Por: Dania Hinojosa/

Blanquita Blanquita… tú, teatro de hace muchos años, la catedral del espectáculo, el primer amor de muchos actores principiantes, guardas detrás de tus rejas blancas y puertas transparentes inolvidables experiencias, perdurables espectáculos o shows que actualmente no dejan de revivir en los corazones de aquellos que alguna vez estuvieron sentados en una de tus butacas, y no podrías ser algo más importante, que la esencia de la colonia Guerrero…

El Teatro Blanquita, conocido por su fama e historia, está ubicado en Eje Central Lázaro Cárdenas muy cerca del Palacio de Bellas Artes. Las palabras antes mencionadas, trataron de articular una descripción a su altura, debido a que este edificio posee un valor singular.

A continuación, tenemos una entrevista realizada al Teatro Blanquita, en la que nos abre su corazón y nos narra acontecimientos que van desde su nacimiento hasta su declive ㅡy hasta ahora se encuentra en ese estadoㅡ, como las razones por las cuales parece ser que ha sido olvidado, pero en realidad, no es así.

― Blanquita, me encuentro sumamente preocupada por usted. 

― ¿Habla usted en serio? Es extraño que a estas alturas alguien se preocupe por mí.

― ¿Por qué piensa así?

― Por el mismísimo estado en el que me encuentro. Estoy consciente de que cada quien debe cuidarse a sí mismo, pero… ¿cómo va a ser posible eso si soy un teatro, un edificio que no puede moverse?

― Me imagino que es difícil el momento que usted está pasando, que ahora todos esos recuerdos que quedan en su memoria son sólo eso, y sólo existen en el pasado.

― Así es. Una cosa que nunca olvida un actor o actriz, o en este caso, un viejo teatro, son las expresiones de su público, la emoción o el gozo por el cual aplaudía y parecía que quería más.

― Me gustaría saber, ¿cuál fue la razón por la cual te clausuraron?

― Fui testigo de los murmullos que corrían por mi cuerpo sobre el tema, en los que llegué a escuchar que mi administración dejaría de ser de la empresa Genera música y Showtime, simplemente porque era lo mejor para sus intereses. También hace años oí rumores sobre mi posible reapertura y rehabilitación, pero me cansé de esperar ante esas falsas promesas que nunca se cumplieron; al menos trataron de remediar este asunto declarándome patrimonio cultural urbano.

― ¿A partir de qué momento comenzaste a ser testigo de las sonrisas, llantos o asombros de las personas que presenciaban tus espectáculos?

― Cómo olvidar a mi querida Margo, a mi Margo Su. Esa empresaria, bailarina y productora me fundó. Quién diría que junto con su esposo, consiguió gracias a un billete de lotería el lugar donde me sostengo. Primeramente me hacía llamar en la década de los cincuenta como el “Salón Margo”, pero tuve un renacer por culpa de los señoritos conservadores, que me acusaban de vulgar e inmoral. Un tal Ernesto Uruchurtu, ex regente del Departamento del Distrito Federal, ordenó mi demolición y después de ese suceso comencé a ser el inigualable Teatro Blanquita, siendo Libertad Lamarque la primera en presentarse.

― ¿Qué actores, bailarines o cantantes recuerdas que hayan estado en tu auditorio?

― Víctimas del Dr. Cerebro fue el último show que presenté. La lista de los personajes que alguna vez estuvieron tras mis puertas no tiene fin. Lola Beltrán, Vicente Fernández, Carmen Salinas, Tongolele, Tin Tán, Juan Gabriel, Toña La Negra, Amparo Arozamena, Chabela Vargas, El Bolerito, Libertad Lamarque, Francis, La Sonora Santanera, entre muchos otros más, me brindaron la fama por la que siempre seré recordado.

― ¿Cómo te hace sentir el hecho de que ahora eres el hogar de muchas personas?

― Desconozco la razón por la cual las personas busquen fuera de mi escenario un refugio o calor para pasar la noche, no es como si ellos de pronto comenzaran a conversar con mis paredes. Puede que no tengan ningún lugar a donde ir, o tal vez sí; posiblemente hicieron algo muy malo y perdieron el cariño de sus seres amados, o quizá sí; es probable que tengan problemas de adicción o alcoholismo, o probablemente no; pero a pesar de no conocer el motivo por el que decidieron escogerme como un hogar, me alegra seguir teniendo ese contacto con la gente. A veces eso me pone triste, porque me recuerda a la época en la que era un afamado teatro, en la que las personas asistían a mí con una gran sonrisa, a la espera de una gran actuación, pero todo tiene un inicio y un fin, debemos de aceptar los hechos y abrazar lo que tenemos a nuestro alrededor.

―¿Consideras que tu deber como teatro está inconcluso o ya terminó? ¿Era momento de que el Teatro Blanquita cerrara sus puertas?

― Creo que la respuesta a esta cuestión no depende de mí, sino de las personas a las que pertenezco, o tal vez de la sociedad mexicana. Hay que considerar que mi cierre no fue hace mucho tiempo, sino hace algunos años, años que son reflejo de una época más avanzada, más tecnológica, con diferentes propósitos y tipos de entretenimiento. ¿Será que actualmente ya no se valore el teatro como antes? ¿La cultura y el arte han perdido cierto valor ante la población de la inmediatez, de lo efímero y de lo material? Probablemente esté sucediendo todo esto, y sería una lástima que así sea.

Fuentes consultadas: