Por: Melisa Carrillo

Han pasado tres años desde que Gabriel García Márquez falleció a causa de un cáncer linfático en la Ciudad de México. Sin embargo, la esencia de Gabo permanece en cada una de las páginas de sus libros, y en el corazón de los nuevos periodistas y escritores que han sido influenciados por su trabajo.

La obra de Gabo pertenece al llamado Boom latinoamericano, un movimiento literario que surgió entre los años 60s y 70s, caracterizado por romper los convencionalismos establecidos hasta el momento por medio de una marcada postura política y del llamado realismo mágico.

Gabo absorbió su estilo mágico-realista, por una parte, de los años en los que vivió en con sus abuelos, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía y Tranquilina Iguarán en el pueblo de Aracata en Colombia, y por otra, por la vida política que marcó a su país cuando ejerció el periodismo.

Del coronel, Gabo adquirió su primer contacto con la historia y la realidad, gracias a las memorias que le contaba sobre la Guerra de los Mil Días, y la Masacre de las bananeras, mientras que de su abuela Mina, como le decía cariñosamente, absorbió las creencias supersticiosas en las que creía, y la forma en las que le contaba historias fantásticas sobre fantasmas y otros seres increíbles como si fueran algo completamente natural.

De hecho, algunas partes de sus obras más importantes, están influenciadas en la figura de sus abuelos y la casita en la que vivían, como es el caso de Cien años de soledad, en el que el personaje de Ursula Guarán está inspirado en su abuela, mientras que la casa en la que se desarrolla la historia, están influenciada por la casita en la que vivían.

Desde joven se sintió atraído por la literatura, y ya en el liceo de San José donde estudiaba, publicó sus primeros escritos en la revista “Juventud”. Por otro lado, la lectura que hizo de la traducción de Borges de la “La metamorfosis” de Kafka, lo inspiró para escribir sus primeros cuentos “La tercera resignación” y “Eva está dentro su gato”, que fueron publicados en 1947 en el diario “El Espectador”.

Poco después de comenzar a estudiar Derecho, abandona la carrera tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y consigue trabajo como periodista en diario “El Universal”. Desde ese momento, se adentraría por completo en el periodismo y en los sucesos políticos que sucedían a lo largo del globo, laborando como reportero y columnista en “El Heraldo” y “El espectador”.

Gabo siguió de cerca la dictadura de Franco en España y el triunfo de la revolución cubana, cuando trabajaba como corresponsal latino en los Estados Unidos, por lo que eventualmente se vio obligado a dejar el país y trasladarse a la Ciudad de México, en donde permaneció hasta el día de su muerte.

Durante sus primeros años en nuestro país, Gabo sacó provechó de los estudios en cine que realizó en Roma durante los años 50s y participó en la creación de los guiones de las películas “El gallo de oro” (1964) de Roberto Gavaldón, “Tiempo de morir” (1967) de Arturo Ripstein, entre otras más.

En 1967 tras la publicación de “Cien años de soledad”, su obra más importante, Gabo alcanzó el éxito internacional, que le abrirían el camino para la publicación de otras obras entrañables, como Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos de cólera, y Memoria de mis putas tristes.

Antes de fallecer a ese 17 de abril de 2014, Gabo legó a Latinoamérica y el mundo,  10 novelas, 4 libros de cuentos, una obra de teatro y un libro de sus memorias, así como 17 libros de su trabajo periodístico, tres talleres sobre cine y la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano Gabriel García Márquez (FNPI).

A tres años de su muerte, no hay mejor homenaje que retomar la lectura de sus textos, o adentrarnos por primera vez en el universo de sus letras, para disfrutar a uno de los grandes clásicos que ha dado Latinoamérica para el mundo.