Por: Redacción/

Lidya Romero es un referente de la danza contemporánea mexicana, durante más de 40 años de carrera –37 dirigiendo su compañía El Cuerpo Mutable/Teatro de Movimiento–, la coreógrafa y bailarina no ha dejado de proponer un lenguaje dancístico que abarca diversas cualidades, explora la corporalidad como materia transgresora, pues reta al gesto tanto como al virtuosismo, y habita teatros e interviene espacios, hace obras que se integran orgánicamente a la arquitectura y que permiten que “el arte irrumpa en lo cotidiano”.

Así, El Cuerpo Mutable/teatro de movimiento traerá a escena NINA, “coreografía que busca hablar de la mujer y cómo se fue configurando desde la primera mitad del siglo XX hasta nuestros días y cómo ha ido cambiando nuestra noción de lo femenino”, explica Lidya Romero.

NINA estará en temporada del 17 de mayo al 9 e junio, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario. Las funciones de mayo serán los viernes 17 y 31 a las 20:00 horas, sábado 18 a las 19:00 y domingo 19 a las 18:00. Y en junio, el viernes 7, a las 20:00; los sábados 1 y 8 a las 19:00, y los domingos 2 y 9, a las 18:00.

La coreografía NINA es un ejercicio de memoria sobre el imaginario de lo femenino y la conformación de la identidad de la mujer en el siglo XX. Desde la perspectiva de género sirve de detonador para abordar el tema de la construcción identitaria de la mujer que nos antecede.

Lidya Romero habla así de la Nina real, su tía, que ha sido la inspiración de este trabajo coreográfico: “Vivió un México diferente, donde el rol de la mujer no admitía tomar decisiones ni la libre elección, trabajar era una verdadera osadía. Nina era un personaje al cual la lectura y los viajes dotaron de un horizonte muy amplio, incluso para relacionarse con el mundo masculino”.

Nacida en el seno de una familia tradicional que migra a la capital, este personaje logra abrir un espacio para desarrollarse en el ámbito laboral y social a la par de los acontecimientos que marcaron el derrotero del México postrevolucionario. Lectora ávida, con una habilidad sorprendente para el tejido de frivolité, Nina es el prototipo de la mujer que al escapar de su destino, inaugura una forma de relación con el mundo, que supone tomar decisiones y asumir responsabilidades, cultivar la individualidad, así como defender el criterio propio.

Las características de esta personalidad singular, sustentan los trazos coreográficos que a manera de paisaje abstracto se enuncian para tejer una narrativa que parte del gesto mínimo, como el ponerse un guante, hasta el despliegue de acciones vertiginosas que involucran la dinámica del espacio. Un tránsito de lo íntimo a lo público, de lo individual a lo social, del recuerdo a la metáfora corporal.

En esta apuesta, por unir arquitectura y danza, NINA hará –después de las presentaciones en la Sala Miguel Covarrubias– una temporada de ocho funciones en el MUNAL, ya antes se había presentado en la Biblioteca Vasconcelos y en el Museo de San Carlos. Sobre esta condición del trabajo coreográfico, Lidya Romero señala: “Es una gran riqueza, cuando la danza dialoga con los espacios, y va más allá de la caja negra. NINA tiene esta cualidad: puede vivir el foro y en los espacios públicos. Este ejercicio le da profundidad a la obra, así como a la interpretación”.

Lidya Romero explora desde hace tiempo el trabajo coreográfico en espacios públicos, pues siendo directora de la Academia de la Danza Mexicana propuso realizar coreografías donde los cuerpos de los bailarines habitaran arquitecturas, dialogando armónicamente con ellas. En realidad, esta perspectiva tenía ya un antecedente en ella, pues se hizo presente cuando perteneció al Forion Ensamble, grupo fundacional de la danza contemporánea mexicana en la década de los 70 del cual formó parte.

“Retomé esta reflexión sobre la importancia de los espacios –explica la coreógrafa–, del componente del movimiento que es el espacio mismo, por ser un elemento de versatilidad infinita. La coreografía puede apropiarse, disponer, dialogar, en un espacio especifico. El habitar los espacios es un gran estímulo en el proceso creativo, que también afecta la sensación del espectador dependiendo de la perspectiva que adopte en él. Convirtiendo el ejercicio escénico en un hecho antropológico a la vez que sociológico.

Lidya Romero agrega: “El espectador se convierte en testigo a la vez que partícipe de la obra. Se rompe el encapsulamiento de la obra en el foro, para inundar la vida cotidiana. Entonces el espectador forma parte de la escena y de la dramaturgia, cuando decide donde posicionarse físicamente, acción que transforma la manera como vive la danza. Es importante convocar al público a los teatros, pero también lo es que la obra se desborde más allá del foro y contacte al ciudadano de a pie”.

EL CUERPO MUTABLE

La compañía El Cuerpo Mutable/Teatro de Movimiento tiene una cualidad que ha permitido la permanencia de la agrupación, así como la vigencia de su propuesta estética, que es la capacidad de transformación y adaptabilidad reflejada en la producción de más de sesenta obras e intervenciones al espacio público, diseñando dispositivos coreográficos que provocan el diálogo entre el diseño arquitectónico, la vocación del espacio y el espectador como agente activo en la construcción de la narrativa.

La experiencia del trabajo desde el cuerpo en movimiento y su capacidad poética de transformación del entorno, nos permite una mirada amplia sobre el fenómeno de la danza en la actualidad, así como las posibilidades de incidencia en la restauración del tejido social, a través de diversos proyectos coreográficos, educativos, de intervención al espacio público, de producción de conocimiento, de salud y comunidad así como creación de públicos.

LIDYA ROMERO

Nace en la Cd. De México el 8 de septiembre de 1955. Intérprete, creadora y promotora de danza, inició su carrera profesional en 1975, con Ballet Nacional de México, de Guillermina Bravo, donde estudió y se desarrolló como bailarina en presentaciones y giras en México y en el extranjero. En 1976 fue becada a Nueva York donde estudió distintas técnicas de movimiento, improvisación y composición en las escuelas Nikolais, Cunningham, Falco y Graham.

En 1977 fundó con otros artistas Forion Ensamble A.C., agrupación de bailarines coreógrafos que propició el desarrollo de la primera generación de artistas independientes, que significó un cambio sustancial en el desenvolvimiento estético de la danza mexicana, acercándola a las corrientes imperantes en ese momento en Estados Unidos y Europa, como el Postmodernismo y la Tanz Theater, pero con un marcado acento neomexicanista. Las producciones de esta compañía fueron presentadas en México, Europa, Asia, Latinoamérica y África.

En 1982 conformó la compañía El Cuerpo Mutable/Teatro de movimiento, agrupación que se ha caracterizado a lo largo de treinta y siete años por tomar riesgos en todas sus propuestas estéticas, lo que ha posibilitado convertirse en un Laboratorio de movimiento, donde cada proyecto es un detonador para que coreógrafo e intérpretes se reencuentren con la parte más esencial del oficio.

Ha creado más de sesenta obras coreográficas de diferentes formatos, entre ellas Arqueología Postmoderna y Papeles de Guerra fueron para la Compañía Nacional de Danza. Moneda al aire, para Ballet Nacional de México, La otra orilla/dead end, para Ballet Independiente.

Ha desempeñado los cargos de Jefa de Danza de la UNAM, Coordinadora Nacional de Danza del INBA y Coordinadora del Centro Nacional de Producción Coreográfica del CENART, con sede en Cuernavaca Morelos, desde donde contribuyó a desarrollar programas de trabajo que han dado un gran impulso a las nuevas generaciones de creadores dancísticos en México. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte y es miembro fundador y ex presidenta Colegio de Coreógrafos de México.

En el 2007 recibió la Medalla de Bellas Artes por su trayectoria; el XXI Premio Nacional de Danza José Limón por ser protagonista destacada en la transformación de los lenguajes de la Danza mexicana y la generación del movimiento independiente de la Danza Contemporánea en México; el premio Guillermina Bravo en reconocimiento a su trayectoria artística; el reconocimiento del XXXV Festival Internacional Cervantino por 25 años de carrera artística. Licenciada en Educación Artística. Fue directora de la Academia de la Danza Mexicana de 2007 a 2016. Obtuvo la Certificación como Analista de Movimiento del Laban Institute for Movement Studies y la Certificación en Educación de Movimiento Somático del Center for Body Mind Movement.

En 2015 celebró sus primeros 40 años de trayectoria con Escaparates,
estrenada en el Palacio de Bellas Artes el 6 de agosto de 2015. En 2017 estrenó Héroes
para el CEPRODAC en la Biblioteca Vasconcelos. Nina es su más reciente coreografía