Por: Redacción

Los textos que componen Atril del melómano, libro del escritor y crítico musical Luis Ignacio Helguera, editado por primera ocasión en 1997, se han convertido ya en consulta obligada de la crítica musical y en un referente del ensayo literario que trata sobre otras artes, pero se les puede considerar especialmente como literatura: la propuesta de una pluma irrepetible.

Artículos y ensayos sobre música, publicados en revistas y suplementos culturales entre 1990 y 1996, junto con algunos escritos inéditos, agregados por Luis Ignacio Helguera, dan forma a esta obra, editada ahora en la colección El Centauro, por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, como una manera de mantener vivo el legado de un escritor que logró imprimir en cada uno de estos textos un sello personalísimo, el estilo de alguien que vive en y por la música dentro de la literatura.

Atril del melómano no es un libro de tono académico en absoluto, sino una obra que aspira a la exposición libre, personal y desenfadada de intereses y afinidades del autor hacia algunos compositores, especialmente mexicanos y europeos del siglo XX. La obra, alejada del tono ceremonioso, tiene entre sus lectores potenciales tanto al aficionado como al estudioso de la música, pues la manera en que Luis Ignacio Helguera trata a los compositores y a sus obras despierta el interés y la plena curiosidad, el gusto por este arte, que sólo puede incitar un amante, no un simple conocedor.

“Amo la música por encima de todo. Durante años he subsistido como parásito melómano a través del primer violín de la revista Pauta y atril musical de la revista Vuelta. Ese “atrilismo” llena las páginas siguientes. No se trata, pues, de un libro sobre música en el sentido de la historia de la música, la musicología y la crítica musical especializadas, disciplinas que me interesan, frecuento y conozco mal. Lo que cultivo es la pura melomanía, la conversación informal alrededor de la música”, escribió el autor en el texto de presentación de la obra, en 1996, titulado Breve confesión autobiográfica.

Así, Atril del melómano se define como una guía invaluable por la música de la centuria pasada, sus actores y promotores, poblada por afinidades y encomios, por filias y fobias, con el telón de fondo de quien siente un placer auténtico por ella y de quien acostumbra escucharla con rigor.