Por: Redacción

Los poetas, todos, salvo alguna excepción que no conozco personalmente, no viven de la poesía, viven por ella. Escribir poesía (y leerla) no da para comer, no aporta nada a los ingresos. El dentista cobra por sus servicios, el carpintero también, lo mismo el médico y el contador, pero no el poeta con sus poemas, dijo Juan Domingo Argüelles, escritor egresado de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y colaborador de la Casa de las Humanidades de la UNAM.

A propósito del Día Mundial de la Poesía, que se conmemora mañana, 21 de marzo, Argüelles opinó que los poetas no forman parte del tabulador de profesionales, son aficionados, independientemente de que sean geniales, excelentes, medianos, regulares, malos o pésimos.

“Todos ellos, es decir, todos nosotros, tenemos que hacer otras cosas: trabajar en la academia, el periodismo, la edición o en las oficinas públicas y privadas para ganarnos el pan. A la sociedad le da lo mismo que vivan o que mueran (además, los poetas muertos siempre son más importantes), es fama eso de que le encantan los poemas (y los poetas) y por eso hay un Día Mundial de la Poesía, que posee únicamente un valor simbólico”, subrayó.

Rectores lectores

El autor de “Antología General de la Poesía Mexicana. De la época prehispánica a nuestros días” (un proyecto editorial que reúne, por primera vez en un solo volumen, a 167 voces de la lírica nacional más reciente), dijo que en la historia de la Universidad Nacional han existido rectores lectores de poesía, “y no son pocos”.

“Por supuesto, y antes que nadie, José Vasconcelos; luego Antonio Caso, Mariano Silva y Aceves, Antonio Castro Leal, Manuel Gómez Morín, Gustavo Baz, Alfonso Caso, Genaro Fernández MacGregor, Javier Barros Sierra y Pablo González Casanova”, mencionó.

El también autor de “¿Qué leen los que no leen?”, relató que cuando murió Ramón López Velarde alguien le leyó al presidente Álvaro Obregón unos poemas del difunto, y fue por eso que ordenó que los funerales del autor de “La suave patria” fueran por cuenta del gobierno.

“Puede ser cierto, o puede ser también otra más de nuestras historias ‘heroicas’ que tanto cultivamos en la mitología cultural mexicana. En el caso de presidentes que hayan leído poesía, muy probablemente están Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, Lázaro Cárdenas y José López Portillo. A los demás se les nota el afecto por las picardías, no por las poesías”, resaltó.

Sobre las grandes poetisas mexicanas, mencionó algunas para revisar su obra: “Sor Juana Inés de la Cruz, Laura Méndez de Cuenca, Concha Urquiza, Guadalupe Amor y Rosario Castellanos. Vivas aún: Dolores Castro, Coral Bracho y Elsa Cross, entre muchas otras.

Futbol y poesía

Consultado sobre si vislumbra una relación entre futbol y poesía, el premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 1987 y premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1995, dijo que no.

“A los locutores del futbol les da por decir que un determinado gol o una jugada ‘¡es un poema!’. De ahí se deduce que no leen poesía, leen cursilerías. Un poema es un poema y un gol es un gol. Hay poemas maravillosos y goles muy buenos, incluso inolvidables. Hay poetas también a los que les gusta el futbol, lo difícil es encontrar buenos y malos futbolistas que realmente lean poesía”, finalizó.

El 15 de noviembre de 1999, la Conferencia General de la UNESCO proclamó al 21 de marzo como el Día Mundial de la Poesía. El principal objetivo es contribuir a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad.