• Con la nueva realidad que ha traído el virus del Coronavirus, el mundo ha tenido que adaptarse a las nuevas formas de trabajar desde casa y seguir su vida desde la cámara de una computadora en la intimidad de su casa con horarios inestables que no respetan los antiguos horarios de oficina.

Por: César Hernández Dorado/ 

Pese a que la obra literaria de Franz Kafka no es extensa, lo pocos cuentos, cartas y novelas que escribió fueron piezas importantes que retrataron trágicamente a la humanidad moderna; encapsulada en relaciones familiares inestables, roces constantes con las figuras paternales y, sobre todo, un trabajo que lo somete y lo lleva al borde de una desesperación que a poco a poco lo va consumiendo hasta hacerlo morir de hambre o soledad, algo que a casi cien años de la muerte del autor, sigue imperando en nuestros días.

Dentro de su catálogo de novelas, una que destaca es “La Metamorfosis” (1915), obra que abrió el panorama para crear una nueva narrativa en el que los problemas ya no son del protagonista con el exterior, sino que el propio personaje representa un problema en sí mismo, siempre bajo la consigna del absurdo, algo que llevó años más tarde de la muerte de Kafka a adoptar el término “Kafkiano”, que se determina como algo angustioso, según la RAE.

El historiador literario Ignacio Arellano describe esta novela como “una terrible fábula de incomunicación humana”, pues la relación del protagonista Gregorio Samsa con su familia y su jefe, enmarcan el distanciamiento con las personas cercanas y la miseria que puede llegar a representar tener un trabajo que estrangula y nos persigue hasta la intimidad de nuestra habitación, algo que no se aleja mucho de la nueva realidad en torno a la pandemia del COVID-19, que no sólo ha representado una amenaza por los más de 15 millones de personas contagiadas en el mundo, sino un factor que estresa por el “temor y la ansiedad con respecto a una nueva enfermedad”, de acuerdo al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.

“Una Mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto” y comenzaba develarse la tragedia en la que se enfrasca Samsa; lidiar con mantener a una familia y verse obligado a abordar un tren antes de las siete de la mañana, a justificar su falta por el cansancio que se manifiesta en una metamorfosis monstruosa y después responder con un sí o no a las preguntas de sus jefes que van hasta su habitación para inspeccionarlo.

Ahora, con la nueva realidad que ha traído el virus del Coronavirus, el mundo ha tenido que adaptarse a las nuevas formas de trabajar desde casa y seguir su vida desde la cámara de una computadora en la intimidad de su casa con horarios inestables que no respetan los antiguos horarios de oficina.

La pandemia no sólo ha traído consigo la pérdida de 400 millones de empleos de tiempo completo, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sino la manifestación de trastornos psicológicos como estrés, depresión y ansiedad, problemas que, de acuerdo a estimaciones de la OIT, son factores importantes para que se pierda anualmente el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) global, de la mano con los accidentes laborales.

A ello se integra el estrés ocasionado por la comunicación que debe de tenerse vía plataformas digitales como Zoom, que pueden llegar a representar una “demanda mayor” de energía, por el hecho de que una video-llamada o una conferencia virtual “depende de la interacción con una cámara, lo que provoca una sensación de “ser observado”, al tiempo que implica una presión personal y social por demostrar un rendimiento aceptable frente a los demás”, según la profesora Marissa Shuffler, de Clemson University.

También, bajo ese panorama de sentirse vigilado, de acuerdo a una encuesta por OccMedial y la Asociación de Internet.com al 85% de las personas encuestadas les gusta la modalidad de trabajo en casa, sin embargo, el 69% considera que sus jornadas de trabajo son más largas y pese a que el 50% de las personas trabaja de 5 a 8 horas diarias, 40% trabajan de 9 a 12 horas y el 8% labora 4 horas o menos, el 40% de la población total afirma que la carga de trabajo es mas intensa durante el confinamiento.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe de “Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19” en el apartado de “Personas en aislamiento o cuarentena” recomienda que durante los periodos de estrés se debe “prestar atención a sus propias necesidades y sentimientos” y ocuparse de actividades saludables que le gusten y encuentre relajantes, la nueva realidad donde no se ha regulado del todo el trabajo en casa, hace complicado no enfrascarse en una serie de trastornos psicológicos que afectan nuestra salud y nuestra relaciones personales, haciéndonos protagonistas de algo que Kafka escribió hace más de cien años y que sigue siendo el foco principal de la modernidad humana.