Por: Oswaldo Rojas

Son ya 162 años los años que se cumplen del nacimiento en Veracruz de uno de los poetas mexicanos más recordados: Salvador Díaz Mirón (1853). Un hombre dedicado al periodismo, la poesía, la política, de mentalidad independiente y de un carácter fuerte; al grado de haber librado un par de duelos a muerte de los que por fortuna salió vencedor; exceptuando el ultimo, en el que dio de coletazos a un alumno, que lo mataría a sus 74 años de edad.

En nuestros diez leer El Parnaso Mexicano, Lascas, A Gloria, y Prosas es una empresa que ha quedado relegado a las aulas de letras, sin embargo en su momento su poesía marcó una referencia por su alto nivel de nacionalismo, su estilo basado en el romanticismo, que pasaría a ser vanguardista,  su defensa de la búsqueda independentista.

«Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan… ¡mi plumaje es de esos!»

Jose Emilio Pacheco escribió en 2001 que Díaz Mirón es el mejor poeta romántico desde Manuel Acuña. Además Pacheco al igual que otros reconoció que en el veracruzano se da voz a la polifónica tradición de los poetas españoles como: Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce.

Su libro más leído, Lascas, es una muestra de lo anterior pues en el Díaz Mirón no buscó la integración de una idea redonda sino la de la variedad, donde la sexualidad es una forma clara de decantar esa búsqueda de pluralizar el contenido de un poemario. En ese sentido es Idilio el poema que encierra el centro del libro. En él no existe la necesidad de encubrir la sexualidad por medio de razones sociales o amorosos, tan solo es un canto a la naturaleza animal.

  La zagala se turba y empina…

     Y alocada en la fiebre del celo,

     lanza un grito de gusto y de anhelo…

     ¡Un cambujo patán se avecina!

     Y en la excelsa y magnífica fiesta,

     y cual mácula errante y funesta,

     un vil zopilote resbala,

     tendida e inmóvil el ala.

En sus versos leemos una característica que marcó su carácter  como parte fundamental de su destino: su ímpetu por las cosas. No solo se batió en duelo a muerte, también emprendió combates poéticos como el que sostuvo con Vale Bejarano, y otros políticos. Era claro que esa impertinencia le causaría problemas, tal vez el más recordado es aquel en el que por una cuestión de moral y tabaco asesina al tendero Leandro Llada, por lo que terminaría pasando cuatro años en prisión para luego ser absuelto.

Son 162 años desde que este gran poeta pisó su tierra en Veracruz, mucho ha cambiado en la poesía y mucho significo él para la misma. Ahora en su tierra natal se yergue una estatua que señala prepotente hacia abajo, o hacia el cementerio más cercano, allá donde moran muchos de los que el poeta mató por honor.