Por: César Hernández/

A finales del siglo XVIII, Inglaterra comenzó a experimentar uno de los cambios más representativos para su sistema político y económico, pues dio pie a instaurar el proceso de industrialización, que trajo consigo avances científicos y tecnológicos que se extendieron de manera próspera hasta el siglo XIX.

Sin embargo, debido a las medidas tomadas por la Reina Victoria I de implementar una monarquía constitucional altamente puritana, artistas e intelectuales comenzaron a verse amenazados, pues la libertad de crear cualquier obra que no cumpliera con los cánones éticos y morales estipulados, era motivo para ser encarcelado. De la misma manera, existía una doble moral sexual, que consistía en mantener una vida privada llena de deseos perversos, pero que, si esos actos se realizaban en público, los sujetos eran reprimidos y llevados a juicio.

Uno de estos casos, es el del escritor Oscar Wilde-autor de “El retrato de Dorian Grey” (1890), “La importancia de llamarse Ernesto” (1895), “El fantasma de Canterville” (1887), entre otros- quien fue arrestado por “indecencia grave” por su romance con Lord Alfred Douglas, bajo la Sección 11 de la Ley de Enmienda de la Ley Criminal de 1885, una Ley del Parlamento del Reino Unido en la cual se consideraba delito de sodomía a cualquier práctica sexual entre varones.

El 25 de mayo de 1895, el escritor se declaró inocente, pero el juez lo encontró culpable y le declaró una condena de dos años de trabajos forzados. Primeramente, Wilde fue trasladado a la prisión de Pentonville y posteriormente a Wandsworth. Dentro de estas estancias, el escritor siguió una rutina que lo colocó en una situación delicada de salud, pues los trabajos y malas comidas lo debilitaron, sin embargo, su pasión literaria nunca se vio afectada.

Más tarde, el diputado liberal y reformador Richard B. Haldane trasladó a Wilde a Reading Gaol, donde autorizó que el escritor podía tener acceso a libros y materiales de escritura. Durante su estancia en esta prisión, el autor escribió la carta de aproximadas 50,000 palabras, “De Prufundis” (1897) y “La balada de la cárcel de Reading”, las cuales eran dedicadas a su amante Alfred Douglas, con un tinte caótico romancista.

Tras dos años y con una salud totalmente dañada, Oscar Wilde es liberado el 19 de mayo de 1897, inmediatamente se traslada a Europa, donde de manera empobrecida comienza a escribir sobra la situación decadente de las cárceles inglesas y aboga sobre una reforma penal que pueda cuidar a los presos.

Meses después, el escritor se mudó a Francia para terminar sus últimos años dentro de un departamento sucio, inundado en la depresión, el desamor y la desesperación. El 30 de noviembre de 1900 muere debido a una meningitis cerebral que, según los médicos, se debía a una antigua supuración del oído derecho que había sostenido en la cárcel.

Indudablemente, el estilo realista y esteticista de Oscar Wilde, combinado con su personalidad escandalosa, dieron armas a que escritores europeas encontraran en la literatura una fuga para expresar sus deseos y orientaciones sexuales.

Este caso, al igual que el de muchos artistas e intelectuales, demuestran la intolerancia que ha existido a lo largo de los siglos en contra de la ahora comunidad LGBTTTIQ , una comunidad que ha resistido de manera pacífica, manifestándose a través del arte y el diálogo.