• El académico Antonio Mendoza Hernández, explicó que la relación entre la economía y ecología va acompañada de las revoluciones tecnológicas de depredación.

Por: Redacción/

La crisis ecológica y climática actual no se desarrolló en poco tiempo ni en forma insólita, se trata de un proceso de largo aliento en el que “hemos participado todos directa o indirectamente”, apuntó la doctora Aleida Azamar Alonso, profesora de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Algunos hechos tienen relación con la forma cómo se ha organizado el modelo de producción: se presentan grandes niveles de contaminación ambiental, incendios, caza ilegal y extracción de recursos naturales que afectan tanto a pequeños espacios, como de manera global y negativa en el ecosistema, indicó la coordinadora de la Maestría en Sociedades Sustentables.

En su ponencia Economía y naturaleza. Un mundo de conflictos socio ambientales, la académica del Departamento de Producción Económica indicó que hoy en día “somos más de 7,400 millones de personas, lo que exige un incremento desproporcionado en lo que demandamos como bienes y servicios, ya que si somos más, necesitamos más cosas y recursos”.

La investigadora mencionó como ejemplo sobre los modelos de producción insustentables la crisis sanitaria del COVID-19, la cual es resultado de un modelo agresivo agroindustrial, pero ésta no es la única catástrofe, han existido muchas en las últimas dos décadas que hacen que los costos económicos sean abismales.

La doctora Azamar Alonso subrayó que es necesario dejar de lado ciertos malos hábitos, pero aun cuando toda la ciudadanía dejara de hacerlo, no va a compensar en absoluto el daño que producen las empresas. Por ello, “son éstas las que deben modificar sus modelos de producción creando políticas de protección ambiental y modelos de gobernanza colectivos para, en conjunto, frenar la sobreexplotación ambiental”.

Durante el Seminario Economía y Naturaleza Geopolítica de la financiarización. Repercusiones y alternativas, el doctor Germán Sánchez Daza mencionó que la pandemia ha evidenciado esta tragedia del comportamiento eco depredador del capitalismo y del modelo de producción que crea condiciones para nuevos virus y enfermedades, así como el debilitamiento de los sistemas de salud y del funcionamiento científico tecnológico.

El coordinador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social (CEDES) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) dijo que las acciones humanas actuales, entre ellas la depreciación y destrucción de la naturaleza; la modernidad capitalista asentada sobre procesos industriales; el afán del capital por incrementar sus ganancias; la búsqueda de materias primas, llevando al límite la fertilidad de las tierras y ampliando la frontera agrícola a costa de la deforestación de millones de hectáreas, han colocado a la humanidad y a la vida al borde de su propia existencia”.

En la primera mesa titulada Economía y ecología viejos debates y nuevas perspectivas, moderada por Luis Augusto Chávez, el doctor Antonio Mendoza Hernández, profesor del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, explicó que la relación entre la economía y ecología va acompañada de las revoluciones tecnológicas de depredación. En la cuarta de ellas se da la supremacía ecocida, antifuncional para el capitalismo y la cual pone en riesgo la existencia.

En los límites planetarios se señalan los daños irreversibles ubicados para el año 2025, por lo que “es necesario hacer un reconocimiento oficial de que hay urgencias que atender y consideró que más que estar en la era del antropoceno en donde el humano tiene acción, más bien se está en el capitaloceno para evaluar posibles salidas al capitalismo en crisis”.

“Tenemos la oportunidad para dialogar la manera de conceptualizar el problema y sentar una conversación de lucha de los pueblos, para salir de este colapso, en donde la acumulación del capital ha devastado a la naturaleza y a la especie humana; los gobiernos neoliberales impulsan corredores industriales; hay conflictos de sanidad; se piensa que el litio y la transición energética son promesa al progreso y va a resolver el daño ambiental, pero la economía como dogma, prioriza la ganancia sobre la vida”.

En la inauguración del Seminario, la doctora María Eugenia Martínez de Ita, coordinadora del Doctorado en Economía Política del Desarrollo de la BUAP, resaltó que la naturaleza es resiliente, pero “debemos hacer un alto para que analicemos el daño que se está haciendo al planeta, pues lo estamos agotando; con la pandemia hemos demostrado nuestra fragilidad y vulnerabilidad”.

“Es importante retomar elementos que caracterizan al mundo económico para que cuando estemos trabajando con el natural pongamos atención en este tipo de aspectos”.

También participaron Efraín León Hernández, coordinador del Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México; Hortensia Moreno Macías, profesora del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, e Isalia Nava Bolaños, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.