• Guillermo Fadanelli insiste en que “la realidad más íntima de nuestro mundo es literaria” y el hombre mal vestido es una representación clara de ello, pues desnuda al mundo actual y muestra sus más feroces amenazas y los resultados de ser tan descortés y poco humano.

Por: César Hernández Dorado/

Observar los problemas de la modernidad puede llegar a representar un reto difícil, porque algunas de esas adversidades resultan tan poco entendibles que el simple hecho de pensarlas ya nos produce estrés o una preocupación que no se detiene hasta llevarnos al colapso mental y pensar que “todos tenemos algún motivo para matar”. Pero, aunque así lo hiciéramos, los vicios sociales y el desencanto, continuarán ahí, impregnados en la vida moderna.

La novela más reciente de Guillermo Fadanelli, “El hombre mal vestido” (Almadía, 2020), enfrasca a la perfección, a través de un realismo crudo, una historia contada a través de diferentes voces, en donde se ve la perspectiva de la vida moderna desde la precariedad de los barrios de Tacubaya.

Desde la miseria de un grupo de jóvenes que han sido “paridos por mero impulso” y a quienes se les ha echado a la espalda un futuro, hasta la mirada de un hombre agrio que cuestiona las nuevas formas de comportamiento de la sociedad, llenos de desprecio y que “compiten hoy en la taza del baño para ver quién se hunde en el hoyo negro de la fama”, la novela de Fadanelli vuelve a plantarse con preguntas fundamentales a través de personajes lastimados, violados, reprimidos y desechados por el mundo.

Fadanelli, a través del cambio de voces de los protagonistas, va intercalando historias de sujetos miserables que, igualmente, van narrando su propia historia hasta unirla con la del hombre mal vestido, Esteban Arévalo, sujeto que describe ese sello personalizado del también autor de “Educar a los topos”; sin rumbo y con un alto cuestionamiento a los valores humanos, con reflexiones filosóficas que aterrizan en los absurdos de la vida moderna y que llegan por la ruptura de la inocencia de un niño que quería ser policía.

Aunque parezca apatía, los pensamientos del hombre mal vestido ejemplifican una voz experimentada, razonable, harta. Esteban Arévalo, descrito como un hombre que casi roza con la indigencia por su mala manera de vestir y a quien lo acusan de haber asesinado a ocho personas, reflexiona a través de sus propias experiencias los nuevos objetivos y el sentido de los humanos en la actualidad. “Llamar vida a la acumulación dispar, pendeja, despatarrada, puta, de experiencias ocurridas en un determinado tiempo le parecía una imbecilidad”.

Tomando como punto de partida la falta de cortesía y la poca ética de las personas, que lo miran con desdén por su forma de vestir, Fadanelli lleva a Arévalo a ser la contradicción del hombre que no quiere la sociedad. Es el extremo de todo lo políticamente incorrecto, pues recurre constantemente a la memoria para reflexionar sobre su presente, el que desdeña pero que al final lo hacen pensar que “hay que ser felices, nos lo merecemos”.

Son esas decisiones y su comportamiento, lo que hacen del protagonista un ser incómodo y desconsolado, pero cargado de emociones y una idea melancólica sobre su libertad. “El día en el que pueda llorar es que finalmente seré libre”, afirma Esteban.

Con pasajes desoladores y poca esperanza sobre un futuro impensable, el hombre mal vestido también da soluciones del cómo podríamos escapar de una nueva realidad en donde, contradictoriamente, también “fingimos” ser felices en redes sociales donde nada parece real. “Tal vez la literatura añada una razón de peso al universo para que sea considerado real, y lo haga de manera tan rotunda como los elementos químicos o los pedazos de materia, neutrinos, quarks, que van de aquí para allá tejiendo una broma de dimensiones colosales”.

En esta novela, el autor hace que el lector se reencuentre con una realidad alterna a la que, quizá, está viviendo, una realidad en concreto miserable, superficial y poco cortés porque ¿Quién no podría ser el hombre mal vestido’, sobajado por sus propias perturbaciones.
Guillermo Fadanelli insiste en que “la realidad más íntima de nuestro mundo es literaria” y el hombre mal vestido es una representación clara de ello, pues desnuda al mundo actual y muestra sus más feroces amenazas y los resultados de ser tan descortés y poco humano.