Por: Redacción/

Al ritmo de La Campanella, de Niccolo Paganini, y con un despliegue de acrobacias y colores inició el Primer Programa de Danza Contemporánea, a cargo de bailarines profesionales de la compañía La Séptima y estudiantes del Taller de Danza Contemporánea de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Dirigidos por Lucelen Carvajal Campos, los ejecutantes compartieron en el escenario tres piezas que abordan argumentos tan distintos como el pensamiento, la cotidianidad y el tiempo.

La primera propuesta coreográfica, a cargo de La Séptima, consistió en una dramatización de un fragmento de la composición que trata sobre pensamientos que se guardan para sí, sin permitir expresarlos, con el fin de permanecer en los cánones de la normalidad para no ser considerado un desquiciado.

La danza, por fortuna, permite corporizar ideas lúdicas que juguetean en quien las piensa, por lo que esta obra pueda considerarse un tanto irónica y hasta humorística, señaló Carvajal Campos, directora y productora de la compañía.

La segunda coreografía fue representada por los talleristas, mediante trabajos de experimentación corporal bajo la supervisión de la directora y profesora, en una composición que aprovechó el ritmo vital personal y no se asemeja a algún otro.

Esta filosofía dio origen a la danza contemporánea durante los años 60 del siglo pasado, cuando los bailarines cuestionaban qué era este género y decidieron que cualquier movimiento de la vida cotidiana podía considerarse danza y que las personas no necesitan ser poseedoras de técnicas en la materia para expresar este arte.

Los alumnos del taller –iniciado en septiembre pasado– enfatizando la composición sobre la técnica, de manera natural y orgánica, caracterizaron las actividades diarias y, pese a que son acciones simples y cotidianas, tienen un ritmo abstracto que supieron expresar y que los espectadores aplaudieron efusivamente.

El momento oportuno es un poema del Libro del Eclesiastés que se refiere al tiempo para nacer y morir, amar y odiar, sembrar y cosechar, crear y destruir, y pese a todo, al final siempre habrá un tiempo para la paz; ese fue el tema de la tercera y última coreografía presentada en este programa.

Los jóvenes bailarines, acompañados de la música de Johann Sebastian Bach, representaron un fragmento de la coreografía creada por Carvajal Campos para ser desplegada en el 46 Festival Internacional Aviv, que año con año abre un espacio a la expresión de la cultura judía.

Estas tres piezas son una invitación para fijar la mirada en lo común y lo habitual, recapacitar sobre “nuestras formas de utilizar el tiempo, atrevernos a atentar contra la normalidad y permitirnos, de vez en vez, ser un poco locos; son también una propuesta a integrar la formación académica con la danza y abrir la mente a la sensibilidad humana que nos ofrecen las artes”.

El recién creado Laboratorio de Movimientos enfrenta grandes retos para lograr una de las tres funciones sustantivas de la Universidad, sin embargo, este primer programa es una oportunidad para difundir el arte, pero también y, sobre todo, para fomentar en los estudiantes la creatividad, la experimentación y la búsqueda incesante de la integración de la ciencia con el arte.

La profesora del taller abriga la esperanza de que en el segundo programa –que se presentará a principios del siguiente trimestre– sean integrados bailarines profesionales con talleristas en un solo número, por lo que llamó a más alumnos a inscribirse a esta actividad en la que serán bien recibidas las propuestas sobre temas científicos para ser coreografiados en las presentaciones venideras.