• Dolores del Río sufrió en su infancia inseguridad por su tez morena y los rasgos indígenas que eran muy evidentes en ella, puesto que estos eran uno de los prejuicios más arraigados entre los miembros de su propia clase.

Por: Nilda Olvera/

Después de que el director estadounidense Edwin Carewe asistiera a una fiesta, en donde conoció por primera vez a Dolores del Río, de la que se enamoró por su singular belleza y personalidad, Carewe decidió ofrecerle trabajo en Hollywood, siendo una parte para conquistarla y otra luego de que la joven duranguense le convenciera de que contaba con dotes artísticos en consecuencia de que ésta le ejecutó una de sus danzas interpretativas.

Interpretando por primera vez un pequeño papel en la película “Joanna”, en la que se le creó a Dolores una imagen españolizada de las mujeres de la década de los 20 y que posteriormente utilizará durante la mayor parte de su vida. Entrando en un vertiginoso ritmo que le llevaran actuar en varias cintas con relativo éxito y que harán que sus apenas ingresos de 250 dólares semanales se multipliquen.

Dolores Asúnsolo López-Negrete nació en Durango un tres de agosto, en el que no se sabe con exactitud si fue de 1904 o de 1905, dentro de una familia acomodada, quienes emigraron en la Revolución Mexicana de 1910 a la Ciudad de México aprovechando que aún conservaban fortuna y posición social, dado que su madre era prima de Francisco I. Madero, en ese momento presidente de la República.

Caracterizada por tener una actitud férrea y voluntariosa junto con una enorme inteligencia y disciplina para lograr sus metas y un gusto por la danza y la actuación. Dolores sufrió en su infancia inseguridad por su tez morena y los rasgos indígenas que eran muy evidentes en ella, puesto que estos eran uno de los prejuicios más arraigados entre los miembros de su propia clase.

No obstante, y pese a sus temores, intuía que era la personificación de una belleza excepcional casi irreal y que así era y sería vista por todos. Cabe señalar que su apodo artístico se creó por el apellido de su esposo Jaime Martínez del Río, con quien se casó a los dos meses de haberle conocido.

A lo largo de su trayectoria laboral Hollywoodense, Dolores demostró ser una actriz versátil, que cautivaba a través de la pantalla grande a los espectadores desde las cintas de “Ave del paraíso” en la que encarna a una salvaje isleña de los mares del sur, “En volando a Río” en el que interpreta a una aristócrata brasileña que se enamora de un joven estadounidense, papel en el que se muestran muchos de los prejuicios que hay hacia América Latina, por mencionar algunas.

Asimismo, se consolida su figura de exótica y sensual que la convierten en uno de los símbolos eróticos de la industria cinematográfica. Optó por irse a México más adelante cuando su carrera se vio en descenso, aquí su primera película fue “Flor Silvestre”, dirigida por Emilio (Indio) Fernández y compartiendo estelar con Pedro Armendáriz.

Esta cinta rompió con la personalidad glamurosa que la venía acompañando desde que logró catalogarse de estrella en “El precio por la gloria”, (conocida por su nombre en inglés What price Glory?), en donde interpreta a Charmaine una francesa que despierta pasiones en los soldados estadounidenses.

Para presentar a la sociedad la figura de campesina y las diferencias y prejuicios entre la población mexicana. “Bugambilia” fue otro ejemplo de lo mencionado anteriormente, en el que una dama de la aristocracia se enamora de un hombre de bajos recursos económicos.

En sus últimos años, se dedicó a protagónicos más acordes para su edad, a la vez de temas más serios, en los que se encuentra “Doña perfecta”, en el que representa a una mujer dominante envuelta en el ambiente conservador de una ciudad provinciana del siglo pasado y “¿A dónde van nuestros hijos?” en el que Dolores es una abnegada y sufrida ama de casa que trata que evitar que su familia se desintegre.

Dolores del Río murió un 11 de abril de 1983 por una hepatitis crónica en California. Quien a la fecha sus decenas de filmes la catalogaron como la icónica belleza mexicana y en el que su rostro fue inspiración para obras de los diversos artistas.