Por: César Dorado/ 

Alemania es una de las naciones que más se ha reinventado a sí misma en diferentes periodos de su historia; desde su reunificación como estado-nación en 1871, la instauración del régimen de la república de Weimar, hasta la caída del muro de berlín, han sido piezas claves para que en ese territorio la sociedad esté constantemente en la búsqueda de una identidad que se destruye y reinventa por cuestiones políticas violentas que siempre terminan por dañar más a su población.

La destrucción y división de la población han hecho que esta nación sea una de las primeras ciudades edificadas por la modernidad y que, indudablemente, esté en una búsqueda de oportunidades para explorar y crear nuevos movimientos estéticos, siendo su capital, uno de los principales centros para la producción de arte contemporáneo.

Un ejemplo de ello, es la inmensa cantidad de personajes artísticos que lograron construir nuevas concepciones artística, aprovechando la tragedia para edificar nuevos pensamientos. La lamentable derrota en la primera guerra mundial logró consolidar la carrera artística de personajes como Wolfgang Staudte, Walter Ruttmann y Han Richter, pioneros del cine abstracto experimental.

Para la segunda guerra mundial, con una pérdida que puso en evidencia el fracaso del discurso de Adolf Hitler, la población no sabía a donde mirar, y más, con el obstáculo que representó la construcción del muro de Berlín como un símbolo no sólo político, sino de ruptura social y cultural.

Sin embargo, aunque la recuperación alemana se veía lejos y su sociedad estaba desolada, las vanguardias continuaron presentes, resistiendo al pasado trágico que habían traído consigo las malas políticas de sus gobernantes. Conscientes de que la segunda guerra mundial había dejado a una Alemania sin música popular, diferentes proyectos comenzaron a experimentar con los sonidos y la tecnología para impregnarse en la historia e inspirar a las futuras generaciones de todo el mundo.

Pasó mucho tiempo para que los nuevos proyectos comenzaran a experimentar con sonidos que se alejaran del rock que ganaba cada vez más popularidad en Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, pese a la poca difusión, el periodo entre 1968 y 1977 trajo consigo la consolidación de un género pilar.

El Krautrock trazó una línea con compromiso social  muy alejada de la que el rock and roll occidental, y aunque ese rock ya había invadido parte de la cultura popular del país para tratar de minimizar la problemática del territorio occidental, los nuevos músicos pintaron una  línea progresista por trascender el pasado de Alemania porque, aunque el nacional socialismo había terminado, el miedo continuaba latente en todos los rincones, algunos hombres que estuvieron en la guerra seguían ahí presentes.

El enfado con cualquier figura de autoridad se manifestaba a todas horas, pero las armas no eran una posibilidad para la sociedad civil, sin embargo, la música fue la herramienta necesaria para que pequeños grupos de jóvenes se reunieran a reflexionar sobre el pasado y el presente. Amon Duul iniciaba su trayectoria, reuniéndose en pequeñas localidades para hacer música caótica que reflejara el nuevo futuro que ellos estaban construyendo. John Weinzierl, su guitarrista, dijo alguna vez para una entrevista “por su puesto que no queríamos hacer música inglesa o estadounidense… así que tuvimos que pensar en algo nuevo”.

En esa reflexión, junto con la convicción de no querer ser “anglophonic y alemanes” es que se deciden por crear música que recreara escenas espaciales y futuristas, sin limitarse siquiera a los instrumentos, pues la combinación de sonidos clásicos de guitarra, bajo y batería, se complementaban con la vocalización y la experimentación con el sistema de sonido.

Los cuestionamientos políticos y la radicalización de las ideas de izquierda fueron elementos para que otros proyectos se involucraran en el movimiento, pero con un sentido más estético y contemplativo. Bandas como Neu!, Can, Faust y Kraftwerk incursionaban poco a poco en un género que se fue olvidando, ya que su transformación fue tan basta y el mensaje tan poderoso que sus sonidos y la idea de crear libremente armonías experimentales, dio pie al nacimiento de otros géneros como la música electrónica, el techno, los inicios del progresivo y así, hasta mezclarse con su opuesto, el rock.

El Krautrock es sinónimo de resistencia y evolución, no sólo resistió a la Alemania manchada de sangre por la guerra y el nazismo que aún vivía en pequeños rincones, sino a la poca difusión que se le dio y que ahora, sin quererlo, lo escuchamos en clubes donde se mira al pasado con nostalgia, ese pasado lleno de edificios destruidos, una juventud  apasionada por el progreso y el entusiasmo de dejar el pasado ahí enterrado, en los escombros.