Por: Oswaldo Rojas

En sus orígenes el altar de muertos tenía una razón muy clara de ser: servir de faro a los difuntos y rendirles afectuoso tributo. Además, en el sentido prehispánico era una ayuda para encaminarlos al lugar de los muertos y hacerles un homenaje por sus proezas en vida.

Se llevaban a cabo durante el tiempo al que los fallecidos les tomaba llegar a su morada final, cuatro años y cuatro meses según diferentes mediciones astronómicas mexicas.

Las que celebramos los primeros días de noviembre fueron los adoptados por la tradición cristiana.

Nuestro actual altar de muertos es un sincretismo cultural.

El altar en la cultura mexicas tenía nueve niveles porque eran los sitios que las almas tenían que transitar.

  • Izcuintlan: Lugar de los perros. Las almas debían cruzar un río ayudados por un perro, Xolotl. Este era considerado el dios del atardecer.
  • Tepetl monomicyan. Lugar de los cerros que unen. La prueba era evitar ser aplastado por las montañas en movimiento.
  • Iztepetl. Cerro de obsidiana. El alma tenía que esquivar piedras afiladas de dicho material.
  • Itzehecayan. Lugar del viento de obsidiana. El difunto debía poder cruzar un páramo gélido.
  • Pancuecuetlacayan. Lugar donde la gente vuela. Similar al anterior, solo que aquí el viento era tan frío que podía congelar al que lo intentaba cruzar.
  • Temminaloyan. Lugar donde la gente es flechada. Un sin fin de flechas lanzadas al aire debían ser esquivadas.
  • Teyollocualoyan. Lugar donde el corazón es devorado. Si sucedía que el viajero perdía su corazón no podría seguir con su camino.
  • Itzmictlan apochcalocan. El templo que humea. Si la alma se perdía por la neblina se vería obligada a vagabundear hasta encontrar el sendero de vuelta.
  • Mictlan. Lugar de los muertos. Cuando el difunto alcanzaba este nivel se veía por fin liberado para así encontrar el descanso buscado y merecido.

La morada final dependía también de la forma en que se hubiera muerto.

  • Mictla. Donde reina el señor de los muertos. Llegaban todos aquellos que morían de forma natural y de enfermedades no sagradas.
  • Tlalocan. Lugar de Tlaloc. Lo que morían por ahogamiento, sarna o lepra eran recibidos aquí.
  • Tonatiuh ichan. La casa del sol. Este es el hogar de Huitzilopochtli. Los guerreros caídos en batalla eran sus moradores, pero también recibían a las mujeres que al dar a luz fallecían.
  • Cincalco. Casa de maíz. Los bebés que mueren durante la lactancia eran acogidos aquí por Huemac.

En nuestros días esta cosmogónica ha quedado medianamente olvidada y la gente coloca altares sin niveles. Sin embargo, la tradición y homenaje a sus muertos sigue siendo igual de valiosa. Una expresión de que para los mexicanos la muerte es una entidad en constante cercanía.

Sobre la muerte.