• Los dos ataques generaron un aproximado de 200 mil muertos y cientos más heridos y aterrados.

Por: Nilda Olvera/

A inicios de los primeros minutos de las ocho de la mañana del seis de agosto de 1945, Paul Tibbets, recibe desde el Straight Flush comandado por Claude Eatherly, la señal de atacar a la población de Hiroshima, quienes como casi todas las madrugadas del último mes escucharon la alarma antiaérea, sin imaginarse que, a los pocos segundos de hacerlo, la bomba “Little Boy” estallaría a 600 metros del suelo.

No obstante, a los tres días del evento la fuerza aérea estadounidense sobrevoló la ciudad de Kokura, pero al percatarse de que el cielo estaba tan nublado, optaron por lanzar la bomba “Fat Man” sobre Nagasaki. Los dos ataques generaron un aproximado de 200 mil muertos y cientos más heridos y aterrados.

Esto se llevó a cabo hace 75 años, en el periodo de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto mundial que se desarrolló entre 1939 a 1945, que inició oficialmente con la invasión de las fuerzas armadas alemanas a la ciudad de Wileun, en Polonia el primero de septiembre de 1939, destruyendo el 75% de la región. Lo cual hizo que la Gran Bretaña junto Francia le declaran la guerra a Alemania.

Éste último se levantó en armas para recuperar el poderío que ostentaban antes de 1918 y poder librarse del “Tratado de Versalles”, ya que establecía las condiciones de que se debía pagar una indemnización a los vencedores, se prohibió tener ejército, entre otros aspectos.

Ambas ciudades de Japón fueron escogidas porque en esa época contribuyeron a una cierta importancia industrial y militar. En los alrededores de Hiroshima, ubicada sobre un área plana, se encontraba campamentos en donde se llevó el abastecimiento y logística menor para la milicia japonesa, por otra parte, Nagasaki situada alrededor de enormes valles, se realizaba la producción de artillería, barcos y otros materiales para la guerra.

Los artefactos explosivos de casi 5,000 kilogramos de peso y de tres metros de longitud, tuvieron una potencia explosiva de 16 a 25 kilotones, energía valorada a más de 1600 toneladas de dinamita. Cuando estalló “Little Boy” la explosión alcanzó los 7,000 ºC, lo que generó quemaduras fatales en un radio de unos tres kilómetros, acabando con la vida de 66.000 personas e hiriendo a otras 69.000 y con “Fat Man” fueron 70.000

En ese instante las dos enormes nubes de humo destruyeron gran parte de las casas construidas con madera, la onda expansiva no solo provocó el derrumbe de las construcciones, sino también de consumir todo el oxígeno disponible.

Los ataques desprendieron una radiación tanto a corto como a largo plazo, que por siguiente a los sobrevivientes les ocasionó vómitos, dolor de cabeza, náuseas, diarreas, hemorragias y pérdida de cabello, varios de los afectados desarrollaron después de un tiempo enfermedades como cáncer de tiroides y leucemia.

Los bombardeos señalaron el final del “Japón Imperial”, que comenzó con la Restauración Meiji en 1868, a la vez de su rendición en la Segunda Guerra Mundial firmada a bordo del acorazado Missouri de los Estados Unidos.

Después de la guerra, sin yacimientos mineros o de petróleo y con menos del 11 por ciento de sus tierras cultivables, los ciudadanos se dedicaron a reconstruir su país y desarrollar nuevas tecnologías con el lema de la disciplina. Aspecto que siguen implementado a la fecha para la educación y el trabajo.

Actualmente, Japón es referente de modernidad, que juntos con los Hibakusha, término que se le designa a los supervivientes de los bombardeos nucleares a civiles en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, lograron reconstruir un país que se encontraba consumido en ruinas.