Por: César Dorado/ 

Desde hace años, el reggaetón ha venido posicionándose como uno de los géneros más aclamados, y no importan los espacios, su ritmo y sus letras rompen las barreras de lo que, posiblemente, para algunos es políticamente incorrecto. Su evolución ha sido tal que incluso, lo que se pensó que sólo sería una moda pasajera, ahora es toda una corriente sin prejuicios ni tapujos.

No cabe duda que el propio reggaetón-término acuñado en Puerto Rico, con inicios en Panamá, Jamaica y República dominicana pero capitalizado desde el lanzamiento de “La Gasolina” de Daddie Yankee – se supo adaptar a las nuevas ideas y apoyarse del marketing de la moda y generar todo el material audiovisual posible para establecer un mejor contacto con sus fans. Encaró la popularidad de la que gozaba el pop y la electrónica para arrebatársela y decir “mi música no discrimina a nadie así es que vamos a mover… toda mi gente se mueve”.

Podría gustarte o no, pero debemos de reconocer que uno de los artistas principales de reggaetón de esta generación es Bad Bunny (Benito Antonio Martínez Ocasio) quien se ha convertido en un todo un fenómeno de la música y el ritmo urbano en Latinoamérica y el mundo, porque incluso su implementación del mal llamado ritmo dembow, ha perpetrado profundamente en otros estilos en donde también lo acompaña Ozuna, J Balvin y demás artistas.

Pero el propio Bad Bunny, más allá de ser un cantante clave para esta nueva faceta del reggaetón, también es un fenómeno de la cultura occidental, porque ha funcionado como un artista incómodo y, si así se quiere entender, subversivo, pues sigue causando que muchas personas revelen su lado más xenófobo, clasicista y racista al escuchar su música y juzgar a los fans y amantes del perreo.

El reggaetón, como cualquier otro género musical que encanta a las masas y genera millones de dólares para la industria musical, incomoda, ya sea por sus letras, por la actitud de sus artistas o su forma de vestir. Pero así fue con The Beatles cuando “She Love You” encantó a millones de personas a quienes sus padres les prohibían ir a sus conciertos, pero al final, la industria supo aprovechar esa situación e hizo millones de dólares en discos y giras.

Así también sucedió con el jazz durante la prohibición del consumo de alcohol en Estados Unidos. Ese momento no detuvo a las orquestas y clubes clandestinos donde las Flappers se apoderaban de la atmósfera con sus faldas cortas y sus peinados alucinantes, a la par de que los músicos tocaban un “inmoral y rebelde” swing. Y aunque parezca algo absurdo, también sucedió esto en el siglo XVIII y XIX, con el Vals, pues era considerado un baile atrevido e inmoral, ya que los jóvenes, quienes eran  los que lo bailaban, tenían que hacerlo muy cerca, lo que iba muy a la contraria de los bailes tradicionales en donde sólo se podían tomar las manos.

La incomodidad siempre ha ido sujeta con la música, y por lo regular ha de afectar a las generaciones pasadas que crecieron con ciertos ritmos, pero también a las que lo viven en el presente, que a veces se dejan llevar por el hecho de creer que lo que ellos escuchan es mejor. Pero en esa polémica, en donde unos critican la música por su letra o la “sencillez” de sus ritmos, es donde deberíamos de detenernos a reflexionar.

En tiempos “modernos” en donde todos podemos hacer libre uso de nuestra opinión en redes sociales, se puede leer que el reggaetón es demasiado simplista en sus letras y que incluso es vulgar, pero quizá es el hecho del cómo percibimos los mensajes de las letras. Por ejemplo, si escuchamos el tema “Burbujas de amor” (1990) del dominicano Juan Luis Guerra escuchamos una parte de la letra que dice “quisiera ser un pez, para poner mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por donde quiera… pasarla la noche entera mojado en ti” puede interpretarse, o no, como sexo oral.

También se visibiliza ese mensaje en géneros como el Glam Metal, caso es el de la banda Mötley Crüe con su tema “Girls Girls Girls” (1987) que en una parte se canta “Soy un niño tan bueno, solo necesito un juguete nuevo. Te diré que nena, baila para mí, te mantendré ocupada”, es un poco más obvio al ver el vídeo donde se ve a mujeres en ropa interior bailando en un bar, pero se “compensa” con la ejecución de guitarras con solos perfectos, baterías rebeldes y ritmos que te hacen tener una noche bohemia entre copas y humo de cigarro.

La lista para esto es interminable. Ahora bien, el reggaetón ha sido exitoso porque cambió sus formas de mostrarse con el público, al mismo tiempo que sus músicos comenzaron a generar una hermandad para crear hits- que bien pueden durar sólo un mes o más en el top de popularidad y después ser sustituidos por otro hit de ese mismo artista- que ambientan fiestas, bares y conciertos masivos.

En su estructura musical, el reggaetón no ha cambiado demasiado. Si escuchamos con atención, desde la llegada de El General en temas como “Rica y Apretadita” y “Te ves buena” podemos encontrar las mismas bases de Dembow,- adjetivo que originalmente es el nombre de una canción de Shabba Ranks y que evoca, equivocadamente, a un ritmo de origen africano que se alojó en los sonidos caribeños, el merengue y la salsa – que por su sencillez compositiva hace que cualquier persona se vea motivaba para perrear, más otros ritmos atribuidos al hip-hop o el trap.

Ahora bien, al género se le atribuye de tener letras simplistas y vulgares, pero en un mismo plano, eliminando la música, son muy parecidas en su mensaje. Un ejemplo de ello es el tema “A tu merced” (2020) de Bad Bunny, en la que se puede escuchar “Tú siempre estás mojada y yo que tengo sed. Dime qué vamos a hacer… Quieres perreo, no balada. Tú eres un pitcher, pero yo estoy puesto pa’ la nueva entrada”. Al final la connotación sexual es la misma, pero ya no está llena de figuras retóricas “románticas” y en parte, ese lado explícito es lo que llega a incomodar.

El reggaetón ya no es sólo música, sino un movimiento que pretende involucrarse en luchas sociales. El primer caso fue cuando artistas como Residente, Ricky Martin y Bad Bunny salieron a las calles de Puerto Rico a protestar para que el ex gobernador Ricardo Roselló dejara su puesto, esto, al ver una serie de mensajes filtrados donde el político mostraba su lado más homófobo y sexista. También, ante la crisis global de feminicidios y violencia de género, algunos artistas se han detenido para “unirse” a las causas políticas y sociales de las mujeres.

En esto, Bad Bunny ha sido uno de los que más ha mostrado interés. Su nuevo sencillo “Yo perreo sola” ha causado revuelo en redes sociales porque algunos apoyan su causa y otros tantos lo enjuician por ser alguien que se aprovecha del movimiento haciéndose pasar por una persona transgénero, así como en el casi de Roselló, en donde muchos denunciaron su acción de colgarse la medalla por la destitución del movimiento.

Sin embargo, pese a las críticas en contra o a favor, el artista, desde su postura como artista, mandó un mensaje e hizo una canción para dar a entender que “antes tú no querías, ahora yo no quiero” y que la lucha de las mujeres es sólo de ellas y que seguirá constante, sin la necesidad de ser aprobada por nadie, lo contradictorio, desde el sentido más radical, es que la canta un hombre.

Detenerse a pensar en si Bunny es un “aliado” del movimiento feminista o no es controversial. Por un lado, habrá quien diga que sí, y que la manera de visibilizar el “Ni una menos” a través de su video ayudará que más personas entiendan que algo en la estructura social debe de cambiar. Del otro lado, habrá quien diga que solamente es un artista ventajoso que se aprovecha del momento para sacar beneficio y que lucra con el dolor. Algo que ha sucedido con otros artistas como John Lenon, cuando su hijo Julian declaró en una entrevista para The Telegraph que su padre era un “hipócrita que predicaba sobre la paz de la tierra” siendo un adultero y un padre poco comunicativo.

 Con su música o sin ella, el movimiento seguirá resistiendo y haciéndose más fuerte. Pero ya sea para discutir o fascinarnos con su ritmo, lo estamos escuchando y estamos hablando de la canción que en Youtube ya tiene 40 millones de reproducciones, enriqueciendo a la industria musical.

 Habrá personas que tomarán su canción como un himno para divertirse, para hacer una revolución  y otros para criticarla, pero si esa canción tiene un efecto en ti al escucharla y te motiva a transformarte y a transformar tu entorno, ahí es donde gana la música, pues cumple su objetivo principal; generar emociones dentro de nosotros que nos convencen de que nos gusta o no algo, ya sea reggaetón, jazz, heavy metal, cumbia o lo que deseemos escuchar.

El reggaetón ha ganado terreno en toda la industria musical porque, a su manera, lo ha he venido haciendo mejor que sus antepasados (DJ Goldy, Zion And Lenox, El General, etc)  con su naturaleza controversial que hace bailar a las masas y genera canciones que se transforman en fenómeno, nos guste o no con todo y sus formas.