Por: César Hernández/

Eleanora Fagan Gough, mejor conocida como Billie Holiday en la escena del jazz clásico, nació el 7 de abril de 1915 en Filadelfia, dentro del caos de una familia en donde la violencia y los abusos con las drogas marcarían su carácter para convertirla en una de las divas del jazz más representativas de todos los tiempos.

Huérfana desde muy temprana edad, Holiday comenzó a buscar alternativas para lograr sobrevivir, lamentablemente a la edad de 10 años fue violada y dos años más tarde encarcelada por prostitución; sin embargo, a los 14 años lograría participar en un casting para el puesto de bailarina en el Pod’s & Jerry’s, donde, pese al fracaso, el pianista del club encontraría en su voz algo peculiar y así la invitaría a participar con él.

Dentro de su shows nocturnos, la joven Holiday fue escuchada por el famoso productor y crítico John Hammond, quien observó un gran talento vocal a pesar de su poca formación musical y, de esta manera, la invita a grabar sus primeros temas en compañía del rey del swing, Benny Goodman- destacado director de orquesta quien realizaría los primeros show de jazz incluyendo a los músicos afroamericanos Lionel Hampton y Teddy Wilson-.

Tras esta grabación, las oportunidades para la cantante fueron creciendo, participando así con el saxofonista Lester Young, con quien realizaría gran parte de sus éxitos, el pianista Count Basie y el clarinetista Artie Shaw. Su peculiar timbre de voz y su expresionismo interpretativo hacían que los espectadores quedasen fascinados en sus presentaciones en vivo, siendo así, señalada como una de las mejores intérpretes de jazz junto con Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald.

Con el pasar de los años, pese al éxito, la cantante no logró controlar la fama y comenzó a caer en el mundo de las adicciones y el desequilibrio emocional en consecuencia de una vida sentimental descontrolada y depresiva. Esto trajo consigo que su calidad artística se tornara decadente, pues los músicos que la acompañaban oscilaban entre la mediocridad y el fracaso absoluto.

Sin embargo, para la época de 1950, sin alejarse de los estupefacientes, Billie Holiday regresaría a su carrera grabando temas impregnados de melancolía, dolor y mensajes en donde se demostraba como una mujer rebelde y decadente; años antes de su muerte, en una entrevista en donde se le preguntaba ¿Qué hacía con su vida?, Ella se limitaba a responder “ya saben, sigo siendo negra”.

Para mayo de 1959 a Billie fue ingresada en el hospital por una dolencia cardiaca y hepática. Dos meses más tarde sufrió un arresto domiciliario por posesión de narcóticos, mientras que permanecía custodiada por la policía, y debido a su estado delicado de salud, Billie Holiday moriría el día 17 de julio del año 1959 como consecuencia de una cirrosis hepática.

Al igual que muchos representantes de jazz, Billie Holiday representa un eslabón clave para el desarrollo musical del siglo pasado. De igual manera, su resistencia femenina y arduo coraje, producto de su trágica vida, la colocan como una de las mujeres más representativas a nivel internacional.