Por: Melisa Carrillo

El arte existe desde los inicios de la humanidad, cuando nuestros ancestros buscaron expresar todas esas cosas que no entendían o eran relevantes para ellos. Pero se dio paso a la creación artística femenina  mucho después, muchos años más tarde, que al hombre, aunque éste la representara siempre.

Va un homenaje a todas las mujeres, a todas, a todas, porque son el alma de la vida, del arte, de la poesía, de la arquitectura, del pensamiento, sean o no grandes historiadoras, inventoras, profesionistas, amas de casa. Mujeres.

En un principio las mujeres fueron objetos recurrentes de representación, desde las primeras esculturas femeninas como las Venus de Willendorf y la Brassempouy, en las que nuestros ancestros intentaron representar la fertilidad, y el suceso “mágico” de la maternidad.

Años después, se admiró su belleza estética, las figuras estilizadas, los rostros angelicales, etc. El desnudo se convirtió en un tema recurrente, y con él, las múltiples representaciones de mujeres, destacadas por su belleza y porte.

Poco a poco, la humanidad fue haciendo participe al género femenino de las actividades artísticas, y así fue como, tímidamente, las mujeres comenzaron a adentrarse en el maravilloso mundo del arte.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Los primeros intentos, como la mayoría en esta materia, resultaron en la representación por medio de la imitación. Imitación mayoritariamente masculina, o una representación muy superficial de los objetos.

Pero poco a poco las mujeres comenzaron a plasmar las inquietudes y sentimientos que las invadían, así como su forma particular de ver la vida.

Sor Juana Inés de la Cruz, fue un parteaguas para las mujeres mexicanas que posteriormente se dedicarían al arte.

Para ella el conocimiento tenía un papel fundamental, su personalidad curiosa e investigativa la llevó a estudiar múltiples materias, como la astronomía, la música, la cocina, y la literatura. En esta última, la Décima musa destacó como ninguna antes de ella, y como pocas hasta la actualidad, sus escritos, realizados por medio de encargos mayoritariamente, demuestran una sensibilidad y una estructura sumamente superiores, que inmortalizarán su obra  a lo largo de los años.

Casa roja, ca. 1926. Rosario Cabrera,

En la pintura, podemos recordar a Rosario Cabrera, la primera mexicana que fue reconocida en esta materia y que tuvo la oportunidad de exponer su obra en el extranjero. Rosario estudió en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, acompañada por Rufino Tamayo y Fermín Revueltas.

La obra de Rosario estuvo caracterizada por una técnica fuerte y un colorido intenso, que desconcertó a sus contemporáneos, debido a la dulzura y fineza que se les atribuye a las mujeres, como ella misma dijo en una entrevista que le hizo El Universal en 1922, “Siempre he sido muy rebelde, con frecuencia incurro en el desagrado de los maestros, por mi falta de disciplina, y por mi afán de hacer las cosas a mi modo”.

Esta fuerza e irreverencia, son las que han caracterizado a las primeras mujeres artistas de nuestro país.

Naturaleza muerta con huachinangos, 1946. María Izquierdo.

Otra de las principales exponentes fue María Izquierdo, la primera artista mexicana en exponer en los Estados Unidos. Su obra se caracteriza por expresar el alma mexicana, a través de representaciones de escenas características de fiestas y elementos tradicionales de nuestro país, y por combinar las técnicas que utilizaban los pintores muralistas de la época, con el cubismo, el futurismo y el surrealismo.

En sus obras, también eran evidentes la soledad y la melancolía, las cuales se expresaban principalmente en aquellas de sus obras que eran protagonizadas por mujeres. Por medio de sus cuadros María plasmaba su sentir, y el de cientos de mujeres, en un mundo manejado casi por completo por hombres.

Pero seamos sinceros, la pintura y la literatura son dos de las artes en las que las mujeres mexicanas gozaron de mayor apertura, dejando exponentes como Frida Kahlo, Remedios Varo, Leonora Carrington en lo pictórico, y Rosario Castellanos, Margarita Michelena y Elena Garro en las letras, entre muchas más.

La situación cambia drásticamente cuando nos acercamos a materias que en la actualidad siguen siendo dominadas por los hombres, como la composición musical y el cine. A pesar de que en estos espacios aún domine el género masculino, las mujeres mexicanas también se han hecho de un espacio en estas manifestaciones.

Un caso poco conocido es el de la compositora, pianista, y cantante Sofía Cansino de Cuevas, creadora de “La sinfonía n° 1” que podría ser la primera escrita por una mujer mexicana. Sofía también se convirtió en la primera directora de orquesta del país en el año de 1941, cuando dirigió la presentación de “Don Giovanni” de Mozart en el teatro Arbeu de la Ciudad de México.

Su trabajo está integrado por poco menos de cien composiciones, pero de ellas, una buena parte se encuentra extraviada. Las pocas obras que se encuentran en el poder  de su familia están siendo catalogadas por su hija Beatriz y el cornetista Alejandro Duprat.

Por ahora su obra se mantiene inédita, y en espera de que directores e instrumentistas se animen a interpretarla.

Adriana y Dolores Ehlers.

En el séptimo arte, se destacaron las hermanas Adriana y Dolores Ehlers, de origen veracruzano y con bases liberales maderistas, que se convirtieron en dos principales exponentes del cine mudo mexicano. Adriana trabajaba en un estudio fotográfico y aprendió todas las técnicas y manejo de los aparatos de la época, por lo que deciden montar su propio estudio fotográfico en el patio de su casa.

Gracias a una beca otorgada por Venustiano Carranza, las hermanas viajaron a Estados Unidos  para estudiar fotografía en los Estudios Champlain de Boston, en donde aprendieron todas las técnicas necesarias para el trabajo fílmico. A su regreso, entre 1922 y 1929, se dedicaron a la realización de los primeros noticieros cinematográficos, llamados “Revista Ehlers”, y que se proyectaban minutos antes de la proyección de las películas.

Además, Dolores y Adriana también filmaron documentales, participaron en la política relacionada con la Revolución Mexicana, fueron parte de los fundadores del Sindicato Cinematográfico, y fundan su propia empresa “Casa Ehlers”, encargada de distribuir proyectores y refacciones.

En la actualidad, cada vez más mujeres artistas se incorporan a la lista de representantes artísticos de nuestro país, enriqueciendo con su talento y entrega, el acervo cultural de México y el mundo.