Por: César Hernández/

El director estadounidense David Lynch recibirá un Oscar Honorífico el próximo 27 de octubre en los Governors Awards 2019, celebrados en Hollywood & Highland Center y Los Ángeles, California, junto con el actor Wes Studi y la directora y guionista Lina Wertmuller.

El cineasta ha sido nominado en tres ocasiones por la academia. En 1981, la película “The Elephant Man” por mejor dirección y mejor guion adaptado, cinco años más tarde fue nominado el film “Blue Velvet” por mejor dirección y para 2001, “Mulholland Drive” en la misma categoría, sin embargo, nunca había podido vanagloriarse con la estatuilla.

Y es que siendo uno de los directores más representativos de la época contemporánea, el estilo de David Lynch ha evolucionado las maneras de crear y apreciar cine, pues su estilo replete de misticismo, depravación y visiones alucinantes han dejado huella en las salas de cine y pantallas de televisión. El diario norteamericano The Guardian lo ha nombrado como “el cineasta más importante de la era actual”, mientras que Jason Ankeny de All Movie dijo que Lynch “se estableció rápidamente como el hombre del Renacimiento de la cinematografía estadounidense moderna”.

Dueño de un estilo auténtico y siendo “el primer surrealista popular” según Pauline Kael del The New Yorker, el director comenzó a ganar reconocimiento desde su primer película “Eraserhead” (1977), un largometraje donde proyecta una pesadilla surrealista repleta de ansiedad y temores a la paternidad que lo colocó en la cima de Garde Cine. Más tarde, con “The Elephant Man” (1980) y “Blue Velvet” (1986) desarrolló un sello personal cargado de terror y misterio.

Lo perverso del cine de Lynch es impredecible, pues nos podemos encontrar con encuadres o bandas sonoras que desde un principio atrapan y llevan al espectador de la mano a una historia que puede comenzar en el final o puede terminar en el inicio. Al introducirse al cine de David Lynch podría resultar una aventura pretenciosa y poco inusual, pero ya estando ahí, el espectador se convierte en un protagonista de la realidad indefinida de sus películas.

Lynch reúne, para algunos, aquellas características que dieron vida a las obras artísticas de Luis Buñuel y Jean Cocteau, pues su alta concentración en los elementos cotidianos, lo hacen llevar esa materia a otro nivel de consciencia y abstracción. Quizá lo más notable de este director es que sus obras están impregnadas de rituales y simbolismo que construye y destruye la percepción de los espectadores.

Sin duda alguna, este director, que no creció deleitado por el cine Hollywoodense como sus contemporáneos, ha ofrecido al mundo una nueva forma de pensar el arte no sólo cinematográfica, sino también fotográfica, musical, literaria y que, con sencillez y dejando fluir todo a su manera, pueden resultar obras que transciendan en la historia.