Por: César Hernández/

Inconforme con la imposición de su nombre, Gerardo Murillo Cornado, se autonombró “Atl”, que en Náhuatl significa agua, aunque otras versiones también mencionan que el escritor argentino Leopoldo Lugones-uno de los principales exponentes del modernismo literario- lo bautizó de esta manera. Sin embargo, lo relevante de él es toda la obra pictórica que dejó plasmada en muros y lienzos, siempre, con una insolencia marcada en cada una de sus tintas y pinceladas.

Nacido en Guadalajara, Jalisco, Dr. Atl, comenzó sus primeros estudios de pintura en el académico Felipe Castro y más tarde en el taller de Félix Bernardelli, quien, debido a su constante interacción con las vanguardias pictóricas europeas, introdujo a Atl a una nueva perspectiva de la pintura moderna. Para 1896 decide trasladarse a la Ciudad de México e ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes en donde, debido a su gran desempeño y talento, el gobierno de Porfirio Díaz le otorgó una beca para lograr estudiar en Europa.

Recorriendo España, Francia, Alemania e Inglaterra, se vio influencia por el movimiento impresionista-movimiento que influenciaría en su técnica y color de pinturas como “Paricutín”, “Paisaje con el Iztaccíhuatl”, entre otros-.

Conmovido por las pinturas renacentistas, neoimpresionistas y fauvistas, al igual que por todos los movimientos artísticos y científicos que surgían en el viejo continente, Atl regresó a México en el año de 1907, en aras de una tensión política que lo motivaría a relacionarse con la clase política, pues debido a su preparación con los sociólogos Émile Durkheim y Henri Bergson, comenzaba a analizar las circunstancias desde un sentido cultural de la sociedad.

Más tarde, comenzaría a impartir clases en la academia de San Carlos,-lugar donde acuñaría el apodo de “El Agitador”- impartiendo clases a los muralistas David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera, mismo que años más tarde escribiría el texto “La increíble historia del Dr. Atl, que enseñó a ser insolentes a todos los jóvenes”.

En vísperas de la revolución, el pintor se alió con Venustiano Carranza, convirtiéndose así en su jefe de propaganda debido a sus ideas anti porfiristas. Para 1910, el gobierno mexicano junto con la Escuela Nacional de Bellas Artes, organizó una exposición pictórica en conmemoración de los 100 años de la Independencia, pero sólo contenía pinturas elaboradas por talentos españoles, a lo que el doctor decidió protestar frente la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Con toda la tensión latente y a punto de estallar la revolución, el gobierno decidió otorgar tres mil pesos al pintor para que así, con Francisco de la Torre, Diego Rivera y Ponce de León como principales exponentes, se mostrara el talento pictórico nacional.

Sin precedentes y amenazado por la situación política del país, decidió migrar nuevamente a Europa, en donde fundó el periódico Action d’Art y la Liga Internacional de Escritores y Artistas, proyectos que buscaban realizar y difundir arte a través de un mensaje político pues para Atl, ambos eran factores primordiales del progreso.

Con el pasar de los años, el pintor se vio apasionado por los volcanes, debido a su relación con el artista Joaquín Clausell, mudándose a las faldas del Iztaccíhuatl. Para 1920, publica la obra “Las Sinfonías del Popocatépetl”, obra en donde se muestra parte de su interés por el impresionismo, pero con tonalidades más crudas y oscuras.

Durante el desenlace de “La Decena Trágica”, Atl funda el periódico “La Révolutione en Mexique” en compañía de Miguel Díaz Lombardo, Luis Quintanilla, Lizardi y Carlos Barrera para hacer una crítica a la política mexicana, reclamar la inclusión de los grupos indígenas segregados y utilizar el arte como medio de la construcción social del país. Lamentablemente, y con la muerte de Venustiano Carranza, el pintor se aleja de manera permanente de la política.

Indudablemente, la preparación constante y su pasión por el conocimiento, hacen de Dr. Atl uno de los artistas más influyentes dentro de la pintura mexicana debido a que también al traer las vanguardias europeas abrió un panorama que, en contracorriente con las ideas políticas, ayudaron a forjar al gremio artístico e intelectual del país.