• Una de las dificultades a las que se enfrenta es lograr que las personas participantes tengan una técnica uniforme.

Por: Redacción/

El Ballet Folclórico Maya nace de la inquietud del bailarín Daniel Maya Dávila por crear una compañía incluyente que tuviera la posibilidad de reunir a personas que les guste el arte de la danza, sin importar edad, condición física o complexión.

En entrevista, el fundador explica que decidió aventurarse a crear algo diferente, enfocado en el arte escénico y las representaciones de sones y jarabes de los distintos estados de México.

Bajo este principio, el también licenciado en Artes Escénicas trabaja actualmente con 34 bailarines de entre 15 y 50 años y con personas con alguna discapacidad, todos unidos por el amor a la danza y con la idea de demostrar que esta disciplina no es excluyente, sino que forma parte de un acervo cultural de una comunidad.

Recalca que una de las dificultades a las que se enfrenta es lograr que las personas participantes tengan una técnica uniforme, “es algo complicado poner a bailar a una mujer de 15 años con una de 50 y que la técnica de ambas se unifique en el escenario, sin embargo, la labor que hacen como compañeros permite ver la armonía escénica. Han aprendido a trabajar en ese sentido”.

Precisa que para formar parte de sus filas basta el amor a la danza, disponibilidad y disciplina “no es requisito saber bailar, nosotros formamos bailarines”.

A la fecha, su repertorio se compone por coreografías de bailes tradicionales de 15 entidades del país, “en esta idea de la inclusión con la que nos manejamos siempre integramos no solamente la danza escénica que todos conocemos, sino además investigamos para integrar las danzas tradicionales y poco conocidas”.

Aunque en sus presentaciones utilizan música grabada, hay ocasiones que invitan a cantantes, por lo cual el público podrá observar un espectáculo dancístico y musical.

Hasta antes de la contingencia sanitaria, Maya, quien también estudió la carrera de docencia del arte en la Universidad de Querétaro, impartía clases de danza a niñas, niños y jóvenes en una institución de educación especial, ubicada en Querétaro.

Destaca que en algunas coreografías participan alumnos de este recinto educativo; así como personas con discapacidad, creando piezas dancísticas que se adapten a las necesidades de todas y todos.

“Hemos trabajado también con infancias con síndrome de Down, en silla de ruedas y autistas. Lo que hacemos para integrarlos es bailar algo que todos podemos, con el objetivo de que se sientan integrados y acompañados, pero sobre todo que se motiven y vean que sí se puede”.

Considera el bailarín que su trabajo de inclusión les ha abierto muchas puertas, permitiéndoles participar en eventos como el Festival de Artes Escénicas de Querétaro, en tres ocasiones; el Festival Villista de Chihuahua, el Festival Internacional de Zacatecas, algunos festivales en Guadalajara, Guanajuato y Jalisco; a nivel internacional, en San Diego California, Estados Unidos, y en Costa Rica.

“También hemos bailado con agrupaciones musicales como el Mariachi Vargas de Tecalitlán, el Mariachi Gama Mil y con la Orquesta Filarmónica de Querétaro. A pesar de ser una agrupación independiente, hemos trabajado muy fuerte y se nos han abierto muchas puertas, que nos han llevado a escenarios importantes”.

En esta contingencia se han mantenido ensayando y grabado algunas presentaciones para plataformas digitales, “se ha trabajado muy bien, con expectativas de nada; yo les digo que vamos a trabajar solamente para estar vigentes, para que el cuerpo no se atrofie”.