• En la madrugada un agudo frío envolvió a la capital, las temperaturas habían llegado a los cuatro grados bajo cero y en días anteriores en el país un paisaje blanco invadió los hogares de los pobladores.

Por: Nilda Olvera/

En la madrugada un agudo frío envolvió a la capital, las temperaturas habían llegado a los cuatro grados bajo cero y en días anteriores en el país un paisaje blanco invadió los hogares de los pobladores que recibieron un aviso por parte de los pronósticos de climas de los noticieros que existían una posibilidad de que una tormenta de nieve cayera a principios del año.

Los monumentos, iglesias, y edificios fueron los primeros en cubrirse de cristales de hielo, y al mismo tiempo sirvieron de protección y refugio para las personas que se encontraron con el escenario momentos después, que incluía un aire blanquecino que al ser retratado en distintas fotografías por las cámaras análogas éstas se veían más iluminadas.

Porque la nieve cubrió las calles, transportes y negocios que hacían creer que el encuadre capturaba una parte distinta al territorio mexicano. En donde los automóviles los protegía una capa helada que daba la impresión que los absorbía ya que los vidrios y color de la pintura no se veían.

Aquel miércoles de 1967 no se encontró un lugar con una imagen habitual a la que muchas personas estaban acostumbradas, por lo que el recuerdo se quedó grabado en la memorias de muchos por el resto de sus vidas, pues aunque no era la primera nevada registrada en la historia, el 11 de enero fue la última que se vio.

El clima que ya había azotado a la nación en 1907 y 1920, llegó el 9 a Nuevo León, Sinaloa, Durango, Tamaulipas, Chihuahua, Zacatecas y Chihuahua y a su paso cubrió más de 10 estados como Morelos, San Luis Potosí, Michoacán, Tlaxcala, Estado de México, concentrándose al final en la ciudad siendo Chapultepec, San Ángel, Mixcoac, Tacubaya y el Pedregal, las primeras zonas que la tormenta tocó.

Acumulándose un hielo de cinco a ocho centímetros de espesor que causó alegría en los niños y adolescentes que con sus mejores abrigos y prendas más calientes que se hallaban guardados en sus armarios, salieron a jugar con sus amigos, haciendo muñecos y guerra de bolas nieve.

Aspecto que al mismo tiempo le acompañó una serie de problemas en la circulación por las inundaciones por el desbordamiento de los ríos Consulado, Remedios y Tenayuca, el bloqueo de caminos y carreteras de Cuernavaca, Toluca y Puebla, así como la suspensión de vuelos en la mayoría de los aeropuertos debido a la delicadeza del tiempo. Y en el que cientos de familias quedaron atrapadas en sus casas sin luz y teléfono y en el padecieron gente en condiciones de calle.

A lo largo de esa tarde, soldados y policías se desplegaron para otorgar víveres y medicamentos que sirvieran de ayuda a cualquiera que lo necesitarán, pero debido a la falta de planes para contrarrestar las situaciones de emergencia, no se pudo evitar un registro total de entre 20 a 40 muertos por hipotermia e intoxicación por monóxido de carbono de los anafes y 300 damnificados al final de los los eventos.

No obstante a pesar de todo lo que trajo consigo, cuando se empezó a eliminar toda evidencia de lo que sucedió a gran escala, hubo gente que siguió yendo a los espacios donde aún sobraba algo de nieve, siendo La Marquesa uno de ellos, para disfrutar de la experiencia que cumple su 55 aniversario a la fecha.