Por: Oswaldo0 Rojas

En nuestra época ha aparecido una forma más rentable y sincera de acercarnos a los artistas: sus cartas. Tal vez valdría la pena llamar a sus misivas como su obra epistolar porque muchos autores les dedicaron tanta energía como a su trabajo de diario.  Con Salvador Dalí es imprescindible acercarse  a su psique por medio de ellas. Ahora con especial interés porque sabemos de su relación con García Lorca, pero también para conocer hasta que punto amo a Gala y como esta fue de importante en su desarrollo artístico (y laboral).

A Gala le dedica una carta que es un testimonio de lo anterior. Se ve en ella la desesperación con la que la evocaba en una temporada en que su condición mental no lo dejaba si no comunicarse usando a una doctora que le había facilitado el hospital para que sirviera de su amanuense. Una temporada en que se defendía de los doctores (a los que llama elefantes) con cualquier objeto que cayera en sus manos.

Ellos quieren que me quede y yo no encuentro un por qué. Ellos, los elefantes…

Querría levantarme de este paraíso en el que me encuentro, pero me apresan elefantes y no quieren dejarme libre. Con sus colmillos me pinchan y me inyectan venenos, y yo me resisto pero con todos no puedo.
Sé mi ninfa y sé mi amada, sé mi apresora y sé mi guarda… Sé mi amante y oh, también mi esposa. Gala Gala, Galatea Gala.

Mi Gala, porque no podría vivir si no fueras mía. Pienso incesantemente en ti, pero te echo de menos de tal forma que si tuviera dinero me iría a vivir a un hotel. No sabes, te sería difícil hacerte una idea de la […]fera de este apartamento que en verdad quise para ti […] poco has vivido y en invierno. Y los alrededores, […] de la calle que hemos doblado juntos, todo lo que he […]te, tus vestidos, tu placer, tu sueño, tus ensueños, […] torpezas que he cometido, todo lo que deseaba […] es siniestro, todo es horrendo. En mí la idea de la muerte […] más y más con la del amor. Te creo perdida. ¿Por qué estás tan lejos? Hace diecisiete años que te amo y tengo todavía 17 años. ¿Dónde estoy yo?

Y vienen con sus colmillos otra vez. Ya no veo relojes blandos ni a Leda…

Si supieras cuánto deseo verte, cuánto me gustaría tenerte conmigo. Sé muy bien que no puedo retenerte, que la abominación de la vida en común no es para nosotros, pero siento como si hiciera años que no te tengo. Y he perdido el gusto por la vida, por los paseos, el sol, las mujeres. Sólo he conservado el sabor amargo y terrible del amor. Si pudiera estrecharte entre mis brazos volvería a ser el que he sido para ti en algunos momentos. Te adoro, sólo tú existes desde toda la eternidad. Mi pequeña Gala, hermosa, querida mía, maia dorogaia, mi pequeña, mi amor, me muero de estar sin ti.

Otra muestra de esta relación fun cuando Dalí entró en conflicto con los surrealista. En especial con su lider, Breton, quien lo acusó de haber traicionado el espíritu del movimiento para convertirse en un pintor a sueldo.

“Yo estaba solo con Gala. Mis pretendidos amigos surrealistas ya me detestaban… Las revistas de arte, las galerías de la época, dominadas por una falsa vanguardia, me ignoraban. No teníamos dinero… Pese a la conspiración del silencio, de la idiotez, del interés mal enfocado, la época de 1930 no consiguió asfixiarme. Pero si no quedé amargado por los golpes recibidos, las humillaciones que me infligieron, se lo debo a Gala. A su coraje. Ella nunca se quejó de sus gestiones cansadísimas, de las esperas, de las rechiflas, de las burlas, de las cobardías que hubo de soportar”.

Por otra parte, Dalí y Lorca mantuvieron una intensa correspondencia de 1926 a 1936. Se sabe bastante sobre esta relación porque ambos dedicaban grandilocuentes palabras para referirse uno de otro. Palabras que en otro contexto no ocultarían su sentido amoroso. Por desgracia, de la correspondencia que Dalí mandó a Lorca se conservan alrededor de 40 cartas, mientras que de Lorca al pintor apenas siete.

Esto se debe a que durante la Guerra Civil Española la hermana de Dalí, Ana María, vendió o se decisó de varias pertenencias de él. Otra razón fueron los celos que se despertaron en Gala al enterarse de  la pasión que corria en medio de ambos. Una pequeña prueba de la posible responsabilidad de Gala en la desaparición de las cartas de Lorca es  una anotación del mismo que reza: “Gala no me gusta”.

Dalí sabía de la pulsión sexual que despertaba en el poeta y no dudaba en jugar con ella. Una de sus cartas dice:

“Federiquito, en el libro tuyo (…) te he visto a ti, la bestiecita que eres, bestiecita erótica, con tu sexo y tus pequeños ojos de tu cuerpo (…) tu dedo gordo en estrecha correspondencia con tu p…”. (…) “Tu poesía se mueve dentro de la ilustración de los lugares comunes más estereotipados y más conformistas”.

Aún con eso lo más destacable de la correspondencia entre ambos era su nutrida discusión artística.

Querido:
¿Te has reventado de una intoxicación alcohólica? Yo hago una vida de máxima virtud -no bebo nada- absoluta castidad; el vicio es completamente artístico. Todas las mañanas boxeo con los soldados y hacemos largas carreras de resistencia; el cansancio cuando por la noche te vas a la cama es algo exquisito. El hombre pequeño y ruin es distinto. No se nada de ti, escríbeme. ¿Que hacéis con la revista? Mis cuadrecitos puros y recién nacidos van a ser expuestos a los PUTREFACTOS de Barcelona.
Salvador Dal
PD.- Escribo en muchos sitios y pronto voy a empezar una colaboración DIARIA. Adiós. Eso me gusta. Estoy contento como siempre.

Poco después el pintor escribiría:

Federico:

He recibido los dos últimos números de Verso y prosa; es espantoso el marasmo putrefacto en que se mueve toda la promoción de Prados, Altolaguirre, etc. Qué arbitrariedad más espantosa; y en el fondo de sus pseudointelectualismos, qué roñoso sentimentalismo. Me dan pena tus cosas tan únicas y verdaderas confundidas entre todo esto. Pronto recibirás casi un libro de poemas míos; poéticamente soy el anti-Juan Ramón, que me parece evidentemente el jefe máximo de la putrefacción poética; es su putrefacción la peor de todas, ya que a su lado hasta el gran vulgar y puerco de Rubén Darío, por su malísimo gusto adquiere una cierta gracia sudamericana parecida a la arquitectura de Casa Colom en Cadaqués. La metáfora y la imagen han sido hasta hoy anecdóticas; tanto es así, que hasta las más puras e incontrolables pueden ser explicadas como un acertijo. En fin, ya te escribiré un largo ensayo sobre lo que pienso de la poesía.

Te abrazo,

Dalí Salvador

PD.- Adiós, el poema de las cositas que te mandé, ¿qué te pareció? Juan Ramón no ha visto nunca nada, sólo percibe de las cosas emociones roñosas. Saluda a la Xirgu, Muñones, Porredones,etc. Recuerdos a los Calandres de goma, de los cafés y vístrulos. He releído Platero y yo, del que tenía buena idea; es un asco todo ese éxtasis emocional delante de las cosas que no ve, que no ve en absoluto.

Finalmente, para 1928, desde Cadaques la carta versaría:

Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo. La última temporada en Madrid te entregaste a lo que no te debiste entregar nunca. Yo iré buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una maquina de retratar ….
Salvador Dalí.