Por: Vicente Flores

Autor de una extensa obra provocativa, Georges Bataille, nacido en Billom, Francia, en 1901, fue considerado como un “nuevo místico” por Jean Paul Sartre, como “un obseso” por André Bretón y “uno de los más grandes escritores del siglo” por Michel Foucault.

Buscó despojar a sus textos de toda retórica para aproximarse a lo que él llamaba “la desnudez del ser”, ya que entendía que el hombre debía dejar de “enunciar” para poder “consumar”, y para ello no le quedaba otro camino que el de la “transgresión”.

Escribió las novelas eróticas Historia del ojo (1928, con el seudónimo de Lord Auch), El azul del cielo (1935, publicado en 1957), Madame Edwarda (1937, con el seudónimo de Pierre Angélique), El cura C (1950) y Mi madre (1966); conjunto que supone una referencia esencial en los estudios sobre literatura y erotismo.

Sin más, lee estas cinco frases provocativas de Georges Bataille.

El erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte.

El impulso del amar, llevado hasta el extremo, es un impulso de muerte

Sin prohibiciones no hay erotismo

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La violencia nos abruma extrañamente en ambos casos, ya que lo que ocurre es extraño al orden establecido, al cual se opone esta violencia. Hay en la muerte una indecencia, distinta, sin duda alguna, de aquello que la actividad sexual tiene de incongruente. La muerte se asocia a las lágrimas, del mismo modo que en ocasiones el deseo sexual se asocia a la risa; pero la risa no es, en la medida en que parece serlo, lo opuesto a las lágrimas: tanto el objeto de la risa como el de las lágrimas se relacionan siempre con un tipo de violencia que interrumpe el curso regular, el curso habitual de las cosas. Evidentemente el torbellino sexual no nos hace llorar, pero siempre nos turba, en ocasiones nos trastorna y, una de dos: o nos hace reír o nos envuelve en la violencia del abrazo… Es debido a que somos humanos y a que vivimos en la sombría perspectiva de la muerte el que conozcamos la violencia exasperada, la violencia desesperada del erotismo.