Por: Redacción/

Nueve jóvenes de Ciudad Juárez, de entre 21 y 25 años de edad, exestudiantes de las Bandas Sinfónicas Comunitarias de la entidad, hoy son egresados o estudiantes de la Licenciatura en Música de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y, a la par, maestros de esas agrupaciones que los vieron nacer como instrumentistas.

Estos nóveles músicos, hace nueve años ocupaban su tiempo libre frente a la televisión, porque no había opciones para activarse después de la escuela y jugar al aire libre no era seguro, hasta que se implementaron las bandas sinfónicas comunitarias en esta entidad fronteriza; fue entonces que ellos, como otros cientos de niñas, niños y adolescentes, se acercaron a la música y así descubrieron y definieron su destino.

Se trata de Julio Andrés Rodríguez, Marcos Liván Rodríguez, Carlos Barragán Contreras, Oscar Daniel Alvarado, Luis López, Joel Vargas, Gustavo Cortés, Daniel López y Ariel Muñoz, quienes formaron parte de esta primera generación de infantes que en 2010 encontraron en la práctica musical, una forma lúdica de encauzar su vida, un motivo para quedarse en su entidad y no cruzar el río para emigrar a Estados Unidos e irse a otras ciudades.

La llegada de las bandas comunitarias le dio un giro a su vida. De pasar horas dentro de casa, pues salir a la calle no era opción, ni había actividades lúdicas en que ocuparse, empezaron a reunirse por las tardes con otros niñas, niños y adolescentes en centros comunitarios municipales y algunas escuelas para aprender a tocar un instrumento, coinciden Julio Andrés Rodríguez y Carlos Barragán Contreras, actuales directores de las Bandas Sinfónicas Comunitarias de Parque Central y Zaragoza.

La música como un instrumento de cambio

Ambos jóvenes de 23 años de edad, junto con otros siete exalumnos de la primera generación de las bandas comunitarias de Ciudad Juárez, hoy forman parte de la planta de maestros del Sistema de Agrupaciones Musicales Comunitarias de la entidad, que actualmente está integrado por siete bandas: Parque Central, CEMYP, Smart-Reforma, Francisco I. Madero, Santiago Troncoso, Zaragoza y la de Riberas del Bravo (esta última se abrió en 2019).

A decir de Mirna Barajas, coordinadora de operación y gestión de dicho Sistema, ellos son un testimonio vivo del trabajo musical con visión comunitaria que se ha desarrollado en esta entidad fronteriza desde 2011 y que, en 2013, bajo la coordinación del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM) se reforzó y la metodología de enseñanza se reestructuró al grado que hoy ya rinde sus primeros frutos.

Agrega que: algunos pensarán que 332 niños beneficiados por este programa de desarrollo artístico no es un número de impacto, pero el hecho de que hoy nueve jóvenes −que se acercaron a la música mediante este proyecto− actualmente cuenten con estudios de Licenciatura en Música terminados y otros estén por hacerlo, es un logro y una prueba de que la práctica musical colectiva da fuerza y motiva el cambio.

“Se ha picado mucha piedra, pero hace nueve años nadie imaginaba que cientos de niños tocando en un auditorio reunirían a cientos de juarenses para disfrutar la música. Hoy hay más niñas, niños y adolescentes de colonias como Tierra Blanca con deseos de seguir estudiando”, comenta Barajas.

Por su parte, Julio Andrés Rodríguez y Carlos Barragán coinciden en que la música les cambió la vida. “No son palabras llanas, son hechos porque nosotros lo vivimos en carne propia. Ahí encontramos figuras de admiración que nos impulsaron a dar un extra, a nuestros amigos de la vida y la profesión a la cual nos queremos dedicar toda la vida”, resalta Barragán, quien es director de la Banda Sinfónica Comunitaria Zaragoza.

A su vez, Julio Andrés Rodríguez, quien inició su labor docente en la Banda Smart-Reforma y hoy día en Parque Central, comenta: “nosotros pertenecimos al primer grupo de ‘Monitores’ −alumnos que por su edad, nivel musical y compromiso con sus agrupaciones fueron capacitados como auxiliares de los maestros− que no deseábamos desvincularnos de nuestra agrupación, pero que por tener ya 18 años ya no aplicábamos para estar dentro de ella”.

Más que recibir un reconocimiento, lo que ambos jóvenes desean es regresar algo de lo que recibieron cuando eran niños. “Los nueve maestros que formamos parte de esta primera generación de monitores queremos ayudar a los nuevos, que vivan experiencias como el campamento y las giras de la Orquesta Sinfónica Infantil de México, que nosotros por la edad y el nivel musical que en ese entonces teníamos, ya no pudimos aplicar”, enfatiza el también Licenciado en Música por la UACJ.

Tocar un instrumento mueve emociones y te impulsa a dar un extra

La práctica musical en grupo, la visión comunitaria y el trabajo colegiado, son algunas de las premisas que sustentan a este modelo de desarrollo artístico que impulsó a estos nueve jóvenes que ahora trabajan en la consolidación de este programa en Ciudad Juárez y que en palabras de ellos no imaginaron podían alcanzar.

“Cuando tenía 16 años no imaginaba que iba a terminar la Licenciatura en Música. Tenía dudas sobre seguir estudiando o no, pero sin duda, tocar un instrumento me empezó a mover muchas cosas. Cuando me inscribí a la Banda de CEMYP, en 2013, me di cuenta de la fuerza que podemos tener si nos organizamos, que juntos somos capaces de hacer muchas cosas, no solo música, que siempre habrá un extra que dar para nuestro beneficio”, recuerda Julio Andrés.

En 2011 y 2013, cuando este programa iniciaba, la zona ocupada por las colonias Tierra Nueva, San Francisco, Riberas y El Sauzal, estaba en condiciones de vulnerabilidad. “Era una zona caliente… pesada para ser específico. La gente no quería salir para no encontrarse con ‘algo’. “Yo que tenía que caminar entre 8 y 10 minutos de mi casa a la banda lo hacía con miedo, me asustaba que alguien pasará a mi lado; pero el mismo ritmo de ir y venir para aprender a tocar un instrumento hizo que se me olvidaran esas cosas, y es que con el paso del tiempo se te olvidan las cosas más y te enfocas”, comenta.

Por su parte, Carlos Barragán Contreras, actual director de la Banda Sinfónica Comunitaria Zaragoza, apunta que al principio, él, como casi todos sus compañeros, se inscribió a la banda porque no había otra cosa que hacer y sus papás no quería verlos en la calle.

“Yo tenía curiosidad, pero la verdad es que no había muchas actividades por hacer después de la escuela. Sin embargo, con el tiempo descubrí que tocar juntos… hacer equipo te hace sentir fuerte, que puedes lograr lo que te propongas. Creo que eso fue lo que más me llenó de estar en la banda y sobre todo porque después me percaté que me gustaba participar en la organización previa de los conciertos, ayudar en todo lo que pudiera”, expresa el joven director de la colonia Horizontes del Sur.

Estos dos jóvenes directores asistieron al Encuentro de Directores de Agrupaciones Comunitarias, en el que reafirmaron su compromiso de participar de manera activa en el desarrollo de su entidad.

“Hoy en Ciudad Juárez hay más oferta para el desarrollo integral de los niños. Ya hay clases de teatro y más público asiste a los conciertos. Y sobre todo hoy con gusto comprobamos que nuestra ciudad y nuestras colonias son visibles y no por la nota roja, sino por el talento de nuestra gente”.