Por: César Hernández/

Considerado uno de los escritores más importantes de México y la literatura universal, Octavio Paz representó uno de los símbolos intelectuales más influyentes para el devenir histórico debido a su relación directa con la clase política nacional e internacional gracias a su talento como escritor, poeta, ensayista y diplomático. Hoy, a 21 años de su fallecimiento, continúa siendo un símbolo firme que representa la identidad nacional.

Atraído por la literatura desde muy joven, a los diecisiete años publicó sus primeros poemas en la revista “Barandal” (1931). Posteriormente dirigió las revistas “Taller” (1939) e “Hijo pródigo” (1943). Durante este transcurso, en un viaje a España se relacionaría con intelectuales de la república y se encontraría con el poeta chileno, Pablo Neruda, quien influiría de manera directa en la estructuración de su poética.

Un año más tarde, con una beca del museo Guggenheim, se aloja en Estados Unidos en donde su apreciación y contemplación estética del arte comenzaría a forjarse de una manera más rígida. Para 1945 entra en el Servicio Exterior Mexicano y es enviado a París, lugar donde comienza a alejarse del marxismo-ideología influenciada por su relación con José Revueltas cuando este se lanza a buscar la presidencia en 1029- al entrar en contacto con los poetas surrealistas como André Bretón y otros intelectuales europeos e hispanoamericanos.

Para el año de 1955, Paz formó un grupo poético llamado “Poesía en Voz Alta”, al mismo tiempo que comenzó a colaborar con la “Revista Mexicana de Literatura” y “El corno emplumado”. A través de las publicaciones de aquella época, defendió las posiciones experimentales del arte contemporáneo proveniente de Europa.
Más tarde, y aún más relacionado con el gremio político mexicano, el escritor fue nombrado embajador de México en India, actividad que dejaría en 1968, cuando protestó contra la respuesta del gobierno mexicano a los estudiantes en Tlatelolco.

Con el pasar de los años, Octavio Paz siguió relacionándose a la política mexicana, especialmente con los dirigentes del PRI, situación que no agradaba bastante a los intelectuales y escritores de Latinoamérica, quienes, bajo una literatura influenciada por la ideas del existencialismo francés, repudiaban la relación del escritor con el gremio político.

Sin importar su influencia dentro de aquel México que se encaminaba al neoliberalismo, la obra poética de Paz se compone de 15 títulos, entre ellos, Luna silvestre (1933), Entre la piedra y la flor (1941), Libertad bajo palabra (1949), Águila o sol (1951), Salamandra (1962), Ladera este (1969), Topoemas (1971) y Árbol de adentro (1987).

Dentro de sus obras en prosa destacan El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1959), El mono gramático (1974), Los hijos del limo (1974), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), Tiempo nublado (1983) y Hombres de su siglo (1984).
Este gran arsenal de obras dieron pie a que el autor recibiera homenajes representativos como el premio Cervantes en 1981 y el Premio Nobel de Literatura en 1990, haciéndolo así uno de los representantes más importantes de la cultura literaria nacional que, imprescindiblemente, nos retrata a través de una poesía cruda y realista.