Por: Redacción

Que sí, no importa cuánto se le resienta, pero la ciudad es un guiño y este viernes, como los días subsecuentes, el Palacio de Minería es la niña del ojo, porque guarda con soberbia belleza la feria del libro.

Un laberinto han armado los cientos de libreros que llaman seductoramente a los lectores, por ese laberinto se llega a la Galería de los Rectores, el espacio reservado para la presentación de las novedades de Grandes Libros de Bolsillo, de la colección Círculo de Arte.

Llegan, congratulándose de haber esquivado al fin el tráfico, Pablo Ortiz Monasterio, coordinador de la serie de este año; Pedro Meyer, autor de La perfección del desastre y Daniel Lezama, quien presentará su libro La suave matria.

Es para mí un privilegio, comienza a decir Ortiz Monasterio, quien prescinde con jovialidad del micrófono, estar esta tarde con estos dos autores, un par de amigos entrañables, queridos, presentando el Círculo de Arte. Se publican ocho al año, hasta ahora son más de 200 los títulos impresos y abarcan todas las áreas del arte.

Fui invitado a coordinar y propuse poner énfasis en la fotografía porque es el área de donde vengo.

Explicó que este proyecto que impulsa con mucho ahínco la Secretaría de Cultura, al que “se le echa mucha candela”, se hace con la idea de que sean libros accesibles, que puedan comprar los jóvenes, su precio es de 120 pesos. Libros eso sí, aclara, alegres, hechos con cariño.

Mantener muy bajos los costos, de una edición que se destaca por su belleza, implica el esfuerzo que se traduce en un trueque, pues a los artistas se les pagó con libros y ellos generosamente entendieron el proyecto.

Abunda en sonrisas mientras señala que se castiga el precio, pero no la calidad. Como editor me obsesiona que estén bien impresos los libros.

Y hoy le acompañan los primeros dos títulos de la serie flanqueando a sus autores. Pedro Meyer, dice el editor, hoy por hoy es una especie de canon, o Sony –el malabar semántico se aplaude con las risas del público, que se repetirán continuamente en este encuentro–, un canon de la fotografía en México.

Hoy que cualquiera toma fotografías, podemos ver a Meyer fotografiando todo, casi sin parar, la diferencia está en que lo que captura lo va articulando, él articula una mirada con dosis de intervención digital.

Hace 20 años, cuando todos veían con desdén la irrupción de lo digital, Meyer supo ver que ese era el futuro de la fotografía.

Y entonces Pedro Meyer toma el micrófono y parece que éste tiene que ir buscándole la voz. Al recorrer el Centro, pensé que no podía fijar la mirada, hay tanto que ver, y todo ocurriendo simultáneamente, mientras que Cartier-Bresson hablaba del instante decisivo, aquí hay cinco mil momentos decisivos. El Centro de la ciudad es así, todo el tiempo nos bombardea con imágenes que corren en todos los sentidos y eso es fascinante.

En la mayoría de los centros de las ciudades los domingos no pasa nada, abunda, aquí es un hervidero a todas horas, todos los días.

Describe al Centro como un espacio de violencia, de inclemencia, de incoherencia “y de encuerancia”, aporta Daniel Lezama.

Esos rasgos hacen del Centro de la ciudad algo único y esa unicidad, ese aleph de imágenes es lo que Meyer ha, no atrapado, sino permitido fluir en las fotografías que componen este libro.

Daniel –dice Ortiz Monasterio– es capaz de pintar con un virtuosismo apabullante, es monstruoso, pero eso por sí mismo no sería nada, luego es que viene la parte del autor: ¿qué es lo que mira, piensa, comprende de lo que es la patria, de lo que es México? Sus obras siempre son de grandes dimensiones, lograr traducir en un formato pequeño, sin que se pierda la fuerza fue un reto.

Y para cuando Daniel Lezama toca el micrófono se anuncia que quedan tres minutos, tres minutos para resumir toda una visión, un proyecto un tema. Deben y probará que son suficientes.

Me gusta –dice– esta visión, este proyecto muy logrado, que habla de la mirada del editor. Juntos elegimos el tema: suave matria, que es ver a la mujer como la patria. Porque el tema es la imagen femenina individualmente presentada, y cada cuadro es una ocurrencia de fondo espiritual y que tiene en la base de su creación también la investigación.

Pablo Ortiz Monasterio pide más tiempo, quiere más tiempo, pero en una feria del libro, precisamente eso, no puede regalarse.

Pedro Meyer, La perfección del desastre. Prólogo, Martín Solares. Coordinador de la edición, Pablo Ortiz Monasterio. Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, 2015. Pp. 62.

Daniel Lezama, La suave matria. Prólogo, Sergio González Rodríguez. Coordinador de la edición, Pablo Ortiz Monasterio. Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, 2015. Pp. 62.