• Esta es la anécdota de ese cine que históricamente ha difundido filmes eróticos y pornográficos. Contada imaginariamente por sus paredes, butacas y pantalla, por su taquilla, por sus asistentes, ese público desinhibido.

Por: Nilda Olvera/

Cuando se escucha hablar sobre el erotismo y la sensualidad en la Ciudad de México, para muchos, de inmediato, casi como un reflejo, viene a su mente el Cine Rio, uno de los pocos lugares en los que se sigue incursionando la industria del placer sexual. Diariamente decenas de personas acuden a ver lo que para muchos es algo prohibido, ruborizante, placentero.

¿Qué es lo que atrae a tanta gente al número 81 de la calle República de Cuba, en pleno centro de la Ciudad de México?, ¿serán sus colores de misterio y romance?, ¿o simplemente es la emoción de sentir el aliento del amante desconocido en tu cuerpo?

El Cine Río, cuya fachada hace unos años estaba semidestruida y su marquesina con las letras incompletas, tiene ahora un mejor aspecto, pero ello no es el atractivo, sino el tipo de filmes que se proyectan para acompañar a los amantes ocasionales que no tienen miedo al qué dirán, a tener sexo abiertamente mientras en la pantalla se proyectan escenas candentes… pornográficas.

Esta es la anécdota de ese cine que históricamente ha difundido filmes eróticos y pornográficos. Contada imaginariamente por sus paredes, butacas y pantalla, por su taquilla, por sus asistentes, ese público desinhibido…

-Me llaman de todas las formas, adúltero, incitador, ramero y hasta proxeneta entre vírgenes, insinúan que hago puras cosas ilegales en mi trabajo, que no deberían estar permitidas, pero lo que yo doy, no es nada del otro mundo, yo no juzgo, simplemente ofrezco un buen lugar para pasar un excelente rato, para ser otra persona sin miedo a que te critiquen, de olvidarte de la rutina que cargas a diario, y poder desquitarte o reanimarte otra vez, con los maravillosos orgasmos que pueden haber a la hora de sentir, o ver una exquisita penetración.

A lo largo de 60 años, he visto y he conocido casi de todo, aunque mi objetivo principal sea mostrar películas pornográficas para el entretenimiento de las personas, la gente no les pone mucha atención, más bien les sirven como un incentivo para su excitación, están más enfocados en hacer su propia película, y cuando deciden ser el protagonista, no el espectador, pueden sacar unas historias que nunca te hubieras imaginado y hasta más interesantes.

En la penumbra, se distinguen sus filas de butacas acolchonadas y cómodas, de un color marrón que combina con el tapiz del lugar, fucsia, mientras los amantes hacen lo suyo bajo las luces tan tenues, que se proyectan como complemento a las de la pantalla, para sentir mejor el momento, la emoción, la sensación y la seducción.

-Pero lo principal para mantener a flote todos estos negocios, es respetar  la confiabilidad de cada uno de mis consumidores, no sólo se tienen que dedicar a abrir las puertas para que la magia  fluya con tanta naturalidad entre mis muros color fucsia, pues principalmente nos enfocamos en que los clientes tengan una experiencia inolvidable y que no se arrepientan de volver.

Porque sin importar lo que suceda adentro, se queda como cualquier otra anécdota, una de tantos miles que guardamos, donde mi arquitectura es hasta confidente y  amiga de cada visitante.

Y no solo tengo uno, mi enfoque va principalmente hacia las parejas, pero hay mujeres y hombres sin pareja que también pueden entrar y disfrutar de nuestra compañía, somos uno de los pocos que deja entrar a mujeres solas. La única condición para que cualquier persona pueda tener una oportunidad, es que sea mayor de edad y no ingresen con drogas o armas de fuego.

Si usted es una dama, y quiere entrar alguno de mis otros compañeros es otra cuestión, tengo muy cerca de mí a mi amiga Venus, y en Bellas Artes, podrás encontrar al viejo cascarrabias del Cine Savoy, ellos tienen otra política, y es muy difícil que dejen entrar a mujeres. Aunque los entiendo, ya que, si aquí los gemidos son tema principal antes de la tercera llamada, allá es más una batalla de esperma desde que cruzas la puerta.

Hay de dos, porno homosexual o heterosexual, por lo que he escuchado, es que las señoritas solamente pueden entrar con pareja, o con algún dinerito extra, pero la situación sería un poco más pesada para ellas, ya que la mayoría son varones, y muy pocas damas llegan a ingresar, porque cuando lo hacen es porque fueron tratadas, el amor con precio.

Así que no se sientan presionadas, lo que quiero es que gocen y disfruten, aunque sea por medio visual o lo auditivo o si usted lo desea, con ambos puede obtener placer. Sé que no se podrán resistir a mis encantos.

Lo que sí debo aclarar es una gran mentira, la cual es que todos creen que la mayoría de las parejas que entran son muy activas, de que verás a todos actuando mejor que una película XXX, la verdad es que hay algunas que son extremadamente tímidas, y sólo se dedican a tocarse, a tener unos fajes, algunos pasarán a encuentros sexuales. La verdad es que cada quien puede ir a disfrutarlo a su gusto, eso es algo que no se criticará.

Y aunque las penetraciones es lo que más vibra dentro de todos nosotros y mis pantallas, allá por los 80, lo que me gustaba presentar era lo erótico, ya sabes, algo más para el puritito deseo sexual, y aunque muchos me dicen que lo mejor de esta época es el porno, no puedo negar que parte de mis clientes les fascinaba.

Por esa razón mi trayecto podría considerarme como el Mandingo mexicano relajado.

En las pantallas hay sexo, en los pasillos y entre las butacas se despierta el deseo, el cine complementa todo eso. No soy un monumento, pero casi. Aquí no es el arrabal, es la experiencia donde se pierden las clases sociales y solo hay encuentros que se convierten en experiencias íntimas, secretas, que únicamente quedan en las paredes del Cine Río.