractivo que le hubiera dicho que sí a casi cualquier petición con tal de no verla sufrir.

Todo el texto está redactado en pasado, por lo que siempre mantiene un tono melancólico. Son situaciones que ya ocurrieron, la tinta está seca, no se puede cambiar y eso, lejos de quitarle dinamismo, permite que aquel que se sumerge en sus páginas sienta la angustia que provoca lo solemne.

Un rincón en el paraíso, es un homenaje a esos momentos determinantes en la conformación de una persona. Se compone del tipo de recuerdos espinosos que son a la vez adictivos debido a que te hacen sentir vivo. Sin duda no es un libro perfecto, y es que por momentos la trama parece estancada, pero consigue conmover al lector mientras hace que se enfrente a sus propios fantasmas.

Por último, no me gustaría finalizar este texto sin hablar de un hombre llamado Francis Scott Fitzgerald. Los célebres Buchanan que protagonizan el libro que nos concierne, están basados, en múltiples aspectos, en los personajes homónimos de El Gran Gatsby, una de las novelas más importantes de la literatura americana. “Es la historia de un hombre que desea ser algo que no es. Quiere convertirse en parte de un mundo de clase alta al cual no fue invitado”, mencionan en un pasaje de Un rincón en el paraíso, respecto al clásico de los años veinte.

Charlie, al igual que el Gatsby de Fitzgerald, se adentra en ese doloroso territorio de lo perfecto aun cuando sabe que la tragedia es inevitable. No hay arrepentimiento.