Por: Redacción/

El personaje principal del show “Sin permiso y sin popote” es una mujer que quiere salvar al mundo. Regina Orozco también. El personaje quiere erradicar los estigmas de la belleza. Regina Orozco también. El personaje marcha junto a Los 400 pueblos totalmente encuerada. Regina Orozco… no, no ha llegado a tanto. Pero de su espíritu activista no hay duda.

Por eso, la cantante y actriz ganadora del premio Ariel por la película “Profundo Carmesí” admite que su nuevo espectáculo musical tiene mucho de autobiográfico. “Entiendo que esto de las luchas sociales es parte de haber encarnado en la Tierra. Uno debe venir a aprender porque si no, entonces te aburres”.

En tono de cabaret teatral, “Sin permiso y sin popote” narra la aventura de una mujer que trata de luchar por todas las causas que se le ponen enfrente. “Y como no puede ganar ninguna, se siente frustrada”.

Todo comienza con una historia de amor. “Esta mujer conoce a un chico cubano que se dedica a recoger basura, así que piensa ‘me lo voy a ligar recogiendo basura’. Pero recolectan tantas botellas de PET que ya no saben donde ponerla”.

Llega entonces la primera desilusión: el novio la golpea. Así que pasa de querer rescatar la naturaleza a querer rescatar a las mujeres.

“Comienza a reunirse con otras mujeres que fueron víctimas de la violencia y comienzan a peregrinar. ¿A dónde? Pues a la casa de Lydia Cacho”.

En total son unas 80 mujeres que llegan al hogar de Cacho, una de las activistas más reconocidas en la lucha por los derechos humanos. Pero ¿qué creen? Que no está en México, se fue al extranjero a recibir un reconocimiento. Pero no importa, las mujeres de todos modos entran a su casa y arrasan con lo que hay en el refrigerador de tanta hambre que tenían, y con los kleenex de tanto llorar sus penas.

Con el subtítulo “Trova autosustentable”, Regina Orozco presentará este show cabaretero en el Teatro de la Ciudad los días 24 y 25 de noviembre.

En la parte musical se le escuchará interpretar temas de Mercedes Sosa, Nacha Guevara, David Aguilar, Miguel Ríos y hasta algunos tangos.

“Es música para entender los problemas del mundo, es profunda y conmovedora”, dice Orozco. Entre otras, cantará “Sólo le pido a Dios”, “María, María”, Se equivoco la paloma”, “Coincidir”, “Óleo de mujer con sombrero” y “A todo pulmón”.

También habrá poesía de Mario Bendetti y José Martí. Y al centro de todo eso, una Regina Orozco como nunca antes se había visto. No sólo porque el show es totalmente nuevo sino porque Regina ahora está inspirada en una palabra: esperanza.

Este nuevo estado de ánimo de la también soprano (ha cantado en seis óperas) proviene del ambiente político en México. “Sé que los problemas de nuestro país no se pueden borrar en seis años pero lo que estamos viviendo, la sola idea de que por fin se puede acabar con la corrupción, es totalmente esperanzador”.

Esta idea se refleja en el show pero siempre a partir del humor que ha caracterizado a Orozco. Es por eso que lleva a su personaje un poco más allá de lo que ella ha vivido. “Cuando abraza la lucha contra el estigma de la belleza y la discriminación por su gordura, que es algo que yo he vivido, el personaje decide que la mejor forma de hacerlo es desnudándose y entonces termina marchando con Los 400 pueblos”.

Pero la historia no termina ahí. La policía la arresta por exhibicionista y ahí, obviamente, encuentra otra causa por la cual luchar.

“La anécdota es similar a lo que vivimos ahora con las redes sociales. Es una herramienta muy útil pero también nos acerca a la frustración porque es horrible que ves videos de una desolación espantosa, gente viviendo en la miseria, perros masacrados, mujeres violadas…”

Y entonces a Regina Orozco le dan ganas de salvar al mundo. Igual que a su personaje.

En el escenario de este espectáculo de cabaret musical (el número 37 en su carrera) la polifacética artista estará acompañada por su hija Sol Bañuelos, quien, no podía ser de otra manera, también es una activista con sus propias luchas sociales: tiene el proyecto “¿Dónde está mi voz?”, clases de canto en las que se acepta a todo mundo.